
Las Tunas.- En la madrugada de un 8 de octubre, mientras la familia esperaba con nervios, la joven Maydelín Álvarez Avilés se preparaba para cumplir un sueño que había perseguido desde la infancia. No era un examen cualquiera, era la prueba definitiva para conducir.
Entre hombres y caras de sorpresa, allí estaba ella, pequeña de cuerpo, pero firme. Ese día, después de varios intentos lo logró, aprobó el examen práctico que le permitiría seguir el mismo camino de su padre. Con ello, convirtió en realidad lo que parecía imposible, ser abogada y chofer de ómnibus.
Graduada de Licenciatura en Derecho en la Universidad de Camagüey en el 2021, desde hace año y medio trabaja como asesora jurídica en la Empresa de Aceros Inoxidables (Acinox Las Tunas). Aunque se siente satisfecha con la profesión elegida, manejar una guagua fue su propósito desde que tiene memoria.
“Siempre me gustó conducir. Primero saqué la licencia de auto, categoría B, y después debí esperar dos años y un día para optar por la otra categoría. Los camiones nunca me llamaron la atención, lo que me gusta son las guaguas, porque era lo que veía a diario con mi papá. Él no me enseñó, yo aprendí mirándolo”.
Su historia está marcada por la tradición familiar, pues el abuelo igualmente fue chofer. Su padre, antes de jubilarse, manejaba un ómnibus urbano y en ese tiempo pudo acercarse más a la conducción.
Ya jubilado su papá, un amigo de la familia, quien se desempeñaba como chofer de Ómnibus Nacionales, le abrió las puertas para practicar. “En sus ratos libres, de noche; cuando iba a parquear la guagua, yo la llevaba a habilitar, siempre guiada por él. No era algo de todos los días, pero sí constante, y poco a poco fui aprendiendo.
“El camino para obtener la licencia de conducción estuvo lleno de obstáculos, cuando fui a presentarme me dijeron que debía hacerlo en un equipo que no perteneciera a esa empresa. Entonces recurrimos a otro amigo de mi papá, chofer de una Diana arrendada, y con él practiqué un par de veces; no fue mucho, pero aprendí rápido.
“Luego vinieron dos meses de vacaciones y no se pudo porque el chofer daba viajes a la playa. Todo era por turno y la situación se tornaba cada vez más difícil; sin embargo, yo seguía intentándolo. Desde el primer día que me presenté, todo el mundo se sorprendía, era la única mujer entre hombres y frente a un vehículo grande”.
Durante más de un año practicó sin bajar la guardia, con la complicidad de no pocos. “Mi mamá sí me veía, porque casi siempre cuando terminábamos las clases, los choferes trataban de que yo llegara conduciendo hasta la misma puerta de la casa. No era algo común, pero yo lo hacía con toda la felicidad del mundo”.
Maydelín es una excelente profesional, emprendedora de 27 años que no se deja vencer por prejuicios; hoy se prepara para un curso nacional que le aportará los conocimientos necesarios, pues su meta es, con el tiempo y la experiencia, conducir rutas interprovinciales.
“Son 45 personas bajo mi responsabilidad, recorridos que duran como mínimo cuatro horas. Me gusta conducir los viajes largos y si fueran de noche, mucho mejor; es más complicado, pero siento que disfruto más manejar en ese horario”.
Aunque no le gusta ser el centro de atención, reconoce que la aceptación de las personas la hace sentir bien. Así, entre leyes y carreteras, combina dos mundos que parecen opuestos, pero que en ella se complementan.
Una joven abogada anhela ser chofer de Ómnibus Nacionales, y con cada paso se acerca más a convertir en rutina lo que alguna vez fue solo un sueño de niña.

