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“Mi nombre es María. Soy alcohólica y llevo seis años en la comunidad de alcohólicos anónimos (AA). Decirlo en voz alta nunca es sencillo. Casi pierdo a mi familia, la vergüenza que descubrí un día, cuando estaba sobria, en los ojos de mi hijo me trajo a este lugar, y pensé que ya no me salvaba…"

“Comencé a beber muy joven, pero esporádicamente; no lo veía como un problema porque cumplía con todas mis responsabilidades. Cuando culminé la Universidad seguí tomando más. Mi mamá sí lo percibía con claridad: 'Te estás volviendo alcohólica', pero no podía creerle, yo era una profesional y para mí el alcohólico era el que permanecía tirado en la calle, lleno de churre.

“Me fui de casa y no tenía a mami para regañarme. Con mi esposo, nos 'entonamos'. Cuando terminaba la comida, empezábamos; sin preocuparme por conversar con mi hijo, un adolescente, ni de ayudarlo en sus tareas.

“Después me comentaron lo que les confesaba a algunas personas: 'No sé qué hacer con mamá, ella toma todos los días con mi papá'. Él sufría y si protestaba, yo respondía: 'Soy la adulta, bebo con mi dinero, no te ocasiono ningún daño'.

“Entonces, alguien de AA se acercó a mí y me entregó un autodiagnóstico, que es un conjunto de preguntas para que una misma determine si tiene la enfermedad. En ese momento aún no estaba lista. Y pasó que por realizar tan mal mi trabajo, el dinero prácticamente no entraba al hogar.

alcohólicos anónimos

“Recuerdo que me despertaba a las 2:00 o 3:00 am con sentimientos de culpa. Me preguntaba por qué actuaba así. Hasta que un día me pregunté: ¿vas a seguir diciendo que tomas porque quieres o vas a reconocer que estás enferma y no puedes parar?

“Llegué al grupo por supervivencia. Gracias a este programa ya mi hijo no siente vergüenza de mí. Siempre queda el miedo a la recaída, porque dejar de beber es fácil, mantenerse sin hacerlo es lo difícil. Me siento más fuerte, mas no me descuido. Es un paso a la vez, y no hay atajos”.

                                                                           PRIMERAS LUCES ENTRE LAS SOMBRAS

En 1935, un corredor de bolsa norteamericano y un cirujano, ambos alcohólicos desahuciados, descubrieron que reunirse para hablar de su enfermedad espantaba un poco la compulsión por beber. De ahí surgió la simiente de AA. Este programa, muchas veces envuelto en mitos y brumas del Primer Mundo, hace décadas se coló en Cuba y en Las Tunas.

“Es sencillamente una terapia grupal en la que nos apoyamos, compartimos nuestras experiencias, fortalezas y esperanzas. Ese contacto con otras personas en tu misma situación ayuda a no darte el primer trago, que es el único que puedes evitar. Porque si das ese paso, tu conciencia se desconecta y lo que queda es el instinto animal”, comenta Daniel.

Para Alfredo el respaldo ha sido invaluable: “Aquí aprendemos que nuestra patología es incurable, progresiva y puede ser mortal. Si yo hubiera continuado bebiendo, hoy no tuviera matrimonio. Iba a llegar el día en que, al no poseer dinero, vendería cualquier objeto. El alcoholismo te lo quita todo y, al final, cuando no queda nada, entonces te mata”.

Yulier, coordinador del Área S, como se identifica a Las Tunas a nivel de país, cuenta que se organizan a través de comités y grupos base de recuperación. En cuanto a los primeros, existen varios, con diferentes funciones. El de Encamado, por ejemplo, va hasta el hospital psiquiátrico Clodomira Acosta y otros centros sanitarios para llevar informaciones a los ingresados.

“Actualmente existen cuatro grupos base, todos en el municipio cabecera, cada uno con su representante. También a nivel municipal se crea un comité, con un encargado al frente que atiende a los grupos de manera general. Y esa suerte de líderes componen a su vez nuestra asamblea en la provincia”, puntualiza.

Argelio, coordinador de los comités de Trabajo con la Comunidad Profesional y de Información Pública cuenta: “AA es una asociación con una organización diferente, porque los grupos base de recuperación son los que mandan al distrito (municipio), al área (provincia), a la región y a la oficina nacional. Damos mucha importancia a las individualidades y a la base.

“En Cuba, adquirimos carácter jurídico como asociación en el 2019, aunque funcionaba desde hace tres décadas. En la provincia cumplió 28 años. Queremos, a través de la Federación de Mujeres Cubanas, acceder a las féminas que padecen este flagelo, pues vemos que sufren más que los hombres por los estigmas sociales. En Las Tunas pocas forman parte de AA, igual ocurre con los jóvenes”.

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ALIANZAS QUE SALVAN

“Mi nombre es Argelio, soy alcohólico y llevo 14 años en AA, ¡14 años de sobriedad! ¿Qué puedo decir? Cuando tomaba era indeseable, marañero, mentiroso... Llegué al programa con la idea de que lo que me sucedía era que no sabía tomar, luego entendí que es una enfermedad.

“Hoy jaraneo con las personas; antes me molestaba con facilidad. Si me pasaban por al lado, imaginaba que hablaban de mí y ahí venía la discusión. Tuve lagunas mentales profundas, que me robaron anécdotas y años de mi existencia que no puedo recordar”.

Para Ismaray Pupo Grijalvo, especialista de Primer Grado en Psiquiatría de Adultos y jefa del servicio de Adicciones, el alcoholismo exhibe un alto índice en la sociedad tunera y aún no se visibiliza del todo con la gravedad que implica para la salud humana y como problema social. A pesar del apoyo que representa AA, la galena insiste en que en un primer instante resulta vital la desintoxicación. Por ende, la institución juega un rol clave en lograr recuperarse.psiquiatrico2Ismaray Pupo Grijalvo, especialista de Primer Grado en Psiquiatría de Adultos y jefa del servicio de Adicciones.

“Contamos con una sala en el 'Clodomira Acosta' destinada a la atención de estas patologías -refiere. Se han trazado estrategias para el ingreso de los pacientes, y por cuestiones de infraestructura conviven con otros que padecen enfermedades psiquiátricas, pero no interfieren en su rehabilitación.

“En estos momentos tenemos 10 hospitalizados con dependencia alcohólica. Acuden al Cuerpo de Guardia solicitando ayuda, y ese es uno de los criterios principales para permanecer en nuestro servicio: el deseo de dejar de consumir. Resulta imprescindible para que la psicoterapia sea efectiva”.

Comenta que allí generalmente van las personas en estado de abstinencia, con la sintomatología típica: temblores, sudoraciones y en ocasiones cuadros de alucinosis alcohólica, escuchan o ven cosas que no existen. “Cuando acuden en esas condiciones son ingresados por un período de 30 días. Existe un protocolo muy bien estandarizado. Inicialmente se comienza con inyecciones por tres días en dependencia de la clínica y en lo adelante revisamos sus signos. Luego incluimos el tratamiento oral si hay síntomas de depresión y ansiedad.

“Durante el ingreso se realizan actividades como las visitas del grupo AA a la sala, ahí interactúan y realizan psicoterapia. Como institución contamos con un equipo básico de trabajo bastante integral, conformado por trabajadora social, psicólogo, rehabilitadoras, psiquiatras y logramos ampliar la consulta en cuanto a sintomatología y terapia ocupacional.

“Las psicoterapias de grupo sí funcionan. Si alguien presenta algún tipo de trastorno personal o situación específica, se le da atención individualizada. De manera que se vaya recuperado, asintomático, con nuevas proyecciones de vida. Los tiempos actuales han traído más pacientes y se ven los resultados, porque los encuentras en la calle ya reincorporados a la sociedad”.

psiquiatrico3Hortensia Dolores Pérez Zaldívar, licenciada en Rehabilitación Social y Ocupacional y especialista principal de la sala de Alcohol y Drogas.

Hortensia Dolores Pérez Zaldívar, licenciada en Rehabilitación Social y Ocupacional y especialista principal de la Sala de Alcohol y Drogas, habla de la fortaleza de recibir el apoyo de AA: “Ellos acuden los miércoles a las 11:00 am. Enseguida fomentan los intercambios, y promueven la incorporación a los grupos tras el egreso de aquí, para continuar la rehabilitación.

“Trabajan con mucha pasión y realmente son muy efectivos, pues contribuyen a mantener la abstinencia. El alcoholismo duele, hay que entender eso, y cada vez acuden más jóvenes.
“Uno de los elementos importantes es el respaldo de la familia, y (atendiendo a determinadas patologías) en muchas ocasiones es necesario ese acompañamiento durante los 30 días de ingreso”.

                                                                                    VOLVER AL CAMINO

“Mi nombre es Cecin, soy alcohólico y llevo 22 años en AA. Aquí encontré paz y una nueva familia que me acepta con mis defectos y virtudes. El alcohol me obligaba a hacer cosas que no iban con mi personalidad. Siempre pongo el ejemplo de la vela, si usted la apaga a la mitad y no vuelve a encenderla, así queda para siempre. Yo había dejado mi vida apagada a la mitad.

“Llegó el momento en que no estaba bien bebiendo ni sin hacerlo, mi existencia se había vuelto ingobernable. Uno no se convierte en alcohólico de un día para otro; es un proceso, tiene sus fases. Al principio disfrutaba, pero el alcohol te va quitando valores espirituales, sociales, económicos y de otro tipo, que llevan, incluso, a atentar contra la vida.

“Es una enfermedad que te deja desahuciado. Cuando uno se ve solo, sin familia, sin nada material ni espiritual, cree que nadie lo quiere. De este programa no me puedo ir, porque si lo hago, sé exactamente lo que va a suceder. Después de rasgarte la piel, el alcohol te come y se mantiene ahí, al acecho”.

Como a María, Argelio y Cecín, AA ha cambiado el rumbo de muchos tuneros. La covid-19 deprimió de cierta manera el terreno ganado. Decreció en la cantidad de miembros y preocupa la escasa presencia de mujeres y jóvenes, cuando se sabe que en la práctica siguen siendo presas de este flagelo. Sus miembros buscan estrategias para sumar adeptos, pues únicamente existen grupos de base de Recuperación en la capital provincial.

Yulier, coordinador del Área S, en el pasado estuvo ingresado en el psiquiátrico. Escuchó una charla de AA y entendió el mensaje. Con conocimiento de causa alude que a pesar de las alianzas aún existe escaso apoyo de las instituciones médicas. Semanalmente solo disponen de una hora en el “Clodomira Acosta” para compartir experiencias.

Sueñan con que en el futuro próximo los puentes se ensanchen y algún médico, psicólogo, psiquiatra u otro profesional de Salud participe en sus actividades, y puedan irradiar conocimientos.

AA opera en más de 180 países. La única premisa que abraza es querer dejar la bebida. Su notoriedad nos llega porque aquí, los que alzan la mano y comparten su historia, por más novelesco que resulte, son rostros conocidos: padres, hijos, hermanos, pedazos nuestros en los que el alcoholismo ha clavado su garra.

 

 

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