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Las Tunas.- Desgasta este tiempo de pandemia. Afecta los amores, el hogar, donde anda la génesis de la vida y la sociedad. Nadie es igual, aunque seamos los mismos y aquí, entre nosotros, se nota más por la idiosincrasia del cubano y la existencia misma, llena siempre de retos quijotescos y un “después” que si bien es gerencial está colmado de dificultades cotidianas.

Cada conferencia del Ministerio de Salud Pública es un golpe de “cal y arena” para la mayoría. Y digo “mayoría”, porque en determinadas situaciones se cuestiona, pues el pueblo tiene ante sus ojos una evidencia que no ilustran las cifras, fundamentalmente en la cantidad de confirmados y fallecidos. Sin embargo, al titánico y respetado doctor Durán lo esperan y es un ser imprescindible en las mañanas del país. Su palabra es ley.

A veces, delante de los desmanes sociales que escucho, palpo y me cuentan, siento que el director nacional de Epidemiología suaviza con su ternura aquello que debemos informar en blanco y negro. De alguna manera, la gente tiene que entender que la Covid-19 no es juego. Si bien sobrevives, las secuelas son tan malas como la enfermedad. Entonces, aterrizo en la vacunación pediátrica, el inicio del curso presencial y todas las memorias que guardo de los comportamientos nuestros.

¿Seremos capaces de evitar en las escuelas y los círculos infantiles que los muchachos incumplan el distanciamiento y no se descuide ni un ápice la bioseguridad, cuando todavía no somos capaces de hacerlo en las colas y los lugares públicos? ¿Acaso no somos los mismos? Es decir, en esas filas no hay otros que padres, maestros, educadores, asistentes… Nosotros, en fin, los generadores del ejemplo y los controladores de que los alumnos sigan las normas. En blanco y negro, si lo logramos somos los superhéroes de las circunstancias y los modos. Usted entiende, ¿verdad?

Puede que no esté de acuerdo y piense que cuestiono una decisión que se hace cada vez más necesaria e impostergable. Error. Solo busco que interioricemos que la responsabilidad individual es la pieza clave para detener los contagios y, elemental, en reducir la posibilidad potencial de contraer el SARS-CoV-2. La vacunación no evita la enfermedad, nos ayuda a enfrentarla con una inmunidad fortalecida y nos aleja de otras complicaciones.

Eso hay que decirlo sin matices a los estudiantes en la casa, los matutinos, el aula, los medios de comunicación. Debemos enseñarles a ser responsables, a cuidar de su vida y salud. No se les puede inculcar una falsa realidad protectora, simular otro entorno cuando existe un enemigo mortal e invisible que acecha y mata, y hay cientos de personas sin dormir para que nadie muera, fundamentalmente, médicos y enfermeros. Tienen que saberlo en blanco y negro. De esto hay que hablar en voz alta, sin coloretes.

Como nunca, hogar y escuela, padres y docentes, han de actuar con puño unido. Ese, a mi parecer, será el éxito de este período docente. Un diseño del día escolar que refleje un esquema sabio, sinónimo exacto de cero contagios. Vacunarlos, sí, pero al propio tiempo lo más importante: “El virus sigue aquí y tú eres responsable de no hacerle el juego”.

Con la verdad de frente, con disciplina y control, sin violaciones ni paternalismos, Soberana 02 y Soberana Plus serán más. En grandes momentos, grandes decisiones. Llegó la escuela, bienvenida, pero ya no somos los mismos. La pandemia es un monstruo peligroso. Es preciso enfrentarlo en blanco y negro. Me entiende, ¿verdad?

 

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