Las Tunas.- El ruido constante de las máquinas forma parte de su día a día en la planta de regeneración del agua en la sala de Hemodiálisis del policlínico general docente con servicio de hospitalización Luis Aldana Palomino, en “Amancio”. Él es Jorge Luis Pomares López y sobre su espalda recae la responsabilidad de la vida de cada paciente allí.
Son cuatro hombres los que acompañan esta faena, se encargan de operar y preparar el agua que se utilizará con los hemodializados. La experiencia les permite conocer al dedillo el funcionamiento de los equipos; suman ocho años en estas funciones. “Supervisamos los relojes, la conductividad, la cantidad de litros de agua que tiran por minuto...
“En intervalos de cuatro horas se hace el proceso de regeneración en botellones, cada uno con su función específica y que de conjunto se encargan de eliminar las impurezas y el cloro del agua que se emplea aquí”.
Todo ese dominio Luis lo adquirió gracias a la superación profesional. “Yo era electricista y participé en el montaje de este servicio. Se presentó la oportunidad de cambiar de plaza, pero había que prepararse, estudiar, y así fue como llegamos a la Universidad de Ciencias Médicas y al hospital Ernesto Guevara, donde nos capacitamos como planteros.
“Para trabajar aquí debe gustarte. Ser plantero implica estar pendiente de los distintos parámetros… y, sobre todo, sentir compromiso con el bienestar de quienes están conectados a las máquinas”.
EL EMPEÑO DE CADA DÍA
Liennys Mercedes Calzado París, directora de Salud en el municipio, refiere que actualmente laboran con membranas nuevas, componente esencial de la hemodiálisis.
“Se deben limpiar con ácido cítrico para desincrustar la sal del agua que se adhiere con el uso. En caso de que no tengan solución, hay que sustituirlas.
“Gracias al Ministerio de Salud Pública obtuvimos seis membranas nuevas; tres se otorgaron al ‘Guevara’, que presentaba problemas con ese aditamento”.
Hoy la sala dispone de cinco riñones artificiales, de ellos tres en funcionamiento y dos, paralizados por piezas. “La dirección del ministerio ya lo conoce. Es un dispositivo de exportación, no la tiene el país y esperamos a que entre para proceder a reparar”.
Una característica que presenta esta área, según explica Calzado París, es que los pacientes de Nefrología se clasifican en amarillos (aquellos que presentan hepatitis o algún virus como VIH) y blancos (los que no tienen ninguna enfermedad en la sangre); por tanto, hay riñones para cada grupo.
“Tenemos siete en código amarillo y dos en blanco; para los primeros dedicamos dos máquinas. Si contáramos con las cinco podríamos agilizar la atención”.
Vinculada al cuidado directo, Saily Gavilán Fonseca se desempeña como médico asistencial del servicio y detalla que reciben enfermos de los municipios del sur, excepto de Jobabo. También han tenido de Sibanicú, perteneciente a la provincia de Camagüey. Ahora son mayoría los de “Colombia”.
“Contamos con todas las competencias profesionales para atender con calidad, tanto el personal médico como el asistencial, con sus enfermeras y técnicos que se encargan de sacar adelante este empeño”, puntualiza la galena.
Un gran alivio sienten allí, pues ha disminuido la cantidad de hemodializados con respecto a años anteriores, en los que han llegado a recibir hasta 31 enfermos. Aseguran que se debe a la labor de prevención que realizan otros colegas en las áreas de Salud, para que las personas con enfermedades crónicas de base, como la hipertensión y la diabetes, sean capaces de cuidarse más y eviten llegar al momento de conectarse a una máquina.