
Las Tunas.- La historia del entrenador Ramón Acosta Osorio no se mide en kilómetros, sino en vidas transformadas por el ciclismo. En el mundo del deporte, hay trayectos que se construyen a base de sacrificio y constancia.
Desde sus inicios en la provincia de Holguín, hasta sus más recientes éxitos en Las Tunas, ha dedicado su vida a formar atletas y dejar una huella imborrable en cada equipo a su cargo.
"Soy de la Ciudad de los Parques, llegué aquí en el año 1996. Comencé en la escuela de iniciación deportiva escolar (EIDE) Carlos Leyva González y de ahí pasé a la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) Provincial, donde inicié mi trabajo con el equipo juvenil. Esa primera etapa me marcó porque entendí que el ciclismo no era solo entrenar, sino también educar, formar y guiar a jóvenes que apenas daban sus primeras pedaladas en este deporte.
"Después tuve mi primera misión fuera de la provincia, trabajando en el Centro Técnico de Cienfuegos. Fue un reto grande, significaba salir de mi zona de confort y enfrentarme a nuevas dinámicas de trabajo. Sin embargo, la experiencia me ayudó a crecer como entrenador".
Su regreso a esta tierra oriental le dio la oportunidad de incorporarse al equipo nacional de esta disciplina en el 2006. "Esa etapa fue decisiva; me permitió ver el ciclismo desde otra perspectiva, con atletas de alto rendimiento y con la exigencia de representar a Cuba en competencias internacionales".
Desde el primer momento, Osorio entendió que este deporte no era solo cuestión de vida saludable, sino de tener un corazón dispuesto; significaba ser padre, compañero y amigo. Con esa filosofía fue formando a talentosos pupilos que bajo su guía pasaron de entrenar en carreteras cubanas a competir en los escenarios más exigentes del mundo.
"En el 2007 tuve la oportunidad de trabajar en Venezuela, con el equipo nacional de pista de ese país. Fue una experiencia enriquecedora; se aprende mucho cuando se visita el extranjero.
"Hay cuestiones a las que aquí no nos enfrentamos y que en competencias internacionales se vuelven evidentes, como organización, tecnología y preparación psicológica de los atletas. Todos esos elementos los puse en práctica al volver a Cuba".
Su regreso a la Isla fue toda una sorpresa; decidió incorporarse al Centro Técnico de Guantánamo, en el que permaneció por siete años. Es en la tierra del Guaso, junto a su equipo de aquel entonces, donde logra resultados importantes en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla 2018, Colombia, y un cuarto lugar en los Juegos Panamericanos de Lima, Perú, en el 2019.
"Después de tantos años lejos, decidí regresar. Ya estaba cansado de la distancia, de los viajes constantes y sentía la necesidad de estar cerca de la familia. Eso fue hace cinco años. Apenas una semana después ya estaba incorporado al trabajo con el equipo provincial.

"En ese momento, Las Tunas ocupaba el lugar 12 a nivel nacional. Poco a poco fuimos escalando posiciones, bajamos al tercer lugar; luego estuvimos entre el octavo y el tercero, y aunque en un momento nos mandaron al quinto, no nos conformamos. Habíamos trabajado demasiado, invertido recursos y tiempo, y sabíamos que podíamos lograr más.
"Nos propusimos hacer las cosas de manera más inteligente, llevar a los muchachos que realmente fueran efectivos, ubicar a cada atleta en los eventos en los que pudieran obtener medallas. Esa estrategia nos dio un resultado histórico: primer lugar en el femenino y segundo en el masculino. Fue un orgullo enorme para todos".
Cada evento deportivo ha sido una enseñanza, y cada atleta, una historia. Ramón confía en el ciclismo como herramienta de transformación social. Para él, cada jornada en el equipo nacional está cargada de exigencia y compromiso, con el fin de perfeccionar detalles mínimos.
Hoy la misión es otra, ya no son ciclistas consagrados los que siguen sus indicaciones, sino escolares que apenas aprenden a dominar la bicicleta.
"Cambiar la rutina de trabajar con un equipo nacional a hacerlo con escolares fue un reto mayor. En el equipo nacional los ciclistas poseen vasta experiencia, tienen una base sólida, solamente es pulir detalles, corregir errores puntuales. En cambio, aquí los niños llegan sin ninguna enseñanza, desconocen el lenguaje técnico. Hay que empezar desde cero, desde lo más básico: cómo sentarse en la bicicleta, hasta cómo enfrentar una competencia.
"Es más duro, se trabaja más, pero también es más gratificante. Para mí significaba un sueño personal, quería ganar un campeonato nacional con un conjunto escolar y lo logré. Ahora el objetivo es mantenernos entre los tres primeros, porque tenemos equipo para eso".
Después de varios calendarios compitiendo en distintos eventos, Osorio encontró en su familia la meta más importante de su vida. Reconoce que el ciclismo se lo ha dado todo, pero también le arrebató momentos irrepetibles con sus seres queridos. Asegura que reencontrarse con ellos es lo mejor que le ha pasado.
"El deporte me ha dado muchas alegrías, pero la familia es el sostén que me mantiene en pie. Ahora siento que tengo otro pedazo de mi vida conmigo. Sigo trabajando con pasión en el ciclismo, pero sin renunciar a lo más esencial, que es compartir la vida con las personas que me impulsan a seguir cada día.
"Al mirar atrás, me doy cuenta de que todo este trayecto ha valido la pena. He labrado mi camino en Holguín, Las Tunas, Cienfuegos, Guantánamo, el equipo nacional, Venezuela…, y en cada lugar he aprendido algo nuevo. Este deporte me ha enseñado que no hay atajos, solo con disciplina, esfuerzo y constancia se logran los resultados. Eso es lo que trato de transmitir a cada atleta, porque más allá de las medallas, lo que queda es la formación de seres humanos capaces de luchar por sus sueños".
Ramón no habla de retiro, habla de evolución, de seguir formando el futuro de Cuba, de seguir aprendiendo. Para él, cada pedalazo es una nueva oportunidad de avanzar.

