
Las Tunas.- Este símbolo # es un habitual en los textos escritos hoy en la Internet y en general en las redes sociales digitales. Desde el 2007, cuando se usó por primera vez, con el fin de agrupar conversaciones, el hashtag o etiqueta, como diríamos en español, ha evolucionado, atravesado fronteras y conectado a millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, también se volvió la herramienta visible de algoritmos que nos “clasifican” y conducen nuestras opiniones en la red.
En realidad, el # no es nuevo en el ámbito de la informática. Por lo menos desde la década de 1970 era de uso común en lenguajes de programación como C y C++ para marcar directivas al preprocesador. También, recordarán los que en su momento vimos la llegada de los teléfonos fijos de botones, se usaba en sistemas telefónicos como la tecla de función.
Tampoco fue el ex-Twitter (X en la actualidad) el primero en valerse de este símbolo en la red de redes. Desde los años 80 y 90 del pasado siglo se le veía en los IRC (Internet relay chat) para etiquetar canales de conversaciones en línea. Pero todo lo anterior palidece ante lo hecho por el hoy X cuando el experto en redes sociales Chris Messina escribió: “¿Qué opinas sobre usar # para grupos. Como en #barcamp (msg)?”. Nacía así esta aventura comunicacional.
Al principio, Twitter no lo adoptó oficialmente, pero los usuarios empezaron a emplearlo de manera orgánica y en el 2009 decidió implementarlos como enlaces desde los cuales podían llegarse a búsquedas sobre temas concretos. Un año después los hashtags eran una función oficial, extendiéndose luego a otras redes como Instagram, Facebook y TikTok.
El protagonismo de Twitter-X, como foro de expresión de opiniones y de información, hizo que las etiquetas se tornaran en una herramienta clave para movimientos sociales, eventos en vivo y mercadotecnia digital, e incluso comenzaran a aparecer como parte de los titulares de prensa.
En la actualidad siguen siendo un instrumento clave en las redes sociales digitales, pero su uso varía según la plataforma y las tendencias actuales. Tras el cataclismo que supuso la adquisición de Twitter por Elon Musk, el # continúa presentándose como relevante en los debates públicos o noticias. En otros universos como Instagram son muy utilizados para descubrir contenido; y se considera que las publicaciones con al menos uno tienen un 12,6 por ciento más de posibilidades de ser compartidas por los usuarios.
En Facebook, su rol es menos notorio; empero, aún se usan en grupos y campañas publicitarias. Donde sí conservan su primacía es en TikTok, pues resultan claves para el algoritmo.
Esa importancia se extiende incluso en el “micromundo” digital que es China. Allí existen funcionalidades similares a los hashtags, aunque con diferencias clave. En Weibo (equivalente a X) su manejo es idéntico en la organización de temas o eventos; sin embargo, en Douyin (TikTok para el resto del mundo) el algoritmo está programado para priorizar contenidos basado en intereses más que en etiquetas. Mientras, en su equivalente a Instagram, Xiaohongshu usa etiquetas temáticas, pero menos como hashtags tradicionales; no así en la popularísima WeChat, que combina los mejores atributos de las redes sociales occidentales, pues allí el contenido se comparte en los llamados momentos.
¿“ENCANDILADOS” CON LAS ETIQUETAS?
Volviéndonos para el ecosistema digital cubano es imposible sustraerse a la pregunta de si son realmente influyentes los # en la opinión pública cubana.
Las estadísticas más aceptadas indican que es bajo su impacto en el proceso de conformación de la percepción de su realidad que se hacen los internautas dentro de nuestro país; especialmente porque no es Twitter-X, donde son más comunes los #, la principal red empleada por los cubanos, en Cuba, para informarse u opinar.
En esa creación de la noción de lo que ocurre estarían siendo más relevantes para las audiencias domésticas Facebook, en primer lugar, seguida de Telegram, WhatsApp e Instagram; junto a espacios como YouTube, en los cuales el peso de las etiquetas es comparativamente menor.
Los hashtags más “virales” a menudo asociados con Cuba expresan opiniones políticas extremas en una verdadera guerra asimétrica de contenidos. De un lado, una poderosa maquinaria contrarrevolucionaria que, con una chequera muy amplia, pone a su servicio la programación de los algoritmos que establecen como aparentemente predominantes etiquetas que en su versión menos agresiva solo se detienen en las “malas noticias” generadas dentro de nuestro Archipiélago.
Del otro lado, las fuerzas revolucionarias llevan años tratando de hacerse de un lugar en un campo de juego con la cancha inclinada en contra y jueces al servicio del rival. Esas condiciones ponen en duda la pertinencia de un empeño que parece tener poco o ningún impacto sobre el cubano promedio que vive aquí.

