osval grafica 2 580x270Las Tunas.- Imaginémoslos sentados unos frente a otros. Se miran buscando un único responsable de la inflación que, cual fiebre, eleva la temperatura de la economía cubana. La solución más inmediata sería señalar al culpable solitario que simplificará cargas sobre los hombros y hará al resto dormir tranquilo, pero en este asunto, como en la vida, casi nada es tan simple. ¿O sí? A un costado un cronista toma notas y resume el encuentro.

Intuyendo que sobre él pesan todos los estigmas, el emprendedor privado se roba la arrancada, porque más de una vez le han cuestionado su sed ganancia; le acusan de querer hacerse millonario en dos días, porque, dicen, establece precios que duplican y hasta triplican sus costos iniciales. Arquea las cejas y rompe el hielo de la conversación:

- “Está pasando una cosa curiosa ¿saben? Resulta que no estoy solo en eso de buscar utilidades a cuenta de subir los costos, porque hace poco señalaron que varias empresas estatales hacían lo mismo. Así que… que tire la primera piedra… Otra curiosidad: cuando el Gobierno nos ponía las tarifas todo era más sencillo. O lo cumplíamos o… por la izquierda. Ahora que debemos fijarlas nosotros, choqué de bruces conlas tareas calcular, saber cuánto me costó… contratar contadores. ¡Más trabajo!”.

Y levantando el dedo índice de su mano derecha en tono de advertencia insiste:

- “Antes de que me dejen en el banquillo de los acusados, recuerden que muchas de mis materias primas debo costearlas en moneda libremente convertible, la cual, por cierto, no puedo comprarla en los bancos. Entonces, la tasa de uno por 24 no me sirve; la otra, esa que ya pasó los 100 pesos por dólar,también empuja hacia arriba los valores”.

- “Eso es cierto”, salta una señora de pelo rizo, mirada inquisitiva y recién llegada de una larga fila para comprar el pollo. Ella se unió a la plática casi sin quitarse el polvo del camino. Ha estado mirando de frente al emprendedor y continúa: “Pero a menudo actúas por mera apreciación y hasta intuición cuando fijas las cotizaciones. Usas como referencia no tus propios costos, sino la percepción que obtienes de tus colegas. Vaya que se ponen de acuerdo, tácitamente”.

Desde su puesto, el directivo ha permanecido en silencio repasando en su mente lo ocurrido en los últimos años. “Aprendimos a las malas que los precios no se bajan por decreto. Ya es claro que tenemos que darle más espacio al mercado. ¿Estaremos preparados para eso?”, se pregunta tocándose ligeramente la barbilla.

“Pero, si como Estado, nos separamos por completo de tales procesos terminaremos imprimiéndoles másdescontrol a los importes. Eso añade incertidumbre y desconfianza sobre el futuro de la economía, fomenta el pesimismo y el descontento social; y eso es políticamente explosivo. ¿Qué hacer entonces?”, reflexiona para sí.

- “Nadie más que yo quisiera poner dólares en el mercado de divisas y contener así la depreciación del peso en los 'Revolicos cambiarios'. Sin embargo: échenle uno ojo a las cuentas públicas -indica-, y coloca sus manos sobre el grueso montón de papeles que descansan sobre sus muslos.

“Si algo no nos sobra son las divisas; las que tenemos se nos van en medicinas y alimentos. Incluso, si las tuviéramos, la experiencia de otros escenarios nos dice que un Banco Central solo no podrá contra la depreciación de la moneda nacional”.

Va a decir algo más, pero prefiere callar. Esa es otra lección que ha aprendido: oírmás en estos tiempos convulsos. No hay que saber de todo, sí, tener el teléfono del que sabe.

A su lado el economista parece interpretar su silencio repentino como una invitación a expresarse y decide hacerlo:

- No es simple operar la política económica lidiando con el efecto combinado de la inflación que afecta a los mercados internacionales. Anoten que en los últimos dos años nuestras exportaciones cayeron en picada, y eso se ve en el producto interno bruto (PIB). Para colmo se no están acabando las “dipironas”, que venido el caso serían seguir intentando detener la inflación desde la política fiscal; y ni pensar en nuevos financiamientos desde el exterior, porque en el apartado del bloqueoel cuartico está igualito.

“Añádase la presión que le imprimen al proceso las remesas desde el exterior, en efectivo o desde las tarjetas magnéticas. Estas reflejan la existencia de un sector de altos ingresos que está dispuesto a pagar mucho por mercancías o servicios. Por ende, establecer por decreto una cotización para productos de alta demanda a la larga termina beneficiando a los que tienen el poder adquisitivo y no a los de bajos ingresos,a quienes se pretendía favorecer”.

Para tranquilidad de sus interlocutores el analista tiene algo que proponer:

- “Habrá que continuar buscándoles soluciones a los problemas estructurales e institucionales del modelo económico cubano, encontrando el equilibro entre planificación-centralización de un lado y ampliación de las prerrogativas empresariales estatales o no. Sin olvidar los desequilibrios macroeconómicos que 'alimentan' a la inflación.

¿Y el escriba?, ¿qué resume en su libreta?

“Es sumamente peligroso creer que somos una isla dentro del concierto económico cuando cada uno de los actores tiene un rol importante y las acciones irremediablemente influirán en el resto de los participantes; no importa si se trata de un trabajador por cuenta propia, de una nueva empresa privada o de una gran empresa estatal.

“Ampliar las prerrogativas del empresariado estatal para fijar precios va en el camino correcto; mas, por sí solo ese paso no resolverá nada si no viene acompañado de una adecuada preparación y asesoramiento, y especialmente, de mucha transparencia en las decisiones económicas.

“Era necesario el ordenamiento monetario cambiario por la insostenibilidad de seguir conduciendo a ciegas a la economía cubana. Solo que ahora pagamos los efectos de creer que la normalización con los Estados Unidos era irreversible; que tendríamos más tiempo para engrosar las reservas de divisas necesarias para equilibrar la devaluación del peso que vendría con ese paso y terminamos haciéndolo in extremis.

“No pueden establecerse medidas que potencien el mercado y luego pretender que no existe.

“La inflación es apenas el síntoma de problemas más serios que deben afrontarse a sabiendas que hacer economía construyendo el socialismo siempre pasará por preguntarnos cuál es la noción de prosperidad que queremos: si la del engrandecimiento individual a todo costo por encima de quien sea o el del progreso nacido del avance común, ese que no niega el crecimiento de cada quien, pero que lo concibe en racional articulación con el otro”. 

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