Las Tunas.- En el centro escolar mixto Simón Bolívar, entre preguntas y gestiones, muchos voluntarios se acercaban a ofrecer ayuda. Cuando le preguntaban qué necesitaba, su respuesta era simple y repetida: “No quiero nada, lo único que quiero es que mi papá esté con nosotros. Si mi papá está aquí, mi felicidad es completa”.
Estas fueron las palabras repetidas día a día por María Elena San Román Arias, joven que sufrió la pérdida de su casa tras el paso del huracán Melissa en el barrio de Miradero, en el municipio de Río Cauto, y que hoy agradece infinitamente toda la ayuda que le ha brindado Cuba y, sobre todo, el pueblo tunero.
Sin saberlo la adolescente, las horas en su comunidad se escurrían entre búsquedas y trabajo en la zona afectada. Distintas fuerzas peinaban áreas inundadas para localizar a las personas incomunicadas por la crecida. Una tarde, cuando menos se lo esperaba, y para sorpresa de ella, llegó lo que prometía ser su regalo preferido: su padre.
María Elena describió aquel momento con palabras que quedaron en la memoria de quienes las escucharon. Su voz se quebraba por la emoción y el auditorio comprendió que la presencia de su papá era lo que más contaba.
“Cuando lo vi venir no pensé en las cosas perdidas, solo corrí hacia él y me aferré con todas mis fuerzas. Sentí que volvía una parte de nosotros”.
Con la familia ya reunida, la comunidad de Las Tunas supo que María Elena cumpliría 15 años. En medio de la tragedia, entre no pocos voluntarios decidieron organizarle una celebración dentro del centro escolar, la cual sería la fiesta soñada por todas las niñas.
“No necesito lujos ni cosas materiales. Necesito que mi familia esté cerca y que los niños que se encuentran aquí evacuados sientan que también pueden tener un día de alegría. Si mi fiesta ayuda a eso, bienvenida sea”.
El plantel Simón Bolívar, transformado en salón de fiesta, fue un escenario donde se mezclaron la emoción y la sencillez de todos los que se encontraban presentes. Durante la celebración, María Elena tuvo varios momentos en los que habló pausadamente para quienes asistieron.
“Cuando la casa se inundó pensé que se llevaba también mi futuro, que mi día soñado no iba ser posible. Vine con mi mamá y mis hermanos a Las Tunas sin mi papá y cada noche me preguntaba si lo volvería a ver. Ustedes me trajeron algo que no esperaba; no solo regalos, sino la certeza de que todavía hay gente que se preocupa. Hoy, al bailar con mi padre, siento que recuperamos una parte de lo que se perdió. Gracias por devolvernos eso”.
Las instantáneas que le regaló el estudio fotográfico SX Fotos se guardarán en un álbum junto al recuerdo que hoy la acompaña. “Estas fotos son algo que pensé no tener nunca. Cada imagen me recuerda que es posible volver a sonreír”.
Hoy María Elena camina con la certeza de quien perdió casi todo y, sin embargo, recuperó lo esencial: a su padre y la solidaridad de un pueblo. Su historia combina la angustia por la pérdida, la felicidad del reencuentro y la alegría de un sueño hecho realidad en medio de la adversidad. En cada paso que da está la decisión de reconstruir la vida con la ayuda de quienes no la dejaron sola.
