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Las Tunas.- Justo en el corazón de la ciudad, en la céntrica calle Colón, persiste como guardiana del tiempo y de las tradiciones. La casa iberoamericana de la décima Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), cobija bajo su sombra aires de perpetuidad. A su abrazo asisten ahora los más pequeños. Son los niños esencia y virtud para, desde los primeros años, aprender las maravillas que esconden la improvisación y las tonadas campesinas.

Así se han extendido por la geografía tunera los reconocidos talleres de repentismo infantil. Con el auspicio también de escritores, instructores de arte y especialistas de las Casas de Cultura de los territorios, los infantes aprenden un arte nada sencillo, pero que los cubanos preferimos no solo por su valor patrimonial, sino por esa jocosidad que usualmente se esconde en las hermosas décimas que escapan de los improvisadores a través de las palabras.

Con el objetivo de cultivar el talento innato, la Casa de la Décima se propone encauzar las habilidades de cada niño, porque no todos logran improvisar de manera fluida, explica Mayelín Barrera Castro, quien atiende el área de creación en la institución. Entonces aprenden que las tonadas son versos hermosos y melodiosos, y que la décima puede ser simplemente escrita o interpretada cuando los profesores realizan los arreglos pertinentes a composiciones propias.

Para agasajar a estos pequeños durante los primeros días del mes de abril tuvo lugar el evento Tengo en la casa mi casa. Este espacio sucede cada año, pero en esta ocasión, de manera especial se dedicó a los talleres de repentismo infantil, señala Barrera Castro. El propósito es fomentar el conocimiento de esta estrofa que representa parte del patrimonio inmaterial de la nación y forma valores culturales apegados a las tradiciones y la cubanía.

Resalta en el trabajo con los niños el entrenamiento para la improvisación, con la métrica y entonación requeridas por el género, así como la enseñanza del instrumento para el acompañamiento musical. Ello contribuye a formar el gusto estético por el punto cubano al tiempo que forman repentistas, tonadistas e instrumentistas. Los talleres son componentes del trabajo sostenido por la Casa y convocan para ello a dos concursos de reconocido prestigio en el país: el Justo Vega -de glosa-, y Canto alrededor del punto y Cucalambé, de décima escrita.

Otras actividades que sistemáticamente realiza la Casa Iberoamericana de la Décima son los Decimartes, dedicados especialmente a la creación plástica, principalmente al paisajismo; y Café Converso, en el cual confluyen música, literatura, danza y narración oral.

Luego de las restricciones impuestas por la Covid-19 esta casona de patio fresco retoma su programación paulatinamente, incluidos los talleres infantiles dos sábados al mes bajo la égida del reconocido improvisador Guillermo Castillo Vega.

Así atesora la Casa Iberoamericana de la Décima el legado del más importante poeta bucólico del siglo XIX cubano, El Cucalambé; y preserva parte imprescindible de lo que nos ha forjado y nos distingue como hijos de esta tierra.

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