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Las Tunas.- Hace poco, la prestigiosa revista Temas dedicó su espacio de debate Último Jueves a la agroindustria azucarera, asunto relevante para una provincia como Las Tunas, cuya economía depende en buena medida de este sector. Con la moderación de Oscar Zanetti, tomaron parte en uno de los más importantes foros de debate social, político y económico del país: Mariela Gallardo, vicepresidenta del grupo empresarial Azcuba, Liobel Pérez, comunicador del Centro Nacional de Capacitación Azucarera y presidente de la Comisión Nacional Patrimonio Azucarero, y los economistas Lázaro Peña y Federico Sulroca. El encuentro no solo le hizo una foto a la actual crisis de este ramo, sino que, y quizás sea lo más importante, también para los habitantes de esta provincia, profundizó en qué perspectivas hay de superarla.  VEA AQUÍ LA TRANSCRIPCIÓN ÍNTEGRA DEL PANEL

Los números no mienten de acuerdo con las estadísticas que citó Oscar Zanetti, Cuba, que llegó a producir algo más de ocho millones de toneladas de azúcar en 1989, ha transitado por un paulatino y descendiente ritmo de producción; que, dijo, primero la llevó a promediar apenas cuatro millones durante la última década del siglo XX. Al inicio del actual siglo y tras el cierre casi de dos tercios de las fábricas, la producción cayó a la mitad; y luego de un corto regreso a esa cifra, después del 2019 la caída prosiguió hasta realizar el año pasado la zafra más pequeña desde 1900.

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“¿Cómo los diversos factores que intervienen en la economía azucarera han incidido en su decadencia productiva?, ¿qué peso ha tenido la escasez de materias primas, de fuerza de trabajo, de tierra, el deterioro de la industria cañera, de la agricultura cañera, su baja prioridad en la política de inversiones, la declinación de la investigación y desarrollo?”, se preguntaron en el primer segmento.

“El factor determinante ha sido la pérdida del mercado natural o preferencial, rentable, sostenido en el tiempo y seguro, del azúcar cubano”, respondió Liobel Pérez Hernández, quien aclaró que el protagonismo de Cuba en el mercado azucarero se fue socavando con el tiempo entre otras cosas, por la evolución del propio sector a escala global y otros hechos inocultables como la desaparición de la Unión Soviética.

Por su parte, Lázaro Peña Castellanos estimó que, mucho más cerca en el tiempo hubo una razón básica para esa decadencia: “la debilidad en los procesos de elaboración de pronósticos, y lo que sucedió después”. El también doctor en Ciencias Económicas y actual titular del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional de la Universidad de La Habana, recordó que, a finales de la década de 1990, analistas, académicos incluidos, dentro del país predijeron que los precios del dulce continuarían bajando al grado de hacer poco rentable producirlo en las dimensiones de entonces, porque edulcorantes o endulzantes artificiales coparían el mercado mundial. Sin embargo, apuntó, ninguna de esas previsiones se concretó. No obstante, ya era tarde, pues la agroindustria azucarera se había sometido a una reestructuración que redujo sensiblemente su capacidad productiva y lo que es peor, cortó cadenas de reproducción de saberes que aún en la actualidad se padecen.

Sin embargo, Federico Sulroca, quien por mucho tiempo dirigió la cátedra Álvaro Reynoso, dedicada a los problemas azucareros, centró su atención en que tras el cierre de más de la mitad de los ingenios “prácticamente se abandonó la atención a la producción cañera con la fuerza que existía antes de ese momento”. Además, anotó, todavía “el esquema de financiamiento actual para la agroindustria es centralizado nacionalmente, pero esta, en realidad, no administra los propios recursos que ella genera”. “Este tema, sugirió, también hay que llevarlo a la discusión, porque está a expensas de lo que le pueden dar las finanzas del país, ella puede generar muchas divisas, pero esas divisas pasan a concentrarse al Gobierno, que es quien las administra, y no retornan a la industria para poder emplearse en su economía”.

Ni siquiera ese paso tuvo el impacto positivo que se le pronosticó en el medio ambiente del país. Según estudios realizados por el Instituto de Investigaciones de la Caña de Azúcar (Inica) y citados allí por Mariela Gallardo Capote, la disminución de las áreas de cultivo de caña, muchas de las cuales ahora permanecen vacías, redujo la captura de dióxido de carbono y tampoco benefició a los suelos.

Desde el punto de vista sociocultural los daños han sido severos, convino Liobel Pérez. “Hay muchas comunidades y bateyes que han desaparecido como consecuencia de la declinación de la producción de caña de azúcar, y hay muchas otras en riesgo por la misma causa. Hoy, 72 bateyes y 784 comunidades dependen de la producción de caña y de azúcar, en 93 municipios y 13 provincias; es decir, es un impacto social muy grande en la nación cubana”, expresó. “Ahora bien, añadió, ¿es posible y viable la recuperación cultural, identitaria e histórica de la caña y del azúcar en la nación y en la cultura nacional? Yo creo que sí, y no solamente desde los trabajadores del sector azucarero, sino desde las instituciones de la cultura y de todas las demás”.


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Desde el público presente, la doctora Ana Vera, otra estudiosa sobre la influencia del azúcar en la sociedad cubana, apuntó que “para recuperar la industria hay que montarse en un sistema económico y de comercio mundial, que tiene que ver con otros niveles de desarrollo económico que en este momento Cuba no tiene”. “Entonces, opinó, no queda de otra (…) que pensarlo en términos muy pequeños y en producciones muy especializadas, pero empezando por formar a los trabajadores que podíamos haber tenido si el tránsito no hubiera sido tan brutal”.

HAY SOLUCIONES

“¿Qué posibilidades reales de financiamiento permitirían superar la descapitalización y obsolescencia tecnológica del sector cañero-azucarero? ¿Dada la situación actual y perspectivas de los mercados y la economía azucarera internacional, es factible ese financiamiento? ¿En qué modalidades podría concretarse?”,  inquirió el moderador.

Tras advertir que después del 2020 por las presiones del bloqueo estadounidense desaparecieron esquemas de financiamiento ventajosos para este sector de la economía cubana como los tradings, que entre otras cosas le permitían reaprovisionarse, Mariela Gallardo señaló que se ha estado trabajando con apenas el 20 por ciento del financiamiento requerido por la industria para poder llegar, al menos, a las producciones en el 2017 (poco más de dos millones de toneladas de azúcar anuales).

“Para la zafra del 2025, explicó, se está proyectando, a partir del nuevo modelo de negocios anunciado por el presidente del grupo Azcuba en la Mesa Redonda, que el consumo interno, no el que se destina a la canasta básica, sino el de las empresas mixtas o exportadoras, se cubra con divisa de esas empresas”. “Incluso, dijo, se propone suplir la demanda de las mipymes que hoy están importando azúcar, erogando divisa que salen del país. Hoy, el alcohol que se le vende a Cuba Ron o a las empresas alimentarias mixtas se cobra en divisa, y eso garantiza  el 84 por ciento del financiamiento que requiere el sector para empezar a incrementar los esquemas productivos hasta tanto se pueda llegar a la exportación”.

“Hay otro inevitable, añadió, que es el esquema del financiamiento para la inversión, que es supernecesario, porque la industria ha llegado a un nivel de obsolescencia, de deterioro tecnológico, innegable, y ese financiamiento hay que buscarlo por la vía de la inversión extranjera, o la colaboración internacional”.

“El decrecimiento vertiginoso del sector tiene mucho que ver con la pérdida del esquema financiero que tenía y la imposibilidad de reaprovisionar lo que requiere la industria y la caña. Independientemente de que se produzca poco cuando se siembra con mala calidad, que detrás haya problemas organizativos, de motivación, de amor al sector, pérdida de fuerza de trabajo, todo eso que sabemos, tener el 20 por ciento del financiamiento, lleva necesariamente a un decrecimiento. Sin dinero, nadie, ni Brasil ni ningún país, ha podido trabajar ni crecer”, sentenció.

No obstante, el director del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional de la Universidad de La Habana, manifestó sus dudas de que haya grandes posibilidades de encontrar rápidamente esos fondos externos. No será tan sencillo, estimó, por tratarse de un mercado altamente competitivo y controlado por unas pocas transnacionales, sin olvidar los escollos adicionales que Cuba afronta por el asedio económico de Washington.

Al respecto, la vicepresidenta de Azcuba aclaró, que la apuesta no estaría en el azúcar en sí misma, sino en los derivados. “Por eso se habla, desde el año pasado, del nuevo modelo de negocios, que consiste en no pensar solo en el plan de azúcar, aunque este es muy importante para poder garantizar el consumo interno, sino, además, en la cadena completa. Ese es un camino que se volvió a retomar, que fue muy importante en los '80, y uno de los mayores desarrollos: las 11 destilerías (dos de ellas ubicadas en Las Tunas), todas las plantas de alimento animal, las plantas de tableros de bagazo (una de ellas también en el Balcón del Oriente Cubano), las cuatro fábricas de torula...”. “Entonces es hora de que a todos estos derivados les demos valor y los pongamos como parte de la cadena, que es lo que se ha hecho ahora con el alcohol”, insistió.

“Sí creo en la viabilidad de la producción de azúcar en Cuba, sobre todo pensando en el mercado interno”, consideró Liobel Pérez Hernández. “Nunca nos hemos abierto a ver el potencial del consumo interno, y a lo que puede aportar la industria azucarera al desarrollo económico y social por todos los encadenamientos productivos que genera, incluido el ron, cuya demanda es infinita. Hay que ser más agresivos en la búsqueda de mercados para el ron cubano”, expresó. Mas, alertó: “¿cuáles son los obstáculos para avanzar en esa dirección? En mi criterio, la resistencia al cambio de mentalidad”.

Desde su puesto en el Instituto de Investigación de la Caña de Azúcar, Federico Sulroca aseguró que “el Inica ha desarrollado bastante todas las variantes para la alimentación de las especies de bovinos, porcinos, aves, pero falta voluntad para la solución”.

“Esos subproductos, recalcó, no compiten en nada con el azúcar ni con el alcohol, ni compite nada con la miel, todo es a partir de la caña, por lo tanto, podemos reconvertir la agroindustria para que produzca azúcar, alimento animal, energía, ya sea en base al bagazo, o el tratamiento de sus residuales, o a partir del biogás. Esos son valores agregados que se están incorporando a la producción, que permitirían, en la medida en que se incrementen, facilitar préstamos y que, poco a poco, cada cual, dentro de sus condiciones y posibilidades, vaya ampliando estos valores agregados y le dé solución al problema de los costos de la caña”.

A partir de las experiencias que aplican en la empresa agroindustrial Jesús Rabí, en la provincia de Matanzas, el experto aseguró que la actual crisis con la fuerza de trabajo puede paliarse con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones, la automatización de las labores e incrementar la productividad con la introducción de la agricultura de precisión.

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Al calor del panel, afloraron otras realidades que son palos en la rueda de la agroindustria azucarera en este Archipiélago, como los comparativamente bajos precios de la caña que desestimulan su cultivo frente a otros mucho más trabajosos, pero rentables; la morosidad en concretar proyectos de inversión extranjera en el sector tras décadas de que estuviera, incluso, vedado para esa modalidad de negocios; la actual estructura organizativa que estimaron los participantes, no favorece la producción de Cuba; o el vaciamiento demográfico rural que ponen en riesgo quienes en las décadas futuras se dedicarán a cultivar la caña o trabajar en las industrias de este sector.

Lo cierto es que estos debates y en especial las soluciones propuestas serían de alto interés también para Las Tunas, cuya prosperidad futura pasa también por impedir que desaparezca la agroindustria azucarera.

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