Las Tunas.- El cambio generacional de los Leñadores, iniciado durante el ciclo dorado de Pablo Civil, ha despertado mucho debate a su alrededor. En un comienzo seguido con precisión de cirujanos y en la actualidad asimilado con normalidad. A pesar de las emigraciones, aunque si bien es cierto en menor medida respecto a otros territorios, Las Tunas mantiene a salvo la clave del último lustro: combinar la experiencia y el ímpetu de las jóvenes figuras.
En esos azares de la vida, Denis Peña disfruta de una temporada más allá de la consagración, sino de entrar en la élite del béisbol en Cuba, justo cuando camiseta y edad comparten el mismo número (28). Mientras la otra cara de la moneda, en las cercanías de las cuatro décadas, descubre a un Yosvani Alarcón que todavía cuenta con mucha dinamita en sus muñecas y el liderazgo de pocos.
Denis, ajeno a lesiones en esta campaña, ha revelado el potencial de su madero para convertirse en uno de esos atletas capaces de aportar en abundancia, sin siquiera provocar tanto ruido a su alrededor. En 30 desafíos comanda a los verdirrojos en acápites puntuales como las carreras impulsadas (31), los jonrones (8) y la frecuencia de los mismos, al conectar un vuelacercas por cada 14 veces al bate.
“Tuve una buena preparación, con objetivos y metas por cumplir, de ahí provienen los resultados positivos. También es una satisfacción permanecer sano, pues eran habituales las dolencias, pero me he cuidado mejor y hasta ahora marcho bien. La ambición radica en aportar todo lo que pueda a los Leñadores para buscar ese título una vez más”, expresó el versátil jugador a la prensa local.
Para una idea más certera del despegue de Peña, a falta de un buen trecho para la mitad del calendario, ya presume de su cifra más elevada de cuadrangulares desde su debut en el 2015. Sin embargo, la contribución del jobabense supera el espectro de las estadísticas y aborda lo intangible con el protagonismo en circunstancias de tensión, así como ha realizado en diversas ocasiones y con el ejemplo reciente del segundo enfrentamiento con los Azucareros de Villa Clara, el cual decidió con doble a las lejanías del jardín central con las bases llenas.
Con compañeros en las almohadillas, Peña Rivero promedia para 364, gracias a 24 imparables en 66 turnos, con cuatro bambinazos y 11 extrabases. Los 18 remolques en 56 oportunidades con otros tuneros a 90 pies del home plate le sitúan alrededor de los parámetros de calidad con un 32,1 por ciento; en tanto, habla por las claras y a viva voz de la productividad desde el cajón de bateo.
Con el terreno como vía de expresión, el utility confiesa que “las esperanzas siempre van a estar ahí de integrar un equipo nacional o superarme profesionalmente en una liga foránea, a través de algún contrato”. Sin dudas, la práctica lo ubica en el radar de aficionados a lo largo del Archipiélago, solo urge que también suceda en los rectores del deporte en el país, pues los méritos han de premiarse.
Alguien a quien la justicia del proceder-recompensa le ha dado la espalda en múltiples momentos es a Yosvani Alarcón. Luego de marcar época con la camiseta de las cuatro letras, la veteranía y ciertos problemas a la defensa echan por tierra el impacto de su swing, según el punto de vista de los principales entrenadores.
Aun así las virtudes con el madero por parte del “máscara” lo encumbran entre los elegidos, pues en su decimonoveno certamen presume de un average de 444 y, por si fuera poco, un promedio de embasado de 507 que se traduce en llegar “safe” a los cuadrados blancos una vez por cada dos visitas a la “goma”. Asimismo, Alarcón guía a los suyos en anotadas (31), producidas (53), conexiones de más de una base (22), slugging (778) y OPS de 1285. Los datos solo engrandecen al afrontar las situaciones apremiantes, puesto que cinco de los siete estacazos de vuelta completa han encontrado acompañantes, mientras exhibe 10 extrabases en igual condición.
Los propósitos de Alarcón fijan el norte en los 13 home runs que lo distancian de los 200, además de las 30 empujadas de la varilla de 900. Al unísono deja en entredicho el abandono de los electores de la nación. Si es válido reconocer la amplia gama de selección dada la posibilidad de explorar cubanos en los distintos circuitos del orbe, también resulta imperioso que el tunero, al menos, cuente con la opción de buscarse un sitio en alguna que otra convocatoria.
A la Serie Nacional debe ocupar el lugar donde pertenece porque de no hacerlo sería un sinsentido mantener un torneo de tal envergadura ante la presente situación financiera. Ello implica la igualdad de preferencia de los peloteros que intervienen en la lid doméstica con relación al resto; si bien las brechas de calidad marcan pautas, el derecho de inscribir nombres en las preselecciones se obtiene en la grama. En tanto, el bosquejo del “Cuba” queda de reojo, Abeysi Pantoja y la nómina del Balcón de Oriente significan los ganadores de poseer bajo su mantra a atletas del nivel de Denis Peña y Yosvani Alarcón, baluartes de la ofensiva.
