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Las Tunas.- A las 6:00 pm del martes 27 de septiembre, una llamada telefónica convocó de prisa a un grupo de operarios, técnicos y especialistas que hasta la fecha laboraban de manera anónima para la mayoría de los tuneros.

Ante la fatalidad del colapso del Sistema Energético Nacional (SEN), Cuba entera quedó a oscuras, los pronósticos no anunciaron una solución inmediata, aun así, en poco tiempo se generó electricidad para las zonas priorizadas del territorio. Esa “luz” vino desde casa.

“Nunca habíamos hecho algo similar y menos en un instante que requería tanta inmediatez. Sí se habían hecho pruebas, pero nada de tanto peso, y ese peso lo sentimos en las espaldas... Recuerdo que nos llamaron por teléfono y a las 6:00 de la tarde estábamos todos aquí, hasta los que no les correspondía trabajar.

“Logramos la generación en isla sin inconvenientes y a las dos horas estábamos aportando electricidad. A pesar de las tensiones, del compromiso grande que tuvimos en esos días, de verificar cada proceso dos y tres veces, de velar el mínimo detalle, puedo asegurar que ha sido una de las experiencias más bonitas que he tenido y, sobre todo, la más gratificante”, confiesa Osvany Casalí Galbán, jefe de la central eléctrica Fueloil Las Tunas.

Asegura a 26 que el emplazamiento de más de una década fue concebido para el respaldo del SEN, o sea, para activarse en coyunturas energéticas en los horarios de máximo consumo, pero a consecuencia de la actual crisis su contribución ha sido perenne.

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DE ALTAS TEMPERATURAS Y MUCHO EMPEÑO

La central, enmarcada en los lindes de la antigua Fábrica de Botellas, en esta ciudad, cuenta con 12 grupos electrógenos de 2,5 megawatts, pero hoy solo funcionan cinco a causa de la falta de piezas de repuesto, que no entran con la regularidad necesaria ni en las cantidades que se requieren.

Julio César Tamayo, jefe de Mantenimiento en la unidad empresarial de base, comenta que los golpea la inexistencia de vielas, pistones, bombas de combustible y una larga lista de componentes que a pesar de la gran capacidad innovadora del colectivo limita la puesta en marcha de más motores.

“El movimiento anirista nuestro es fuerte y comprometido -aclara. De por sí el trabajador eléctrico es muy sacrificado y tiene sentido de pertenencia, respeta el papel vital que desempeñamos en el momento que vive el país. Desde este escenario se siente el peso del bloqueo económico contra la Isla, nosotros sí lo vivimos a diario.
“Ahora mismo tenemos problemas con el sistema de enfriamiento, la temperatura de la nave de motores es de casi 50 grados y ahí están nuestros operarios lidiando con el ruido ensordecedor, el calor, las vibraciones, los gases”.

PUERTAS ADENTRO

Héctor Pérez tiene 28 años de edad y es el jefe de la brigada de Mantenimiento Mecánico. Hace turnos de ocho horas y su espacio laboral está dentro de esa nave, donde confiesa que ya se siente como pez en el agua, pero aun así, él y sus colegas, deben rotarse y salir a coger aire, tomar agua y respirar profundo, porque allá en las entrañas de la generación el ambiente es nocivo y peligroso.

“Es bastante agotador, el escape de los gases y la mala iluminación crean un entorno difícil -explica Héctor. Trabajamos con maquinarias viejas, pesadas y cualquier avería puede provocar un accidente grave. Esta ocupación tiene sus complicaciones, de hecho el ruido afecta la capacidad de los oídos, y ya en mi caso se hace sentir.

“Qué les voy a decir, días atrás cuando terminaba mi turno me iba a mi casa y me tocaba esa noche de seis a siete horas de ‘apagón’. Aunque estuviera muy, muy cansado, no podía dormir, tenía que subir a la placa con mi niña porque llora mucho y no se duerme con calor. No solo me sucede a mí, para muchos es igual, cada día nos contamos las peripecias del tiempo a oscuras. Uno labora para dar electricidad, pero eso no significa que sea para nosotros, sino para donde haga falta”.

Iván Hernández, jefe de Brigada de Mantenimiento de Motores, es veterano en la entidad y asegura que allí ha transcurrido una parte significativa de su vida. Él vio cómo se erigió el emplazamiento energético y sufre ahora el quebranto de la nave, las tecnologías añejas, el deterioro de la automática.

“Me he dado a la tarea de enseñar a los más jóvenes. Aquí la mayoría de los obreros no llegan a los 30 años y se ve madurez, responsabilidad y muchas ganas de aprender. Por eso estamos orgullosos”, subraya Iván.

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ENTRE METAS Y PROYECCIONES

Casalí Galbán enfatiza que entre los planes para lo que queda de año está la recuperación de dos motores y así aportar 12 megawatts. En este empeño cabe resaltar la gran cantidad de recursos que demanda la generación, pues en la actualidad con cinco motores la central consume diariamente alrededor de 35 mil litros de fueloil.

El enclave cuenta también con 20 motores instalados en Guiteras (Puerto Padre), de los cuales seis se encuentran activos. Entre ambos generan unos 18 megawatts, “luz” que va cargada de sacrificio local.

Como parte de una estrategia de las principales autoridades del territorio, Acinox Las Tunas se enfrascará, de conjunto con estas instalaciones, en la recuperación de otros motores y el mejoramiento de las naves.

DEL FUELOIL AL DIÉSEL

En la central Diésel Las Tunas, en las cercanías de La Canoa, el panorama es más o menos igual, aunque la materia prima sea distinta. Yuniel Parra Surit, al frente del sitio, asegura a 26 que también tuvieron los pelos de punta con la generación en islas, cuando el colapso del SEN, y se enorgullecen de haber abastecido el área de los hospitales.

“La base cuenta con 16 grupos electrógenos, de ellos actualmente funcionan cuatro, los otros están indisponibles por falta de piezas de repuesto y mantenimiento capital”, detalla Parra Surit.

“Nos hemos proyectado recuperar dos más y realizar los mantenimientos. En diciembre esperamos tener ocho motores encendidos y llegar a los 10 megawatts. Impulsamos la misión con mucha entrega, los cuadros estamos siempre presentes, contamos con el respaldo de las autoridades locales y el colectivo asume cada contienda con la responsabilidad que caracteriza a nuestro ramo”.

En esta plaza energética se consumen al día cerca de 35 mil litros de diésel y sus directivos aseguran que tienen cobertura para más de 60 horas. Eliéser Almeida, jefe de turno y fundador de la base, afirma que se organizan en turnos de 24 horas y velan por cada detalle de manera que no se interrumpa la generación.

“Muchas personas ignoran nuestra faena, no saben ni que existe esta central. Aquí se labora sin descanso, salvo cuando hay lluvia fuerte, en ese caso paramos los grupos para su protección. Le aseguro que también verificamos periódicamente los sistemas de protección contra los rayos. Estamos preparados siempre”.

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ELECTRICIDAD NUESTRA

Ambos emplazamientos proyectan el crecimiento de su generación antes de que concluya el 2022, en pos de ayudar en la compleja situación energética del país. Cuentan a su vez con colectivos competentes y comprometidos con la función importante que desempeñan.

Llama la atención en dichos centros la falta de personal, con números considerables de puestos sin cubrir, cuestión que debe solucionarse con los estímulos que se han asegurado para el pago de los trabajadores por alto desempeño.

En el caso de la base de La Canoa, enfrenta además, serios problemas con el transporte, pues está muy apartada de la ciudad y el personal no tiene garantías de llegar a tiempo o de encaminarse a sus hogares después de una larga jornada.

Estas instalaciones, como muchas otras en Cuba, adolecen de piezas de repuesto, mantenimientos capitales, inversiones y modernización, que no logran alcanzarse en buena medida por el criminal cerco económico, comercial y financiero de Estados Unidos. Una cuestión que desde estos predios se agudiza y suma malos ratos a las familias tuneras.

 

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