
Las Tunas.- ¿Es pertinente seguir insistiendo en la necesidad de sembrar más caña, si la industria no dispone de condiciones técnicas para procesarla, y en los campos está la prueba evidente con las inmensas cantidades de gramínea quedada y requedada?
La interrogante bastó para que el avezado productor cañero José Luis Jomarrón Cera, presidente de la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) Diego Felipe, desbordara reflexiones útiles para recomponer el sector, corregir distorsiones y detener el declive de la zafra.
En esta UBPC, ubicada en el norteño municipio de Puerto Padre, sobre suelos de poca fertilidad siembran y dan atención cultural en secano a las plantaciones; sin embargo, su junta directiva y colectivo laboral tradicionalmente han demostrado que sí se puede tener eficiencia en dicho cultivo y en la diversificación de las producciones.
La caída de la zafra, ¿por la industria o la caña?
“Es el cuento del huevo y la gallina: si la industria no muele no habrá caña, y si no hay caña la industria no molerá -dice categórico. Hay que trabajar en los dos aspectos a la par si queremos alcanzar los resultados deseados. Los productores sabemos cómo hacerlo y tenemos conciencia de que se puede hacer mucho.
“Por la ineficiencia de la industria, que es a quien le vendemos nuestra producción cañera, se producen impagos de la materia prima -ya entregada y procesada-, lo que trae consecuencias nefastas para todo el sistema financiero de las unidades proveedoras, y afecta el pago de anticipos y la compra de insumos necesarios para la producción. Además, se alteran los costos, pues al no pagar a tiempo los créditos otorgados por los bancos aumentan los intereses y se derogan cantidades de dinero nada despreciables.
“Esa realidad frustra nuestras expectativas, pues en correspondencia con los índices que se expresan en los niveles actuales de producción, nosotros -los trabajadores y yo- teníamos proyectado cobrar, entre anticipo básico y estímulo por la evaluación del desempeño, hasta 17 mil pesos mensuales, y no fue posible”.
¿Hay cañas quedadas y requedadas en sus campos?
“En la pasada zafra se nos quedaron sin cosechar 14 mil toneladas de caña con aproximadamente 28 millones de pesos por cobrar, de los cuales ocho millones serían para gastos y 20 para distribuirlos, que representarían 200 mil pesos por utilidades para cada trabajador.
“Contrario a lo que la mayoría pueda pensar, la producción de caña es un proceso tecnológico y uno de los aspectos fundamentales es el balance de cepas. En el caso de las quedadas no puede sobrepasar el 20 por ciento, y cuando ocurre así afecta grandemente los rendimientos agrícolas y los industriales, y trae una considerable afectación económica.
“Hoy hay unidades trabajando con el 40, 50, 60 y hasta 70 por ciento de cañas quedadas que, además, se muelen desfasadas por las demoras en la zafra. Debían cosecharse en los meses de diciembre y enero, y se hace, a veces, en marzo, abril y mayo, aumentando el porcentaje de materias extrañas, uno de los puntos neurálgicos que deprimen los rendimientos. También hay algunas cepas que no se cosechan y pasan a la categoría de requedadas, y amplifican las pérdidas en la industria y a las formas productivas”.
¿Cuáles son los eslabones perdidos de la cadena?
“La recuperación cañera pasa por lograr la motivación de los trabajadores, formar en los colectivos laborales una conciencia de dueños de la producción; y, también, por asegurar, en lo posible, insumos imprescindibles como herbicidas y fertilizantes, reactivar la mecanización agrícola…
“Soy del criterio de que, para enfrentar el panorama actual, lo primero es atender al obrero, porque ahora mismo es el único activo que tenemos disponible y es capaz de generar muchos de los recursos que nos faltan. Hemos perdido 10 veces más de lo que hubiéramos gastado en acciones de ese tipo, pero no hemos atendido a esa fuerza, nos hemos quedado en los discursos, las buenas intenciones y en frases estereotipadas.
“Igualmente hace falta modificar la estructura productiva de las UBPC, que surgieron hace más de 20 años. Hoy ese sistema organizativo frena la eficiencia de las nuevas tecnologías e impide obtener los resultados esperados”.
Entonces, ¿considera que a la producción cañera no se le otorga en la práctica la prioridad que establece el diseño teórico del programa estratégico para la salvación del sector?
“Actualmente en documentos, directivas, resoluciones se estimula la producción cañera. El país ha hecho un enorme esfuerzo y el precio que tiene hoy la materia prima en condiciones normales sería muy ventajoso y estimulante para los productores; pero estas medidas llegaron un poco tarde, porque faltan los recursos precisos para dar el ‘empujón’ que la actividad requiere.
“Es cierto que en estos momentos no contamos con los suministros imprescindibles para mantener el sector, yo diría para salvarlo; pero no se puede desconocer que este universo, si es bien manejado, resulta capaz de autofinanciarse y dejar dividendos sustanciales a la economía del país. En otras naciones hay ejemplos que lo demuestran”.
En su quehacer, ¿cuentan con el apoyo institucional?
“Después de que se adoptaron las 93 medidas para la salvación del sector ha mejorado significativamente. En el proceso productivo somos acompañados por todas las instituciones indicadas, excepto el seguro que es demasiado costoso, y a pesar de ello no asume ni el 10 por ciento de los gastos que perjudican la producción. Hay sequías persistentes, inundaciones con grandes afectaciones productivas y económicas, y la Empresa de Seguros Nacionales (ESEN) no cubre nada, siempre busca justificaciones y a la mayoría de los casos no acude. Es el criterio generalizado entre los labriegos”.
¿Qué criterio tiene sobre la autonomía de las UBPC?
“Se ha manejado el tema de la autonomía, pero sin la observancia y la exigencia de que se tiene autonomía para hacer bien las cosas, sin chapucerías como a veces ocurre. Bajo el concepto de la autonomía de las UBPC muchas han sido mal gestionadas, otras han quebrado y no pocas, aunque son rentables, no alcanzan su potencial productivo. El Estado debe de dar autonomía, pero controlar más. Tiene que desempeñar otro rol, otro papel”.
¿Cómo capear el temporal?
“Hay que perfeccionar la atención a nuestros hombres y mujeres, despertar motivaciones, satisfacer sus necesidades crecientes y pagarles según su trabajo. Eso no es nuevo, pero hay que pagarles por estímulo, por la productividad, la calidad, la disciplina. Existe respaldo jurídico para implementar sistemas de pago que tengan en cuenta esos atributos, pero hay desidia en su materialización”.
En medio de esos avatares, ¿cómo logran la eficiencia en la ‘Diego Felipe’?
“En mi unidad todo el mundo cobra un estímulo por la evaluación del desempeño en la semana. Hay una organización del trabajo que a mí me parece perfecta para un modelo socialista y son los colectivos laborales, cuya creación aumenta el sentido de pertenencia, porque los trabajadores son dueños de todo, es una forma de propiedad colectiva; sin embargo, a su implementación no se le ha dado la relevancia que tiene. No podemos seguir apostando por la privatización.
“Hemos implementado una buena estrategia con el balance de cepas, y la aplicación de la ciencia y la técnica nos ha permitido obtener mayor población de los plantones. El rendimiento es de 42 toneladas de caña por hectárea (ha), en suelo de muy mala calidad y en secano.
“En la campaña de siembra de primavera el plan era de 82 ha y las sembramos sin pérdidas. Ahora ya tenemos la tierra preparada para comenzar la campaña de frío y plantar otras 73,4”.
Las palabras de José Luis Jomarrón Cera, de vasta experiencia en esta área, dejan claro que la zafra es un sistema y como tal hay que defenderla con una mirada integral que dé la posibilidad de trabajar, y hacerlo bien, para aprovechar mejor cada recurso y encontrar los puntos de equilibrio que alguna vez tuvo.

