Asalto al Moncada, victoria de la dignidad cubana

Las Tunas.- Aquella madrugada del 26 de julio de 1953 desbordaba pasiones. Un remolino de sentimientos acumulados y cuidadosamente entrenados en el silencio de la noche caía -esa mañana de la Santa Ana-  como torrente de mozos rostros sobre la legendaria Santiago de Cuba.

Desde la granjita Siboney, la historia irrumpía para consagrar el palpitar del Apóstol en el año de su centenario y librar a la Patria de la afrenta, la miseria, el latrocinio, los atropellos y los rejuegos políticos que perpetuaban la dominación extranjera en Cuba. Esa raíz forjada en la historia nacional y con las ramas hacia el futuro, guió a los jóvenes asaltantes de los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Granma.

Unos meses después del acontecimiento, en su alegato de autodefensa, conocido como La historia me absolverá, el joven abogado Fidel Castro Ruz, Líder de aquella gesta, junto con la exposición pormenorizada de los males de la seudorrepública, esbozó todo un programa de Gobierno que los revolucionarios se proponían llevar a vías de hecho una vez concretada su victoria y expuso las cinco leyes que conformaban la carta programática concebida. La tierra, la industria, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud fueron los problemas fundamentales denunciados en uno de los alegatos jurídicos más admirables de todos los tiempos.

Desde la fecha, hasta el día de hoy y tras la victoria del Primero de Enero de 1959, la "gran masa irredenta", prolongada en las nuevas hornadas de cubanos, ha hecho de aquella denuncia, realidad palpable, desafío y aspiración en el camino de un país próspero y sostenible. En lucha, desde entonces y como antes ha estado este pueblo, fogueado en la adversidad y en el ideal de soberanía.

El cantautor Carlos Puebla, en buen cubano, nos puso alta la parada cuando sentenció que "para nosotros, siempre es 26". Nadie mejor que los habitantes de esta ínsula para calcular el tremendísimo significado de ese estribillo que nos impone el reto de igualar en lo cotidiano la hazaña de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en aquella heroica jornada de julio de 1953. La aseveración del intérprete de temas emblemáticos de la cancionística nacional trasciende la letra y, en Las Tunas, adquiere el rostro de miles de mujeres y hombres que cada día tienen su 26 en fábricas, escuelas, terrenos agrícolas y empresas; cubanos que sueñan y hacen en colectivo la construcción de un país. Ese es el signo de una nación que desafía las dificultades y, como aquella mañana libertaria, echa a andar, desde sus raíces, sus motores pequeños para movilizar en pos de mayúsculos quehaceres.

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