Salieron personas a la calle a reclamar de manera pacífica.

La Habana.- Mientras el mundo se enfrenta a una era de turbulencias y guerras provocadas por la crisis sistémica del capitalismo neoliberal, Cuba, además, libra una lucha sin par contra quienes se han proclamado, de palabra y acción, como sus más enconados enemigos.

Esta vez el golpe principal sería en Santiago, el lugar sagrado, la ciudad que guarda en su seno tanto honor y tanta gloria, la insurrecta, la rebelde, la patriota.

"La comparsa de los infames quiso salir ayer a bailar con el dolor de los cubanos… Se quedaron con las ganas", escribió en la red social el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Cibersicarios y otros especímenes que actúan en el ámbito digital, a partir de la información que les brindaron los servicios especiales, trabajaron incansablemente durante semanas, sobre debilidades y deficiencias, sobre automatismos, miedos y estereotipos identificados.

Desde las cómodas poltronas de sus casas, o escondidos detrás de las cámaras web de sus computadoras, bien lejos de las calles que querían "calentar", pretendieron sembrar el caos en nuestras ciudades y pueblos, valiéndose del descontento por los apagones y las carencias que provoca el bloqueo.

Buscaban utilizar la calumnia y la mentira como misiles para ablandar las defensas y tomar por asalto ese bastión inexpugnable que es el alma de nuestra nación.

Sí, salieron personas a la calle a reclamar, de manera pacífica, sin violencia. Cualquiera que vea las imágenes de nuestros policías, sin escudos, sin cascos, sin armas para lanzar gases lacrimógenos, sin carros de agua, junto al pueblo, comprende la diferencia que existe entre los que llamaban a la violencia y ese pueblo que reclamaba la atención de las autoridades.

Millones de dólares del contribuyente estadounidense se gastaron para, mediante una feroz campaña de descrédito, manipular la opinión pública interna en la Isla, confundir, sembrar el miedo, la inseguridad y la desconfianza en la dirección revolucionaria.

Desde las granjas de bots, creadas por los laboratorios de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), se lanzaron miles de noticias falsas, multiplicadas para saturar al receptor, limitando su capacidad de análisis y de respuesta objetiva.

Si analizamos el comportamiento de los sitios digitales, sobre todo de las redes sociales, veremos que en los últimos días se multiplicaron las "noticias" relacionadas con hechos violentos, supuestos "actos masivos de corrupción", "protestas populares", etcétera.

Por otro lado, la intensa campaña promovida desde territorio estadounidense fue acompañada, sin miramientos, por la Embajada yanqui en La Habana, lo que motivó la respuesta digna del canciller cubano.

"El gobierno de Estados Unidos debe respetar los estándares mínimos de decencia y honestidad que se esperan de una misión diplomática", señaló en el miembro del Buró Político del Partido y ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla.

Como era de esperar, ante tanto empaque intervencionista, la Cancillería de Cuba convocó al encargado de Negocios de EE.UU. para protestar por la conducta injerencista de su Gobierno.

La sangre no corrió, como querían, por las calles de la Isla. No se incendiaron nuestras ciudades y calles. Los cubanos nos mostramos con total hidalguía, nunca rendidos, siempre dignos, unidos, crecidos e incólumes ante la calumnia y la mentira.

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