soja

La Habana.- Avanzar en la siembra de soya constituye una premisa en la que ahora se enfocan los expertos y científicos, que trabajan en la meta de alcanzar la soberanía alimentaria y nutricional de nuestro país

 Aunque la soya constituye un producto muy conocido por los cubanos y muy demandado, dada sus utilidades tanto para la producción de alimentos para humanos como para animales, lo cierto es que Cuba ha tenido un desarrollo limitado de este cultivo, que en los últimos años se ha desarrollado gracias a la labor de pequeños y medianos productores. Empresas como Cubasoy, de Ciego de Ávila, que ha logrado sembrar más de dos mil hectáreas en un año, sobresalen en este reto.

Esta entidad y cooperativas de producción agropecuaria (CPA) y de créditos y servicios (CCS) de diversas provincias han logrado cultivar variedades cubanas con un rendimiento promedio anual de 1,45 toneladas por hectárea, aproximadamente.

Mas, avanzar en la siembra de este grano -del que se necesita, solo en la producción de concentrados para ganado porcino y avícola, más de 400 mil toneladas en un año- constituye una premisa en la que ahora se enfocan los expertos y científicos, que trabajan por la meta de alcanzar la soberanía alimentaria y nutricional de nuestro país.

En diciembre último, este mismo grupo de especialistas presentó al Gobierno un programa que busca, esencialmente, ampliar este cultivo para lograr la disponibilidad de una fuente de proteína nacional destinada a la alimentación porcina como parte de los sistemas alimentarios locales.

Durante ese encuentro, el doctor en Ciencias Rodobaldo Ortiz Pérez, investigador Titular y de Mérito, del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, explicó que el objetivo del proyecto es conseguir la obtención sostenible de soya con cultivadores cubanos que tengan potencial productivo y calidad nutricional para la alimentación animal a nivel de localidad.

Para lograrlo, se deberá priorizar la producción y conservación de semillas, la rotación e intercalamiento con otros cultivos, y la producción local de concentrados para el consumo animal y aceite crudo a nivel local.

La proyección, argumentó Ortiz Pérez, es que organismos como el Ministerio de la Agricultura sean capaces de pasar de una producción de solo 11 hectáreas cultivadas para la obtención de semillas de este insumo en el pasado año, a 100 hectáreas con este destino, y unas dos mil para consumo en el 2030.

Para ello, está claro, se necesita no solo del aporte de la ciencia, a fin de desarrollar variedades de soya que sean eficaces y resistentes, sino también de tecnologías para el manejo de las semillas y un uso adecuado de la fertilización, entre otros aspectos.

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