maria amton

Las Tunas.- Benedetti y Gardel vinieron a mi mente mientras María y Tony hablaban. El primero por aquello de "hagamos un trato: yo quisiera contar con usted. Es tan lindo saber que usted existe (…). Que usted sabe que puede contar conmigo" y el segundo por la certeza de que, salvando las distancias, 30 años no son nada.

Caricatura MaríaEsa presencia amorosa que abriga, acompaña y respalda la manifiesta ella, cuando habla de que cada "uno está para el otro". Así andan por la vida María Caridad Sao Rodríguez y Antonio Medina Segura (Tony), desde que alguna vez se encontrasen a los 22 años de edad de la muchacha de pelo rubio y a los 27 de él, rebelde, soñador, amador sin reposo; hasta entonces con un azaroso andar en asuntos del corazón.

"Lo primero que me prestó fue una biblioteca, en esencia literatura india, como el Panchatantra y Cuentos del vampiro; libros que hasta la actualidad conservo y son parte de mis títulos de cabecera", recuerda quien hoy es conocido por ser exponente y defensor del humorismo gráfico en Las Tunas. "Me aceptó con mis locuras", dice, y al instante añade: "Aprendí a darle más valor a ella que a mí mismo. Aprendí que ellas son mejores que nosotros, como la tierra que fertiliza y, de esta manera, hemos construido nuestra relación y andamos siempre pensando en trabajar y querernos un poquito".

La ve y la describe hermosa, inteligente, creativa, dócil y a la vez fuerte; de esas esencias se enamoró en los duros años 90 cuando verificó, en la práctica, y lo expresa con jocosidad, que "el amor no entra por la cocina".

Ofrece, añade ella, mucha seguridad y paz saber que "tienes a alguien a tu lado que está para ti y para quien, a la vez, tú estás. Cuando logras eso, posees un buen compañero de viaje". A esa certeza ha llegado tres décadas después de ese primer día, y de haberlo "arrastrado" tantísimas veces a una peña literaria, de haberlo animado a cursar estudios universitarios; ser su cómplice en la orfebrería, su "representante" en esa y otras labores, y compinche de aventuras en el trencito vía a Manatí, tan solo por la satisfacción de ver a la descendencia y los sobrinos.

"Ha sido un soporte para mis dos hijos y me ha acompañado en su educación, tanto es así que la buscan más que a mí cuando tienen algo que conversar", cuenta él.Caricatura Antoms

"Fuimos conociéndonos. Creo que las relaciones son entendimiento, tolerancia, respeto… ya llevamos más tiempo unidos que lo que habíamos vivido hasta antes de conocernos. En este camino, nos hemos construido y apoyado", reflexiona, a su vez, la humorista gráfica, escritora y profesora de la Universidad de Las Tunas.

La escucha y retorna a esos años iniciales en los que tuvo la certidumbre de que "no importa que digan que está trillado hablar de amor". En su nombre se han seguido en cada sueño y juntos se les ve lo mismo en una actividad profesional que en las lides cotidianas de una cola o en las compras en el agromercado. "No hay dudas. Hay seguridad y mucha paz en ese sentimiento", argumenta la "culpable" de que el pincel de Antoms (nombre artístico de Tony) saliese a la luz definitiva a contracorriente de negativas y juicios externos.

Como una especie de mantra sin receta ambos tienen la idea de que "la vida es como un espejo, si la miras sonriendo, te sonríe". Les gusta reír y ver esa expresión de goce en sus similares, practican la bondad y tienen el deseo de que los quieran, en esencia son los mismos de siempre; en su unión y en el andar diario.

"No existe el tiempo para nosotros. Todo fue ayer, aunque hayan transcurrido 30 años desde el primer encuentro. No vivimos en abundancia, pero somos felices y pinto mejor que en épocas de mayor prosperidad", sentencia, a modo de resumir el "buen vivir" que los acompaña y les insufla optimismo, aprendizajes, sabiduría y plenitud en el amor.

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