ahs Sociedad liceo

Las Tunas.- Un amplio salón, dos niveles y una céntrica ubicación en la calle Joaquín Agüero de esta ciudad, distinguen al corpulento edificio donde hoy radica la filial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Las Tunas.

En la memoria de José Ángel Naranjo, un octogenario artista de la plástica, retornan remembranzas de los bailes de salón que con periodicidad marcaban la rutina citadina por esos lares, cuando la aristocracia republicana se reunía en sus predios con fines instructivos o de recreo.

Cuenta que un Liceo fundado por el año 1905 impregnaba en esa esquina una peculiaridad que distinguía a las demás asociaciones de la urbe. Conocido a partir de 1922. Allí se congregaban personas de la clase alta todas las semanas, como espacio de acercamiento e intercambio.

Pero la discriminación por posición o raza se hizo sentir con vehemencia, pues en el primer nivel solo era permitida la entrada de lugareños de color blanco, con acceso a finas bebidas y a la sutil melodía de la música clásica. Mientras en la planta superior se juntaban negros y mulatos para la degustación de dulces y otros alimentos, pero siempre con ingreso por la puerta trasera del inmueble.

"Recuerdo que muchas veces nos llamaba la atención la elegancia y el buen gusto de la época; éramos niños y aquello nos despertaba curiosidad y admiración, a la vez que en la terraza se veían los de clase media y pobre", refiere uno de los vecinos del lugar.

El Liceo no solo fungió como escenario de entretenimiento, sino que también ayudó a sus miembros en cuestiones educativas e incluso de atención médica, en una ciudad que apenas contaba con muy pocos galenos al triunfo de la Revolución Cubana.

Sin embargo, la sociedad que en 1959 pasó a ser centro de actividades recreativas de carácter popular y más tarde sede de la AHS hace poco más de tres décadas, fue parte del abanico sociocultural que matizó a esta ciudad en el siglo XX.

La Logia Hijos de Hiram, instituida el 24 de julio de 1911, para la transmisión de valores éticos, patrióticos y morales; la Unión Fraternal (1918) para negros y mulatos; inclusive una Sociedad Árabe y una Colonia China en la década de los años 40, caracterizaron las formas asociativas en la tierra del Mayor General mambí Vicente García, siempre determinadas por factores económicos, religiosos, históricos o culturales.

Dicen que las historias de los pueblos las cuentan sus calles y edificios; en esa zona por donde antes confluían las más versátiles y diversas formas y estilos de vida, parecen latir aún las huellas de una sociedad que vivió la más alta efervescencia de clases durante la República Neocolonial (1902-1959) en la aldeana imagen que definía al Balcón del Oriente Cubano.

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