Las Tunas.- Existen varias teorías sobre los orígenes fundacionales de la villa de San Jerónimo. Las más extendidas ubican el acontecimiento alrededor del año 1659.
Sin embargo, nuevas versiones del suceso van naciendo y, poco a poco, se abren paso en los espacios académicos.
Entre las voces que defienden el tema destaca Wilber Antonio Díaz Velázquez, quien actualmente trabaja en la emisora provincial Radio Victoria y se considera un apasionado de temas históricos.
Wilber, recorre los caminos de una búsqueda documental, que más que cambiar nuestro rumbo histórico, indaga en las maneras de otorgarnos fechas exactas para dejar de ser nómadas en el tiempo.
Por supuesto, consultar la documentación de Víctor Marrero, historiador de esta comarca, fallecido el año anterior, es tarea obligatoria y corroborarla con documentos de la iglesia católica local, casi un reto.
Sus revisiones lo llevaron al acta capitular del 10 de julio de 1994, redactada en el memorial Vicente García de esta ciudad, en la que Marrero encuentra documentos lo suficientemente capaces de negar el hecho de que Las Tunas fuera un pueblo en sus inicios.
Estas y otras muchas revisiones condujeron al fallecido historiador a establecer como primera fecha de fundación el año 1796, momento del que se retracta años más tarde para escoger 1690, que a decir del joven historiador es un tiempo muy precario para ser escogido como natalicio de la ciudad.
“El documento que demuestra esta segunda fecha lo hace coincidir con el nacimiento de la iglesia, ubicada al frente del parque Vicente García, en ese propio año. Esta propuesta no ha sido tomada en cuenta porque no existe evidencia argumentada de por qué Víctor Marrero escoge esta fecha cuando ya existía desde 1510 el sincretismo religioso, resultando esta la primera provincia del país en la que se practicó”, expresa Díaz Velázquez en su investigación histórica.
El propio Víctor Marrero, en su última entrevista dada a la revista Quehacer, dijo: “Debo confesar que cuando di por primera vez una fecha fundacional asumí una gran responsabilidad”.
Y es cierto, acumular en la memoria investigaciones que demuestren la veracidad de la existencia de esta tierra, poco poblada pero ya establecida, se hacía imprescindible; siempre teniendo en cuenta que muchos historiadores toman como primera fecha la fundación de la iglesia.
“Estamos hablando de una iglesia que por aquellos años 1500 no tenía un párroco fijo, sino peregrinos que venían todos los fines de semana, impartían sus misas los domingos y de ahí continuaban por la Isla su peregrinaje. Ellos venían de las provincias vecinas -asegura Wilber-, Holguín y Bayamo”.
Somos una de las últimas villas fundadas antes del 10 de octubre de 1868, lo que nos obliga a adentrarnos en la perenne necesidad de comprender por qué hasta la fecha, después de varios años y profesionales consagrados al estudio de nuestro terruño, no somos capaces de ubicarnos en las cronologías reales de la Mayor de las Antillas.
