
Puerto Padre, Las Tunas.- Hoy Adisleydis Bullaín Matos despertó con las urgencias y los retos de un día cualquiera, lo mismo lunes que domingo, y salió de su cama a “conquistar el mundo”, a ser útil, a intentar transformar el entorno para que cada jornada sea más provechosa.
Entre tantos empeños, quizás olvide que el 15 de Octubre es el Día Internacional de la Mujer Rural, una fecha que elogia a millones de quienes como ella demuestran su valía en la producción de alimentos y muchas otras actividades en sitios alejados de las luces citadinas.
Reside en el municipio de Puerto Padre, y está asociada a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Ramón Rodríguez, en la que ha brillado por su solidaridad, la calidad y cantidad de sus producciones y el apoyo a la comunidad, especialmente a sus mujeres.
“La finca tiene 25 hectáreas y dedico una parte a la producción de flores y a la crianza de abejas para incrementar esa actividad. Otro espacio es para la siembra de hortalizas y el resto del área tiene las plantaciones de alimento animal y los potreros para el pastoreo del ganado.
“Con la crianza de 63 ejemplares vacunos -entre ellos tengo machos, novillas y terneros- produzco leche para la entrega a la Industria Láctea. Igualmente, me dedico a la producción de aves, cerdos y carneros; y en este caso soy yo misma la que los pastoreo.
“Nosotros tenemos potreros, pero también alistamos áreas dedicadas a la comida de esos animales, especialmente caña de azúcar, lo que nos ayuda a evitar la desnutrición en las crías. Tener esos alimentos es la manera de garantizar las producciones hasta en los tiempos más difíciles de la sequía”.
La solidaridad de esta campesina, que también es dirigente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, no tiene límites y bien lo saben algunos residentes de la zona de La Bomba, en la periferia de esta ciudad, pues siempre está su aporte en las labores comunitarias. “No tengo mucho, pero colaboramos con las actividades que se hacen en la CCS y con los niños de la escuela”.
En sus tierras, Adisleydis permanece activa, buscando soluciones a cuanta dificultad aparece. Por ejemplo, la sequía ha afectado a casi todos los renglones que produce, pero no se rinde y, además de los pozos, aprovecha las precipitaciones, hasta para almacenar ese vital líquido.
Su esfuerzo y la voluntad de salir adelante se evidencian, además, en las rosas que cultiva. Para mejorar los indicadores productivos no le bastó con regar o podar oportunamente; se hizo de una colmena de abejas que contribuye a la fertilización de las flores.
“Estoy haciendo viveros para seguir incrementando su siembra. Yo las entrego a la cooperativa y por ahí se comercializan. También se usan para alguna ofrenda que se quiera hacer en las actividades pioneriles de las escuelas y para cualquier persona que las necesite”.
Ella es líder entre las mujeres de los alrededores y en la finca favorece su incorporación al trabajo remunerado y voluntario. Eso le satisface sobremanera porque se les da prioridad y, por tanto, son más valiosas para la comunidad y la Revolución.
Sus responsabilidades como labriega comenzaron hace poco más de dos años y hoy es evidente el cambio, lo que le da seguridad en el futuro. “Me gusta el trabajo como productora de la tierra. Son días agotadores, pero es bonita la vida en el campo”.

