abogado las tunas

Las Tunas.- Antonio nunca olvidará la anécdota más memorable de sus primeros años usando la toga. Estaba prácticamente salido del cascarón cuando su otra pasión, la pelota, le consiguió cierta licencia deportiva de varias semanas para participar en el campeonato provincial. Cuenta que fueron a reclutarlo al propio Bufete Colectivo, porque desde pequeño le sacaba chispas al bate y se le colaba muchísimo al juego de las bolas y los strikes, aunque ya se había titulado abogado.

Rememora que partió contento a desafiar el sol. Era un muchachón lleno de energía y proclamó enseguida las leyes del terreno como prioridad. El susto se lo llevaría después. Mientras él sudaba en el terreno, muchos de sus clientes fueron en su búsqueda al bufete y al enterarse de que estaba de licencia las alarmas saltaron en masa: "¿Cómo que pelotero?, ¿mi abogado? Eso no puede ser".

A su regreso al trabajo descubrió que allí el "campo" estaba caliente. Le notificaron que le habían retornado 16 asuntos porque sus clientes se habían cambiado de "equipo", y aprendió que no era conveniente estar demasiado tiempo en el "banco" o saldría "ponchao" y de por vida.

Entre las risas y las remembranzas, Antonio Fernández Bermejo, aún en el Bufete Colectivo, ha labrado un prestigio como coraza a base de compromiso y de respeto por las leyes, la justicia y la profesión que lo sacó del campo de pelota para anclarlo a las rutinas de tribunales, apelaciones y de mirar a los ojos a la gente que lo necesita.

"Siempre tuve un alto sentido de la justicia, desde pequeño. Hasta en los juegos de niño yo quería hacer valer los criterios de lo que era correcto. Y a veces salirme con la mía -bromea. "Mis padres me decían: 'Tú vas a ser abogado, muchacho'. Y no se equivocaron".

Camagüey fue la tierra que lo vio nacer, crecer, desandar, tirar piedras y el terruño donde se decidió por la abogacía. Recuerda que en aquellos tiempos era más complejo lograr las metas universitarias y "había que perder las pestañas estudiando". En su año llegaron solo cuatro carreras y se alzó victorioso.

"Soy graduado de la Universidad de Camagüey del año 1987. Parece que fue en otra vida, porque la realidad era muy distinta y las motivaciones de los jóvenes eran otras también. Llegué al Bufete Colectivo con toda la intención de hacer una diferencia, de esforzarme al máximo, de estar a la altura.

"Desde entonces soy abogado penalista. Siempre supe que mis preferencias estaban ligadas a lidiar con los delitos y mirarlos de frente, investigar, estudiar. Recuerdo los casos más difíciles que me marcaron la vida y me pusieron los pies más anclados en la tierra. Es un trabajo de todos los días conocer al ser humano, cómo piensa, qué lo mueve".

DE LA MANO DE LA JUVENTUD

En el 2022, Toñín, como le dicen sus amigos, se convirtió en jefe del Equipo 2 del Bufete Colectivo, un grupo de abogados de oficio integrado por abogados de mucha experiencia, penales y por todas las generaciones egresadas recientemente.

"Confieso que trabajar con los jóvenes tiene un impacto diferente en la vida de un veterano. Uno se contagia con los bríos nuevos, con las ideas más modernas y también aprende. Mi tarea como jefe de equipo, además de repartir el trabajo de manera equitativa es educar y formar a los nuevos pupilos, que en este caso, son mujeres en su totalidad.

"El reto ha sido inmenso y ha exigido una preparación ardua; otra vez he tenido que estudiar como universitario. A partir del 2022 entró en vigor la nueva Ley del Proceso Penal y acarreó cambios legislativos importantes que debía dominar de inmediato.

"Fueron muchas las readecuaciones, más a tono con nuestra sociedad. Trajo la posibilidad de la nulidad de actuaciones, de la ejecución anticipada de las sanciones y, sobre todo, una mayor amplitud hacia lo que se conoce en el mundo como habeas corpus.

"Mi principal misión es trasladar la Ley correctamente a esas egresadas y guiar su trabajo, poner en el día a día la motivación que yo recibí de mis tutores. El Derecho es una profesión que se ejerce desde el humanismo, la sensibilidad y la justicia. Sin valores no puede haber defensa ni proceso.

"Trato de enseñar desde el ejemplo. Les explico la importancia de la declaración de un detenido, que puede ser en las primeras 48 horas. Siempre estamos activados. En los casos en los que las personas quieren un abogado de oficio, se comunican con nosotros desde Instrucción y tenemos formados tres equipos de guardia repartidos a lo largo de toda la semana, incluyendo sábado y domingo.

"Es una tarea compleja la que realizan estas jóvenes abogadas. La preparación en la Universidad es más bien teórica. Aquí les toca formarse de verdad y lo hacen con una responsabilidad que asombra. Hay que estar orgulloso del relevo, porque tienen unas condiciones que sorprenden".

 UNA PROFESIÓN, UN CAMINO

Antonio tiene las marcas del prestigio como impronta de vida. Hace dos años recibió la Toga de Honor, que se entrega a las personas que llevan más de 30 años dentro de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos ininterrumpidamente y cuya labor tenga reconocimiento social.

"Es un altísimo orgullo. En cualquier lugar del mundo un abogado siempre es reconocido socialmente y eso nos obliga no solo a sostener nuestro nivel como profesional, sino también nos exige desde el punto de vista social mantener una conducta adecuada. Somos un referente, sin lugar a dudas, para toda la población que nos rodea, los vecinos, la familia.

"En la casa nuestra hay siempre visitas imprevistas. Las personas que nos conocen llegan a cualquier hora, a la que menos te imaginas, a preguntar por el abogado y quieren esclarecer alguna duda, criterio, dilema personal. El Derecho te vuelve un servidor público, un operador que defiende, por encima de todo, los derechos de cualquier ser humano". 

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