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Las Tunas.- Cuando se dice que el nuevo Código de las Familias de Cuba es un reflejo del país que ya tenemos, es porque en miles de hogares el amor trasciende los vínculos sanguíneos y el respeto a las diferencias es la bandera que enarbolan, entre ellos se encuentran las casas de niños sin amparo familiar.

En Las Tunas, justo en el corazón de la ciudad, está ubicada una de las dos casas de este tipo que radican en el municipio cabecera, donde infantes y adolescentes de 7 a 18 años de edad conviven en la armonía de un hogar diferente; en él se reinventan para colocar los afectos por encima de cualquier historia del pasado que los llevó hasta allí.

las tunasHablar con Lisandra Simón Márquez, la directora de esta institución, es conocer que independientemente de que se rijan por normas o resoluciones para su funcionamiento, el trato con los niños es propio de una familia, y en eso se convierten, en una familia grande y diversa.

Simón Márquez dijo a la Agencia Cubana de Noticias que aquí priman el respeto por las pertenencias de cada cual, su closet, el espacio personal en cada una de las habitaciones y, sobre todo, respeto a las opiniones, muchas veces encontradas por las diferencias de edades y caracteres, aunque por lo general llegan a consensos.

Una veintena de trabajadores hace funcionar la maquinaria del hogar para que horarios, comidas y tareas sean cumplidos con éxito, todos tienen su misión en la educación de los 10 beneficiarios, seis adolescentes, dos pequeños y dos muchachas ya adultas que esperan por la asignación de su vivienda.

La licenciada en Enseñanza Especial explicó, además, que si bien la adolescencia es la etapa más complicada, porque es cuando sus cuerpos y pensamientos comienzan a transformarse, es allí donde ella quiere estar con mayor énfasis y oídos atentos, así, poco a poco, se ha ganado que le digan mami o Lisandrita.las tunas2

Nuestro reto cotidiano es hacer crecer en ellos los mejores valores, por eso, les enseñamos que nadie tiene la culpa de lo que les haya sucedido en el pasado y por eso no hay que ir por la vida dando golpes, al contrario, hay que valorar, querer y respetar a quien te quiere, puntualizó.

Al ser varios trabajadores y diferentes maneras de ver la vida, tratamos de unificar un criterio tras escuchar las opiniones de nuestros protagonistas -agregó-, así les enseñamos que aunque a veces no entendemos los puntos de vista de otras personas, hay que ponerse en su lugar y pensar desde la empatía y el respeto por las diferencias.

En la cotidianidad, ella y su equipo multidisciplinario abogan por que la institución se convierta en un hogar más allá de las etiquetas y nombres establecidos; las conmovedoras historias que los llevaron allí poco a poco se disipan con un bálsamo bueno, uno en el que el ingrediente fundamental es el amor.

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