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Las Tunas.- La noticia sobre la presencia del central Antonio Guiteras en la próxima zafra ha dado mucho de qué hablar. Una cantidad de opiniones, que van desde la aceptación hasta la denegación, por quienes consideran que el "Majibacoa" era la ficha clave que Las Tunas debió situar en tan alta responsabilidad.

"Un ingenio técnicamente en mejores condiciones, más fácil de reparar, fuerza laboral competente y una carrera productiva reconocida por el país", figuran entre los argumentos esgrimidos en favor del más joven de los centrales tuneros.

Y sí, todo eso está muy bien. Pero, cuando le pregunté a Eddy Felipe, representante de Azcuba en la provincia, por la razón que sustenta la inclinación por el coloso del municipio de Puerto Padre, su respuesta fue clara y tajante: "La poca disponibilidad de caña por cosechar en las áreas abastecedoras del central Majibacoa".

Según estimaciones, suman 130 mil las toneladas (t) de caña declaradas aptas para procesarse, cantidad que a un ritmo de cuatro mil 550 por jornada -70 por ciento de la capacidad potencial del ingenio- solo alcanzaría para 24 días de operaciones.

Seamos realistas. Asumiendo toda la complejidad que supone una zafra -desde los preparativos, hasta la puesta en marcha de la gran cadena agroindustrial que la conforma-, no es factible movilizar todo ese aparataje, con el elevado costo que implica, para trabajar unas jornadas y producir un poco de azúcar. Mucho menos si eso implica vincular hacia allí las más de 500 mil t de caña contempladas por la empresa azucarera Antonio Guiteras. Ante esa realidad, pienso que la dirección de la provincia hizo lo que correspondía.

Y ojo, con la próxima sumarán dos las zafras en las que el "Majibacoa" en vez de azúcar lo que hará es meladura, un surtido muy demandado y con buen precio, que en las condiciones actuales resulta muy saludable para la economía de dicha empresa azucarera.

Bien lo saben los "colombianos", quienes por la misma razón, y a pesar de contar con una industria posiblemente en mejores condiciones técnicas que el "Majibacoa", llevan cuatro zafras al hilo a base de meladura, y eso cuando la electricidad lo ha permitido.

Pero si del descenso de la producción cañera y una industria totalmente obsoleta se trata, entonces el caso más crítico y de mayor preocupación en Las Tunas lo constituye el central Amancio Rodríguez, toda vez que lleva varios años de completa inactividad productiva y, por lo que se aprecia sobre el terreno, esa situación pudiera extenderse quién sabe por cuánto tiempo más.

Por lo tanto, basándome en tales experiencias y sin perder de vista el demoledor golpe de las afectaciones derivadas del bloqueo, de conjunto con la sequía, cañas quedadas y dificultades subjetivas, considero que ninguna de las tareas que actualmente enfrenta el sector aquí -exceptuando las reparaciones- compite en prioridad con la siembra de caña.

Campañas y años de planes incumplidos -ya sea por h o por b-, insuficientes atenciones a las plantaciones y, por qué no, a la fuerza laboral han contribuido al progresivo deterioro del dulce tallo, con énfasis en el sur tunero.

Tampoco en lo que va del segundo semestre la siembra ha evolucionado muy bien que digamos, pues el programa -"Colombia" 97,8 hectáreas (ha); "Amancio Rodríguez", 143,8 ha; Majibacoa, 562,6 ha; y "Antonio Guiteras", mil 92,5 ha- marcha con atrasos, en mayor o menor medida, en todas esas empresas.

Sería un espejismo pensar en grandes resultados en medio de las circunstancias agravadas por el bloqueo, pero otra pudiera ser la situación si al empeño se le pone mayor voluntad, tanto dentro como fuera del sector azucarero.

A mi memoria vienen aquellos tiempos en los que el Sindicato Azucarero organizaba competencias los fines de semanas, incluso, entre boyeros, en los que eran frecuentes las movilizaciones de apoyo a la siembra, en los que la dirección política y administrativa del municipio exigía a los organismos cifras concretas de áreas por atender, en los que la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) asumía el reto como una tarea de choque...

Nada de ingenuidad. Reconozco que las actuales circunstancias en nada se parecen a las de aquel entonces, mas abrigo la esperanza de que algo pudiera hacerse en función de rescatar lo que se pueda de aquel entusiasta y combativo movimiento de empuje a la agricultura cañera, especialmente a la siembra y limpia de las plantaciones.

Si algo faltara por decir, aquí dejo la siguiente interrogante para que piense, medite y en consecuencia actúe: ¿para qué centrales y plantas de los derivados si su razón de ser -la caña- anda en crisis? Tal es el dilema.

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