Las Tunas.- Este 5 de junio el mundo entero se apresta a celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, con el lema “La Hora de la Naturaleza” y la fecha esta vez se dedica a la biodiversidad, por la gran preocupación que esta representa. El propósito es llamar a los líderes de todas las regiones, a poner el cuidado de la naturaleza en el centro de los planes de recuperación “posCovid-19”.
La Tierra que conocemos hoy es fruto de millones de años de evolución, moldeado por procesos naturales y cada vez más, por la influencia de mujeres y hombres. Las actividades humanas llevan décadas alterando el planeta y han causado una pérdida de la biodiversidad sin precedentes. Los glaciares se derriten aceleradamente, se pierden cada año grandes extensiones de bosque y los arrecifes de coral se han reducido a la mitad.
Eventos recientes como los incendios forestales a gran escala de Brasil, California (Estados Unidos) y Australia y la actual pandemia que ahora mismo lo estremece todo, nos demuestran que la Naturaleza está enviando un mensaje, una alerta. Si insistimos en irrespetar sus leyes, ello podría tener graves consecuencias para la humanidad.
Infografía de Radio Rebelde
Actualmente hay aproximadamente ocho millones de especies en nuestra "nave espacial", viviendo cada una en un ecosistema único. Cada miembro de esta biodiversidad juega un papel fundamental en el equilibro natural y sin esa armonía la salud queda comprometida porque agua limpia, aire puro y alimentos dependen de ella.
Según las Naciones Unidas, el 2020 “es un año de reflexión, oportunidad y soluciones”. Una nota publicada en su página web asevera que es el tiempo en que, más que nunca, “debemos expresar nuestra voluntad para aplanar y reducir la curva de la pérdida de biodiversidad en beneficio de los humanos y toda la vida en el planeta”. Recomienda, además, usar este período, en aras de aumentar la resiliencia de las naciones y comunidades, a medida que nos recuperamos de esta crisis.
Algunos expertos opinan que la crisis sanitaria mundial de la Covid-19 ha puesto en evidencia que el bienestar y la seguridad de nuestra sociedad están estrechamente ligadas a la salud de los ecosistemas. No son pocos los que creen que la devastación de las áreas silvestres, ha aumentado la exposición de los humanos a patógenos que permanecían aislados, lo que a su vez incrementa el riesgo de epidemias.
Cuba, a pesar de las políticas gubernamentales y de ser pionera en la protección y conservación de la biodiversidad y en la introducción de un enfoque sobre manejo de ecosistemas, no escapa de la problemática. El cambio climático es indetenible y debemos adaptarnos a las nuevas condiciones y mitigar lo mejor posible sus efectos en el desarrollo económico y social.
Entre los impactos de los escenarios climático, hidrológico y marino sobre los ecosistemas de la región, los científicos de la Isla preveen la disminución y extinción de especies terrestres y marinas, el aumento de especies invasoras, reducción y desaparición de humedales, cambios fisiológicos en especies vegetales y la migración al norte de vegetación arbórea costera, en especial los manglares.
El doctor en Ciencias Eduardo Planos Gutiérrez, investigador del Instituto de Meteorología y presidente del Programa Nacional Cambio Climático, decía hace algunos meses en una conferencia que “la adaptación no puede ser el empeño de mantener a toda costa el modo de vida y de producción del presente, o de conservar lo que inevitablemente se perderá. Se trata de mantener, con el apoyo de la ciencia y la técnica, lo que sea física y económicamente posible; y de construir, desde el presente, un modelo apropiado a las condiciones climáticas del futuro”.
Es por ello que cada 5 de junio se invita una y otra vez a la población mundial a ser más responsables en su forma de consumo, a los maestros a inculcar el amor por la naturaleza, a las empresas a desarrollar modelos más ecológicos, a los gobiernos a proteger el hábitat y a los jóvenes a alzar la voz por el futuro de la Tierra.