elmer almaguer paaneque foto migueldnLas Tunas.- Siempre que hacíamos cierre juntos en el entonces diario 26, a finales de la década del 80' del pasado siglo, Elmer Almaguer Paneque y yo tratábamos de imponer nuestra posición diferente en la forma de utilizar el color rojo con mayor cordura, pero sobre todo, sustentados en los conocimientos que teníamos del diseño y huyendo quizás de la norma que existía, muy generalizada, del uso del rojo de manera indiscriminada.

Cuando comenzábamos a definir la primera plana, Elmer me decía: "Hoy rojo solo el machón". Era a modo de broma, pero como para dejar sentado que lo utilizaríamos adecuadamente. Un día quizás se nos fue la mano de acuerdo con los conceptos de los demás colegas del consejo de dirección, a quienes les encantaba el rojo, y todos los titulares de esa jornada lo utilizábamos en negro, pero basados en la sobriedad y un estilo que había que reconocer por los demás elementos gráficos usados, y un equilibrio evidente de los cuatro cuadrantes de la comunicación visual.

Así, ya con la primera página diseñada, mirábamos con agrado nuestra obra, convencidos de que habíamos logrado algo diferente y bien pensado, y comentábamos el impacto que causaría la circulación de aquella edición del 26, cuando llegó el director, a echarle un vistazo a lo que sería rostro del medio.

- ¿Quién se murió? -preguntó el jefe con cara de pocos amigos.

- ¿Cómo que quién se murió? -respondí.

- Sí, porque si la primera solo tiene rojo el machón es porque estamos de luto o ha pasado algo.

- No, es un estilo que se usa en el mundo -traté de explicar, pero me paró en seco.

- En el mundo puede ser, pero aquí no.

- El problema es que nos avisaron que debíamos ahorrar el rojo porque no hay tinta -se atrevió a bromear Elmer con su cara muy lúcida y la ironía que siempre lo caracterizaba.

- Elmer, esto es serio -dijo nuevamente el director. Ahora mismo vuelven a hacer la primera plana y sin inventos -sentenció. Entonces tuvimos que recomenzar nuestra labor, con formato y diseño nuevos, cargados de rojo.

Cuando el jefe se marchó, Elmer me dijo: "Ahora vamos a poner en rojo hasta las fotos". 

La anécdota corrió de boca en boca y los bromistas no cesaban de meterse con nosotros, y cuando nos veían juntos comenzaban con los más diversos chistes desde que cambiáramos el color del machón hasta las más inesperadas bromas.

Elmer siempre fue un tipo mente rápida para captar y transmitir ideas. Aun cuando alguien pensaba que él estaba inmerso en sus formatos y diseños tenía el don de estar atento a todo lo que se conversaba y pasaba a su alrededor, y al menor descuido metía su "cuchareta" y se desembarcaba con frases y pensamientos únicos, emblemáticos.

Más de 30 años dedicó Elmer al periódico 26, desde que dejó de ser fundidor en varias industrias para convertirse en formatista del diario, como alumno de Antonio Morales en sus inicios, y como profesor después de todos los que se acercaban a la especialidad en la que dejó una bella hoja de servicios.

Hoy, Elmer ya no está físicamente, y evocarlo sigue siendo un lujo, sobre todo para recordar y reírse con las mil anécdotas de las cuales fue protagonista en un alto porcentaje junto al colectivo, y para corroborar siempre que durante toda su vida él fue "Elmer mente rápida". 

 

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