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Las Tunas.- La singularidad de las vacaciones le aviva los "instintos". Mientras los adultos se "baten" entre la escasez de productos de primera necesidad, los nefastos apagones y demás y demás, Fabián se escurre de la casa y en cuanto se topa con los colegas sale a relucir el tema del momento: ¿quién pone los 120.00 pesos para comprar la caja de cigarros?

Sus padres ignoran el destino del niño de casa, lo hacen pegado al celular o en algún punto, copiando series japonesas, pero Fabi está pegado al humo repartido entre el piquete. Hablan a su propio ritmo, escuchan la música del momento en sus teléfonos y se quedan "celebrando" en la primera esquina. El dinero para la segunda cajetilla aparece y las bocanadas se extienden.

Para suplir sus necesidades monetarias, el muchacho recoge un saco de anoncillos de la casa de su abuela y hace bulticos que luego vende a 20.00 pesos. Sus progenitores lo califican de emprendedor y comentan con sus amigos lo desenvuelto que les salió el chico, pero nunca preguntan a dónde van a parar las ganancias.

El adolescente, desmedido y precoz no es el único con similares hábitos nocivos en el barrio y mucho menos de su edad. Y es que las adicciones, para los más jóvenes, son una suerte de juego prohibido que termina esclavizándolos cuando, paradójicamente, buscan libertad, novedad.

Según la Organización Mundial de la Salud es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación.
Los expertos explican que existen varios tipos de consumos y criterios para decir que una persona es dependiente de algún tipo de droga. Está determinado por la frecuencia, la cantidad y la pérdida de libertad ante estas sustancias.

Las adicciones no se curan por sí solas, algunas, las más nocivas, conducen a trastornos serios para la salud física y mental. En el caso de los más jóvenes juega un papel protagónico el acompañamiento de padres u otros familiares que puedan detectar la enfermedad y buscar ayuda médica.
El consumo de drogas legales (alcohol, tabaco, infusiones), e ilegales (marihuana, anfetaminas, cocaína y opiáceos) pueden causar diferentes enfermedades como el cáncer bucal, de estómago, laringe, hígado, páncreas.

Desde lo psíquico la persona mantiene el riesgo de padecer demencia alcohólica.
Las adicciones no hacen diferencias en edad, género, tipo de creencia o nivel cultural. Las consecuencias también las sufren los padres, hijos, hermanos, cónyuges, amigos, vecinos, y hasta desconocidos, víctimas de accidentes y actos de violencia.

Ninguna persona necesita de una droga para cumplir determinado proyecto de vida. Según los especialistas, enseñar a los niños a resolver los conflictos desde edades tempranas, ayudarlos a construir su autoestima, además de reforzar virtudes y potencialidades, es la mejor manera de alejarlos de las adicciones. El afecto, la compañía y la comprensión, también pueden ser efectivos a la hora de desmontar, al interior del universo juvenil, el mito de que los "juegos" por "prohibidos" son atractivos y fascinantes.

En las vacaciones, particularmente, nuestros hijos requieren del doble de supervisión, máxime cuando, como Fabi, entran en esa etapa de "tierra de nadie" y juegan a ser hombres, sin la suficiente madurez para hacerle frente a algo tan serio y definitivo como las adicciones.

 

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