violencia ecuador

Quito.- Ecuador se encamina a unas elecciones presidenciales anticipadas en las que la derecha sigue experimentando con modificaciones en las figuras que escoge, pero siempre con el objetivo de eliminar todo lo que huela a izquierda, y más cuando la nación está en constante ebullición por la extrema inseguridad en la que subsiste.

Una vez más se demuestra que en el país suramericano ya las fórmulas políticas reaccionarias no están configuradas por cuadros avezados, ni tienen que ver con tecnócratas o banqueros, como lo es Lasso.

El avatar del liderazgo conservador ahora viene capitalizado por unos personajes antipolíticos, desatados, incorrectos, que quieren ensayar por la vía que sea y demeritan el sistema democrático que, realmente, no lo es. Los primeros venían a "salvar la democracia", pero estos prometen ahora acabar con el "sistema político corrupto".

En el caso ecuatoriano, se hace más hincapié en la eliminación total de la violencia desatada por la delincuencia, algo loable, si se cumpliera cabalmente, evitando la fuerza innecesaria de las "fuerzas del orden".

             CHANCE AL CORREÍSMO

Después de poner obstáculos a la candidatura presentada por las fuerzas correístas -siempre perseguidas, por ser más populares-, el Consejo Electoral de Ecuador (CNE) la aprobó junto a otra de matiz contrario.

Así, podrán aspirar las candidaturas presidenciales de Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana (RC5), afín al expresidente Rafael Correa, y Fernando Villavicencio, del movimiento Construye, abiertamente anticorreísta. González está acompañada de Andrés Arauz, y Villavicencio, de Andrea González.

Por ley, la candidatura debe estar integrada por una mujer, y solo Luisa González es la única aspirante a la presidencia.

Con ello, el CNE aprobó finalmente las candidaturas de ocho grupos políticos inscritos para los comicios presidenciales anticipados del próximo 20 de agosto.

Además, la autoridad electoral ya había calificado a los binomios integrados por Yaku Pérez y Nory Pinela, de la alianza Claro que se puede; Jan Topic y Diana Jácome, de una coalición liderada por el Partido Social Cristiano; y Xavier Hervas y Luz Marina Vega, del movimiento RETO.

También del binomio Daniel Noboa y Verónica Abad, de la alianza ADN; Bolívar Armijos y Linda Romero, del movimiento Amigo; y Otto Sonnenholzner y Érika Paredes, de la formación Actuemos.

El CNE prevé anunciar la lista oficial de binomios calificados el próximo 6 de agosto, mientras que la campaña electoral arrancará el día 9 de ese mismo mes.

Los comicios presidenciales y legislativos se llevarán a cabo, repito, el 20 de agosto próximo, en una primera vuelta electoral que podría derivar en una segunda ronda el 15 de octubre con los dos más votados.

Las autoridades elegidas completarán el período 2021-2025, interrumpido ante la llamada "muerte cruzada" decretada en mayo pasado por el actual presidente del país, el conservador Guillermo Lasso.

El gobernante optó por disolver el Parlamento, recortó su período y forzó a las elecciones anticipadas, en un momento en que el Legislativo se disponía a votar su eventual destitución.

                        REMEMORANDO

En las primeras dos décadas del siglo, por lo general los liderazgos derechistas estaban representados por experimentados cuadros políticos conservadores que tenían como único objetivo, públicamente evidenciado, acabar con los avances progresistas y, sobre todo, con cualquier redistribución de riqueza, que llamaron populismo, siempre en nombre de la democracia. Y es esto lo que ha venido cambiando.

No obstante, todos con un discurso radical de derecha y desde un posicionamiento de preparación de un escenario con un mayor grado de belicosidad.

Tienen un enfoque ideológico que va dirigido a narrar los problemas que aquejan al pueblo. No se quedan en discursos abstractos como "la libertad", "contra el comunismo" o la "defensa de la democracia", sino que producen significado político para disputar el malestar social por medio de un repertorio que toca la fibra popular: la delincuencia desatada, la crisis, la migración "desbordada. Y a eso le suman los fabricados o no escándalos de corrupción de la izquierda y la factura por el descalabro de la economía.

Este enfoque de interpelación popular, junto al liderazgo antipolítico, ha conseguido ventajas para conquistar una diversidad de votantes en los sectores populares, especialmente de la clase trabajadora.

Su posicionamiento de outsiders funciona como convocatoria rupturista frente a un "régimen corrupto", en el que incluyen tanto al liderazgo de izquierda -casi siempre judicializado y criminalizado por los medios-como también a la derecha moderada, a la que acusan de jugar a una política de negociación con las fuerzas progresistas, en vez de proclamar una caída y mesa limpia.

                        SUPERTOPIC

Así llamó un portal amigo a Jan Topić (se pronuncia Tópich), la principal apuesta de la derecha para sustituir a Lasso, acabar con el correísmo y "entrar por vereda" a la gran masa delincuencial.

Incluso se dice admirador del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, por el tratamiento que les ha dado a las pandillas, aunque soslaya que no goza del apoyo de Estados Unidos, que lo llamó dictador, luego de que emprendió una cruzada contra la corrupción.

Topić, de 40 años, se promociona como un excombatiente de guerras suscitadas en la República Centroafricana, Costa de Marfil, Yibuti y Siria.

Agrega que su más reciente participación en un conflicto bélico fue en Ucrania, en el 2022, cuando combatió al ejército ruso. Dice que estuvo aproximadamente un mes y medio en el campo de batalla.

Reiteró que estuvo seis años en la Legión Extranjera Francesa. Que se enlistó no por dinero, sino por "ideología y convicción". "Por querer hacer de este mundo un lugar mejor", añadió, sin sonrojarse.

De acuerdo con la Superintendencia de Compañías, en Topić Feraud es presidente de Telconet S.A.; también está al frente de Inmobiliaria Leonortres S.A., Cable Andino S.A., Cajamarca Protective Service y Smart Cities S.A.

Hace cuatro años, Topić fue protagonista de una pelea por la que se le acusó del delito de violencia intrafamiliar. El aspirante a mandatario agredió físicamente a su hermanastro en medio de una disputa de bienes adquiridos durante el matrimonio de su padre y su entonces esposa, Tamar Verduga.

Sobre ello, asevera que se trató de un evento familiar lamentable, pero también deploró que la prensa "haga tanto hincapié" sobre este caso. "No soy un hombre violento", trató de hacer creer.

Sobre el caso Odebrecht, por el que él y su padre fueron investigados por el presunto delito de tráfico de influencias, manifestó que hubo "falta de control a los contratistas del Estado"; sin embargo, insistió en que la ju$ticia los ab$olvió de cualquier cargo.

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