Cuando se inauguró el transporte local casi todas las conductoras eran mujeresjpg

Las Tunas.- Aunque los médicos recomiendan caminar como una excelente opción para fortalecer la salud, recorrer a pie grandes distancias ha constituido siempre un fastidio. Tal vez fue eso lo que dio origen hace cinco mil años al invento más importante de la historia de la humanidad: la rueda. Su aplicación práctica vino en ayuda de los caminantes para dejar inaugurada la era del transporte público.

A juzgar por datos del Archivo Histórico Provincial, en 1903 comenzó a circular por las calles de la otrora Victoria de las Tunas el primer "vehículo" de pasaje del que se tengan referencias. Era un carretón tirado por dos mulas, con asientos laterales para 10 personas y propiedad del holguinero Quintilio Cruz Escobar. Cubría el trayecto entre el puente Wood de la avenida Vicente García y el paradero del Ferrocarril al "módico" precio de 0.05 centavos.
El negocio de Quintilio tuvo al instante numerosos seguidores, quienes promovieron la competencia en el debut tunero de la tracción animal. La ciudad era todavía pequeña en extensión y contaba solamente con unos pocos millares de vecinos. Pero los lugareños acogieron con beneplácito aquella alternativa que trajo un alivio para sus pies.
La iniciativa de los animales tirando de los carromatos se extendió al sector de los abastecimientos. Largos convoyes viajaban en una y otra dirección entre Las Tunas y el distante puerto de Nuevitas por caminos intransitables en marchas que duraban varios días. Por suerte, tamaño esfuerzo tuvo vida limitada, pues la situación cambió en el propio 1903, con la inauguración del Ferrocarril Central en la ciudad.
No fue hasta el 22 de enero de 1915 cuando lució su extravagante y ruidosa figura por las calles tuneras el primer automóvil. Era del tipo tres patas y al timón iba su dueño, un señor de nombre Juan Rosabal. Meses más tarde, el teniente coronel del Ejército Libertador Narciso Fonseca, comerciante de víveres en su tienda de la calle Ángel Guardia esquina a Maceo, rodó en la villa el primer camión, que pesaba seis toneladas. Días después de su estreno, y según reseñó la prensa local de la época, el vehículo se accidentó mientras cruzaba cargado de ladrillos por el único puente que teníamos a la sazón.
Para habilitarse de combustible, aquellos vehículos automotores disponían de un solo sitio en la ciudad: una primitiva bomba de gasolina situada cerca del paradero ferroviario y registrada a nombre de Juan Ramírez, quien personalmente le daba manigueta para hacer fluir el líquido desde el aljibe en que se encontraba depositado. Antes de la introducción de esa novedad tecnológica, el hidrocarburo se distribuía en latas metálicas con capacidad para dos galones.
Lo de las guaguas locales vino luego, tal vez entre 1930 y 1940. Ya la ciudad y su población se habían expandido e incrementado bastante, por lo que sus rutas comenzaron a recorrer su perímetro en diferentes direcciones. Aquellos vehículos originales tenían una singularidad común: todas sus conductoras-cobradoras eran del sexo femenino.

 

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar