Las Tunas.- Notable revuelo en las redes sociales de 26 despertó la noticia del traslado de un gran porciento de las actividades del VI Festival Internacional de Payasos hasta la provincia de Granma.
La razón fundamental que esgrimen para eso los organizadores de la cita es el deterioro constructivo y logístico de las cinco instituciones que pertenecen al Consejo Provincial de las Artes Escénicas (CPAE). En busca de detalles de los daños, un equipo de nuestro Periódico salió a recorrer las salas.
Nos acompañó la voz apasionada de Alberto Carlos Estrada Segura, quien, durante más de 20 años, ha visto desde dentro el desarrollo de los múltiples caminos de la escena en este Balcón y ha formado parte, con acierto infinito, de muchos buenos nacimientos.
PUERTAS ADENTRO, VERDADES AMARGAS
La primera parada es la sede del guiñol Los Zahoríes, pionero en el arte de las tablas por estos lares. Nos recibe Mayelín Batista, su actual directora, y nos dice que la inversión fallida del escenario que terminaron de montar en mayo del 2019 y se hizo añicos en poco más de dos años, no es el único dilema que cargan; porque -afirma- aun en esas condiciones podrían mantener la programación exigida desde el CPAE.
Suman la ausencia de tramoya, luces y audio; las lunetas dañadas y la carencia total de materiales para hacer los títeres, lo que, por cierto, no es exclusivo de los creadores de aquí.
En el centro cultural La Pérgola, que acoge a la compañía Huracán Mágico, sucede algo similar. Lo sabe nuestro compañero de periplo. “La magia ha sido por décadas la carta de presentación de Las Tunas en el entramado escénico cubano. Y todavía hoy -confirma Estrada Segura-, los espectáculos de esta agrupación consiguen puestas muy dignas.
“Pero, lamentablemente su sede es, apenas, un recinto para ensayos y montajes. Incluso, para eso -ilustra-, necesitan forrar el sitio, porque la magia requiere discreción total para concretar un acto sin delatar los trucos, y eso no puede hacerse en un espacio desgastado y donde, para más obstáculos, ya se fue al piso la pared que la separaba de la Casa de la Música”.
Nos cuentan que los ensayos que precisan discreción se hacen individualmente, lo mismo en los cuartos de las casas que en el baño o la sala; pero lejos de allí, de esas ruinas en que se ha convertido el lugar, trémulo.
Carlos Alberto insiste en defender una verdad que es bálsamo y alerta: “A pesar de los pesares, los artistas son capaces de hacer un festival como Ánfora. Esa cita ha perdido calidad y participación, entre otros motivos, porque los anfitriones no tienen cómo atraer más magos; no hay una banqueta, luces, audio, nada”.
Los males que rondan al cabildo San Pedro Lucumí, casa de la compañía folclórica Onilé, no se quedan atrás. Este elenco se caracteriza por la fuerza en sus representaciones, sin adornos, sobre todo, en las que recrean tradiciones franco haitianas.
Desde la primera generación de esa cofradía supieron que el camino de “las cosas materiales” estaría difícil, y muchos de ellos se están jubilando sin haber visto una mejora sustancial en sus condiciones de trabajo, nunca.
Nuestro asesor en el recorrido nos dice más: “Montan las puestas y ensayan en el piso. Se dice fácil, pero esta manifestación requiere de un esfuerzo físico tremendo, y los danzantes bailan y muellean, descalzos. Eso les ha traído no pocas complicaciones de salud.
“También tuvieron un tabloncillo nuevo; pero igualmente se llenó de bichos, porque al parecer, la madera no estaba en óptimas condiciones y se destruyó en 24 meses, apenas”.
De ahí los pasos nos llevan hasta la sala Blanquita Becerra, que es, sin dudas, la herida que más ha sangrado. Y no es para menos: el sitio resulta la imagen misma del desamparo.
Al deterioro del lunetario y la ausencia total de climatización, a la electricidad fallida y el techo destartalado se agregan muchos otros pendientes; tantos, que es francamente monumental saber del estreno allí de obras como Weekend, Petición de mano y cada una de las que materializa el conjunto dramático.
Hace ya cinco años que esas paredes albergan a Total Teatro, cuyos integrantes no han dejado de clamar por las reparaciones capitales que le urge a su “hogar” de ensayo, montaje y presentaciones. Así lo contó Elizabeth Borrero Batista, directora de la agrupación y quien sobrepasa las tres décadas de vida artística vinculada con la manifestación.
Un lustro atrás, la sala tenía una tarimita, sin embargo, cuando instalaron las lunetas, se encontraban infestadas por termitas y la devoraron, añadió la destacada actriz y acotó que desde entonces no ha quedado asamblea de la Dirección Provincial de Cultura, el CPAE, la Asociación Hermanos Saíz y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la que no salga a relucir el tema de la “Blanquita”.
No obstante, sus hacendosos integrantes no se detienen y han confeccionado cojines para que sentado en ellos, en el suelo, su público disfrute de las funciones. Puntualizó Elizabeth que finalmente se aprobó un presupuesto como proyecto de desarrollo local.
Al respecto, Rafael Torres Rosales, director de Gestión de Desarrollo Territorial del Gobierno en Las Tunas, explicó a 26 que lo concibieron de esta manera como una vía de buscar recursos financieros desde el 2021 y se incluyó en el actual calendario en el Plan de la Economía de la provincia, con el aporte de unos 400 mil pesos, cifra que resulta insuficiente, pero que permite iniciar las labores.
En la medida que se ejecute antes de que concluya el año, se le podrá aportar un poco más de dinero derivado de las inejecuciones del Plan de la Economía o por la Contribución Territorial (el llamado uno por ciento) del municipio de Las Tunas, afirmó Torres Rosales.
Mas, lo cierto es que aún no se encuentra la brigada que asumirá las labores, y ese presupuesto no ha sido entregado; mientras el tiempo sigue corriendo, implacable.
Para el final dejamos el viaje hasta Buena Vista. En el centro cultural Teatro Tuyo el panorama no es tan lúgubre porque, cuando se escribe la historia de esta formación renovadora del clown, es justo incluir líneas a la perseverancia en el cuidado de sus espacios.
Constituye el único de los tres escenarios que montó fallidamente Tecnoescena en el territorio, que se mantiene en pie; aun cuando ya es preciso apuntalarlo un poco, nos dicen.
Narran quienes estuvieron en el lugar mientras se concretaba el montaje, que los artistas y el equipo técnico de la compañía supervisaron hasta el detalle. Y no se han detenido. Compran el talco industrial que necesitan, reparan lunetas, limpian los baños... Sí, es verdad, todo eso “no les toca”, pero, recordemos, “el ojo del amo engorda el caballo”.
Ahora destacan lo perentorio de delimitar las áreas del teatro. “Y no es capricho -dice Ernesto Parra, director del laureado elenco-, las indisciplinas sociales son evidentes y debemos proteger lo que tenemos.
“Muchas veces limpiamos y tiramos agua en las mañanas, porque en las puertas amanece la orina de la gente; la oscuridad se presta para muchas cosas. Además, eso permitiría proteger las jardineras, las esculturas que están a merced de todo y muy estropeadas, y utilizar el área pensando en los niños.
“Hay que añadir la situación calamitosa de los baños dentro del recinto. Existen asuntos que no se resuelven, por mucho que nos esforcemos”.
HABLAN LOS REGENTES
Darlenis Urquiola asume como directora en funciones de Cultura en el territorio, y no había nacido cuando muchas de estas instalaciones ya marcaban la vida de la ciudad (algunas, con sinrazones de infraestructura desde su génesis).
Ella confirmó cada uno de estos problemas ante la grabadora de 26; y aseguró que nadie está descubriendo nada nuevo al publicarse en la prensa, pero que salir de esta precariedad exige esfuerzo colectivo.
“El presupuesto que tenemos aprobado este año se centra en tres instituciones importantes, porque las artes escénicas son una parte del entramado por atender.
“Son los casos del teatro Tunas, con una intervención que nunca antes había recibido a esa magnitud y lo devolverá mucho mejor al pueblo; el museo Fernando García Grave de Peralta, en Puerto Padre, una joya arquitectónica y que lleva años postergado, y la escuela profesional de arte El Cucalambé. Esta última con grandes dificultades constructivas y que para nosotros es de alta prioridad por lo trascendental de atender la formación artística.
“Eso no quiere decir que no se esté trabajando en el universo de la escena. De hecho, tenemos el apoyo del Gobierno y, por supuesto, del Partido; se han asignado recursos y la realidad ya está cambiando en algunos centros”.
Habló de alianzas con entidades locales que ayudarán con lunetas, de otras encargadas en distintas geografías y llegarán en breve, de un presupuesto de rehabilitación destinado al techo y la electricidad de la sala Blanquita Becerra, pronto por ejecutarse; y de lo imprescindible de cuidar, de ser estables en las administraciones de cada inmueble y sus equipos técnicos. Asimismo, insistió en la exigencia para, en la medida en que avancen las labores, no se necesiten nuevas intervenciones.
Mientras, Mercedes Barrero Osorio, vicepresidenta técnico artística del CPAE, mostró a estas reporteras los informes de balances anuales y evaluaciones de objetivos de trabajo desde el 2016. Todos, sin excepción, reseñan entre las limitaciones a su quehacer el mal estado de estos inmuebles.
Ese archivo no está completo, pues por algunos calendarios la sede del Consejo estuvo sin techo y la lluvia hizo daño. Hoy tiene cubierta, pero quedan otras deudas.
¿HAY LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?
Es innegable que las instituciones se convierten en las segundas casas, cuando no en la primera, de los artistas que acogen; por tanto, exigen de ellos el cuidado constante como un acto de amor y reciprocidad. Pero igualmente es cierto que la atención sistemática evita que se llegue a los lamentables cuadros estructurales que muchas tienen hoy.
Por supuesto, es loable reconocer a los teatristas, bailarines y magos de la provincia; se les ve lo mismo en el lobby del teatro Tunas que en cuanto sitio flexible o evento los convoque.
Pero a eso adicione, paciente lector, que hay una generación valiosa de jóvenes graduándose profesionalmente para insertarse en nuestros circuitos escénicos; y hallar proscenios en franco deterioro por décadas, sin una política a largo plazo, real, para revertir hechos concretos, desmotiva hasta al más optimista. Esa está entre las causas, no lo dude, del éxodo de creadores tuneros a otros parajes de Cuba.
Nos enorgullece decir en estas líneas que hay una marcada intención en el territorio de revertir tales entuertos; y contarle de la sensibilidad infinita que encontramos al intercambiar el asunto con quien lidera hoy, aunque en funciones, el sector cultural aquí.
Sin embargo, no bastan los intentos y las buenas maneras. Este es un tema que, por demasiado tiempo, ha enlutado hasta la simiente a los artistas escénicos y al público de esta tierra. Es momento de soluciones de equipo, reales y profundas…, pero ya.