Elva protocolo Cultura

Las Tunas.- La encargada de protocolo y atención a visitantes en la Dirección Provincial de Cultura de Las Tunas, Elva Rabelo Guerrero, ocupa uno de esos puestos vitales en la maquinaria cultural que, por su naturaleza discreta, a menudo operan desde la trastienda.

Ella no solo gestiona calendarios e imprevistos; ella es la guardiana de la experiencia humana, asegurando que cada artista y creador, sea local o foráneo, encuentre en la provincia un hogar y un respaldo incondicional.

En este encuentro, a propósito de la celebración del Día del Trabajador de la Cultura Cubana, buscamos entender la pasión que impulsa su labor de servicio. Elva subraya que su faena exige una dedicación exhaustiva y constante, y estar siempre un paso adelante.

“La labor de protocolo implica una gran responsabilidad, y debo recalcarlo. Atender a nuestros creadores de Las Tunas y del país requiere de mucha y muy variada preparación -explica. Si hay un evento, no es suficiente con conocer las fechas; debo dominar el programa completo, el contenido, los participantes, porque a mí me llegan todas las preguntas, desde el horario exacto hasta la logística y el contenido de las actividades. Yo soy el punto focal, y eso me obliga a estar completamente actualizada y lista para resolver”.

Así, su trabajo abarca lo mismo la logística de traslado y alojamiento que la gestión de cualquier necesidad personal que surja, sirviendo de puente humano entre el artista y la institución.

¿Cuál es la parte más gratificante de su quehacer?

“Es la oportunidad inmensa de mostrar la calidez de Las Tunas. Es un privilegio ser el rostro que expone nuestros valores, nuestra cordialidad profunda. Queremos que el artista, el escritor, el creador no solo cumpla con su agenda, sino que sepa que la provincia agradece sinceramente su labor y aporte”, asegura.

El objetivo final es simple, pero poderoso: “Que se sientan a gusto, bien atendidos y, sobre todo, profundamente reconocidos por esta tierra”.

Esta calidad en la atención es, para ella, un factor decisivo. “Resulta fundamental. Influye directamente en el éxito de un evento cultural porque un artista tranquilo, bien asistido, puede concentrarse totalmente en su obra. Y más importante aún, la calidad del protocolo se convierte en la impresión más vívida que se lleva de nuestra ciudad, una carta de amor y hospitalidad que viaja con él”.

Por el contrario, ¿cuál es el mayor desafío o la situación más compleja que ha tenido que resolver?

“El desafío más grande de hoy es, sin dudas, realizar un evento y cumplir cabalmente con el programa en las actuales circunstancias”, reconoce con seriedad.

La especialista se refiere a las limitaciones cotidianas que exigen un esfuerzo extra de planificación. “Las restricciones de transporte y, a veces, los cortes de energía eléctrica nos obligan a una dinámica diferente, una que no da margen al error”. Esto exige “ser increíblemente ágiles en cada momento y estar preparados para reaccionar ante cualquier situación probable”.

Así, la resiliencia y la capacidad de improvisación se vuelven herramientas tan importantes como el cronograma oficial.

¿Alguna anécdota en especial, en los avatares de esos imprevistos?

“Lo que ocurre a menudo en el protocolo es que las situaciones críticas se resuelven con tanta prontitud y discreción que el público casi nunca se entera. Se trata de una labor de ‘magia silenciosa’. Sin embargo, el compromiso es la mejor anécdota.

“Es la constante búsqueda de una solución rápida, ya sea conseguir un medicamento fuera de hora, ajustar una dieta especial a último minuto o garantizar el traslado del artista cuando un vehículo falla. El protocolo es eso: prometer el 100 por ciento de éxito y cumplirlo, sin importar cuántos imprevistos haya que sortear en el camino”, subraya.

¿Este Día del Trabajador de la Cultura qué sentimientos le evoca?

“Para mí, significa celebrar la labor de quienes trabajamos directamente con la espiritualidad de la nación. La cultura, en su forma más pura, es la celebración permanente de lo bello, de lo que nos da energía, de lo que alivia el espíritu colectivo. Es reconocer que nuestro esfuerzo diario es una contribución directa a la identidad y la belleza de Cuba”.

Su mensaje final es un abrazo extenso a este sector tan notable.

“Mi deseo para todos -artistas, escritores, instructores de arte, promotores culturales, especialistas...- es que tengan un día especial, de gran celebración de lo que hemos logrado juntos: salvando nuestra identidad y cuidando nuestra nación”.

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