combatiente minint
Las Tunas.- Hasta la fecha de este viernes 3 de junio, el día más difícil para Isael Hernández Martínez fue aquel en el que, en un curso de ascenso y descenso, no logró completar justo ese ejercicio. Y aunque el desagravio llegó la jornada siguiente, todavía recuerda que, en aquel primer intento como alpinista, su cabeza, por suerte protegida por el casco, quedó a escasos milímetros de la tierra.

No obstante esa memoria, mientras conversamos se apresura a decir que en un oficio como el suyo, los más complejo y retador siempre está por llegar. Con 34 años de edad, tres hijos y una familia a la que hay que condecorar por su comprensión, entrega y sacrificio, este joven oficial del Ministerio del Interior (Minint), en Las Tunas, debe mucho de lo que es hoy a este órgano al que llegó siendo un jovencito. Década y media después, atesora historias para contar de una vida de servicio, abnegación y rigor constantes.

Las palabras dicen mucho de quienes somos o de cómo pensamos y las de Isael hablan del orgullo de ser jefe del Destacamento de la Reserva del Batallón de Fuerzas Especiales: "elegancia", "energía", "sentido del deber", "cumplir" o "confianza" se repiten mientras pone razón y corazón en la descripción de la labor que lo desvela, aupa, lo aleja de casa, lo enamora, lo absorbe…y así, en una fértil madeja de sentimientos y emociones que, al final, le hacen rendir honor diario al uniforme.

"Asumir esta vida demanda mucho sacrificio y sentido de entrega a la Patria. Siempre que es necesario damos el paso al frente y cumplimos satisfactoriamente la misión asignada; a veces es duro, difícil estar tantos días fuera de casa, a veces no he llegado siquiera y tengo que virar pa´atrás; en otras oportunidades son las 2:00 o 3:00 de la mañana, me llaman y…a correr; pero bueno, la familia entiende, la familia sabe que somos un escudo de la Revolución".

Defensa personal, alpinismo, nado, tiro, táctica, carreras de largas distancias, infantería… cada jornada es un desafío y una oportunidad para crecer en autoridad moral y en destreza mental y física; dos aspectos que no van juntos, que no pueden faltar en su batallón.

La Cuba que anda, la que vive y lucha por ser mejor y porque la tranquilidad y el orden ciudadano no sean consignas o quimeras, la que tiene que funcionar con precisión de reloj suizo, la construyen jóvenes como Isael, en las horas de guardia, en el tiempo extra de posguardia, en las rondas por el litoral costero para impedir la entrada de drogas al país o una salida ilegal; la forjan a mano, a pulso, a golpe de sudor y amor.

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otra MinintDesde que inició su vida en el Ministerio del Interior como agente del orden público, la segunda suboficial Yurima Reyes Jorge quiso ser jefa de carro de patrulla ¡y lo logró! Hace cuatro meses asume esa función y pone un rostro femenino en un sitio tradicionalmente masculinizado y garante de la paz de nuestras calles durante el día y en las horas de sueño.

"Aquí estoy, cumpliendo con el deber y con el apoyo de mis compañeros de pelotón. Saber que poseo la confianza de ellos y que cuentan conmigo me hace sentir orgullosa", dice, entre sonrisas, esta joven de 23 años que es heredera de tantísimas cubanas que cada día emprenden el camino del deber, mientras crían, fundan hogar, viven los apremios de la vida social y económica del país… y se crecen e inspiran; inspiran respeto, admiración y autoridad.

Yurima es pequeña y alegre, al rigor diario le planta batalla con el mejor de los ánimos y la disposición a la orden del día; por eso cuando la Covid-19 tensó la membrecía de las filas entre los patrulleros, allí estuvo ella, predicando con su ejemplo, en la custodia de los balones de oxígeno que debían llegar con milimétrica precisión a las instituciones de Salud.

"Era una responsabilidad constante, nada podía pasar que interrumpiera ese flujo y nos hicimos presentes para llegar hasta el municipio que hiciera falta. Sabíamos que había que hacerlo; esa era nuestra manera de salvar vidas", comenta tras significar que sus compañeros oficiales, como ella, son parte del pueblo y para el pueblo trabajan.

Yurima sabe que los tiempos difíciles "son la mejor medida de cada cual" y aunque su camino en las filas del Minint aún es corto siente satisfacción del trecho andado. Su bandera, dice, es velar porque el futuro sea de paz, tal y como lo es el presente; esa certidumbre de vivir en tranquilidad es la que le regala cada día el abrazo de su hija al llegar a casa, y ella sabe que nada en el mundo se compara con ese sentimiento de seguridad, con esa fe de que se lucha por un bien común, que nos supera como seres individuales.

Leer más: Reconocen a combatientes del Ministerio del Interior en Las Tunas (+fotos)

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