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Las Tunas.- “La historia de nuestras luchas todavía, a pesar de todo lo que está escrito, está por escribirse”, decía Eusebio Leal Spengler en el aniversario 120 del reinicio de las Guerras de Independencia. Sí, los cubanos hemos conquistado mucho, pero este sueño, hecho a mano, se construye cada día y faltan numerosas páginas en ese “libro” nacional. No pedimos permiso para empezar a tejer esta utopía hace 153 años, tampoco lo haremos ahora para defenderla.

Sabemos y pensamos que es posible, también que no hay aquí victoria asegurada per se, no somos un pueblo que pueda dormir sobre los laureles.

“No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”, era el 8 de enero de 1959, cuando Fidel Castro soltó esa premonición que hasta hoy nos acompaña. Y sobre la marcha hemos aprendido, porque nadie nos enseñó, ni nos enseñará, cómo construir una Revolución o dar a nuestra gente “la mayor suma de felicidad posible”. Sobre el camino, sorteando no piedras, sino montañas, hemos ido edificando la nación. Y aunque en ocasiones el desaliento ha ganado a algunos, ha primado aquí, al menos en la mayoría, la certeza de que solo juntos es posible salir adelante.

Hasta este julio del 2021 hemos llegado no por virtud de un hombre o de unos pocos, sino por esencia de un pueblo. Esa verdad hay que creérsela en el cotidiano hacer. Se gobierna, se labra y se defiende la Revolución todos los días y desde todos los espacios.

La discrepancia, la polémica y la construcción de los consensos han sido fórmulas para el mejoramiento de este proyecto. Unas veces más, otras menos, hasta ahora y hasta aquí, hemos sabido auscultar el sentir popular; no podemos hoy -justo hoy más que nunca- darnos el lujo de dejar de escuchar o de perder voces. Sumar, sumar y sumar; ese ha de ser nuestro horizonte, porque lo cierto es que a esta hora no sobra nadie que quiera servir bien a la tierra de José Martí.

Con “ojos judiciales” hemos de ver los acontecimientos recientes ¿Por qué ha sucedido algo así? ¿Olvidamos nuestra historia? ¿Qué nos ha faltado? ¿Cómo lograron capitalizar la frustración y los malestares de una parte de la población? ¿Qué podemos, ajustado al momento, hacer para su resolución? ¿Cómo defender hoy a Cuba?

Hay, en torno a nuestra Isla, mucho que pensar. Ese Gobierno insomne que en el último año y medio no ha cesado de enfrentar desafíos y de desbrozar malezas hay que ejercitarlo en cada lugar. Suele mi padre decir que Díaz-Canel es brujo, yo sonrío siempre que lo escucho. Sé por qué lo dice. No ha sido fácil la pelea y no avizora serlo en el futuro inmediato y a largo plazo. Pero haber llegado hasta aquí, después de un 2020 tan difícil, no es obra de milagros o hechicería: existe mucho esfuerzo detrás, si no que lo digan nuestros científicos que han inmolado noches de sueño en pos de un país completo.

En este minuto, no podemos dejar espacio al desaliento, la desesperanza, la derrota; tampoco podemos creer que todos vemos la realidad nacional con los mismos ojos y menos alimentar las diferencias entre cubanos. Nos queda una tarea dura y más, porque el gigante enemigo está al acecho y aprovecha nuestras carencias y dificultades, no sin antes haber engrasado bien la maquinaria millonaria y tecnológica que lo sostiene.

En medio de esas aguas procelosas, navega Cuba. En Internet, en particular, en las redes sociales no hay tregua. El mundo 2.0 ha venido a ser un nuevo tablado de guerra, psicológica y no convencional. Pareciera que nos está negado el ejercicio del pensamiento y cada cual se siente dueño de la verdad, tanto es así que en plena pandemia global algunos hasta son antivacunas. Es el mundo de la posverdad, es el mundo al revés. En ese maremagno, pocas veces se sabe quién tiró la primera piedra, o siquiera cómo empiezan las cosas, menos cómo podrían terminar.

Ya comenzó a verse la luz acerca de la campaña articulada contra la Revolución Cubana en las últimas jornadas. Solo un dato, la primera cuenta en Twitter que usó el hashtag #SOSCuba, según el analista español Julián Macías Tovar, fue localizada en España y puso más de mil tuits, tanto el 10 como el 11 de julio, con una automatización de cinco retuits por segundos; por otra parte, más de mil 500 cuentas de las que participaron en la operación con la etiqueta #SOSCuba fueron creadas entre el 10 y el 11 de julio.

Ahí, en medio de ese devenir global, está la Mayor de las Antillas; víctima constante de la agresión y de la polémica infecunda. Aquí siempre ha habido carencias materiales, al menos desde que yo tengo uso de razón; hace casi tres años exacerbadas de manera cruel por la Administración de Donald Trump, que adoptó más de 200 medidas contra la Isla. ¿Alguien piensa que fueron “dulces caricias” a los cubanos? ¿Podemos de verdad creer que nos aprietan la tuerca y no vamos a sentir los efectos?

He visto con dolor y, lo confieso, con miedo, las imágenes de distintas partes del país. He pensado en los escenarios probables y posibles en el futuro. He tratado (hasta donde mis “entendederas” me dan) de vislumbrar las consecuencias remotas de las protestas. He pensado en el país que les dejamos a nuestros hijos y en cómo los hemos formado, en lo que cargan en su corazón; en el amor a la Patria.
Es cierto que tenemos innumerables problemas; mas Revolución solo poseemos una, cuidémosla. Tendremos que invertir los términos, no sé cómo, pero tengo la seguridad de que lo haremos. Confío en que triunfará el amor a Cuba y el respeto a la paz en la que hemos vivido.

 

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