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Hasta el día de hoy, la historia de Girón tiene el peso inevitable de los años. Sus protagonistas llevan en sí las huellas de esa contienda y otras posteriores, el signo de un país y su devenir

Las Tunas.- Digno Acosta Baldoquín y Argelio Acosta Escalante son protagonistas y testigos de aquella épica de la nación cubana. Ambos portan con orgullo, aún hoy, el uniforme verde olivo y el pecho coronado de medallas. Sin estos atributos pudieran parecer dos abuelos de los tantos que habitan la ciudad de Las Tunas. Pero el estandarte pleno de condecoraciones anuncia vidas dedicadas al esfuerzo y la entrega en pos de algo más que el bien personal. Al hablar con ellos se habla con una parte de nuestra historia. Es un viaje al pasado, inevitable si queremos preservar el futuro.

DIGNO, HONOR A SU NOMBRE

combatiente 206Desde muy jovencito, Digno conoció los rigores del monte donde se forjó en las técnicas de lucha. En la manigua aprendió a interpretar los sonidos de los árboles, de los animales, a vivir con poco, a reconocer los peligros, a confiar en sus instintos. Fue combatiente del Ejército Rebelde en la Sierra y en el llano. Creció rápido y vivió con intensidad.

Cuando se produjo la invasión a Playa Girón, ya tenía su vida definida y sabía bien con quién y por quiénes, su suerte echar.

‟¿Qué hace un joven que no defienda su Patria?”, me dice con total convicción de que obró en favor de su país.

Hasta Playa Girón llegó en abril de chofer conduciendo una antiaérea a remolque; pero como tantos otros "agarró el monte" y se fue al combate contra la invasión mercenaria.

‟Fidel nos dijo que venían a arrebatarnos la Patria y teníamos que sacarlos antes de las 72 horas, porque si hacían una cabeza de playa, establecían un Gobierno provisional”.

Al Comandante, rememora, lo vio de cerca, ‟así tan cerquita como la tengo a usted, periodista. El único presidente que ha ido al combate se llama Fidel Castro Ruz, más nadie”, sentencia con resolución para luego añadir que el Líder cubano orientó no maltratar a los prisioneros, ‟estaba prohibido maltratarlos, ofenderlos, darles un culatazo o cualquier otra cosa, y así lo hice”.

Digno cuenta y una se admira del valor y la entereza de carácter de aquel muchacho, cuya certeza de entonces es la misma de hoy. ‟Combatía porque vinieron a quitarnos la Patria y nosotros defendíamos la Patria fidelista y revolucionaría, y si me tocara otra vez defender al país, lo defendería, así, viejo como estoy”.

En sus palabras hay seguridad y resolución. No hay dudas, este hombre no es de frases hechas, sino de actos, de obras.

Argelio: ‟Fidel dijo: Hay que tomar la playa antes de las 5:00 de la tarde (…) Y así se hizo”.

Cuando las tropas mercenarias invadieron aquella zona de la Ciénaga de Zapata, ya Argelio Acosta Escalante, el muchacho natural de Ojo de Agua de los Melones, sabía de los rigores de la clandestinidad y la guerra de guerrillas. Había entrenado el cuerpo y la mente en aquellas inolvidables escaladas al Pico Turquino, y del arte militar iba, poco a poco, descubriendo las esencias, sobre todo, en lo referido a la labor de infantería.

ABRIL DE 1961 SIGUE EN SU MEMORIA

‟Cuando se produce el ataque a los aeropuertos Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños, en la capital, ya estábamos acuartelados en Managua y el día 16 de abril de 1961, en el sepelio de los caídos, Fidel declaró el carácter socialista de la Revolución. Sabíamos que íbamos a combatir porque el Comandante lo dijo: 'Esto es el preludio de una invasión mercenaria'”.

Hacia las arenas de Playa Girón, partió Argelio, como muchos cubanos. Nada conocía entonces la zona y la primera noche durmió -si es que durmió- alerta, con el armamento a un estirón de las manos.

Y aunque la verdad es que no tenía bien claro qué significaba el socialismo, algo sí tenía totalmente definido: había que defender la Patria. Había que defenderla de gente como esas, capaz de realizar acciones como el bombardeo en el que murió, a los 29 años, Eduardo García Delgado, quien con su sangre dejó más que un mensaje, un camino: Fidel.

Entre las experiencias más desgarradoras recuerda la acción de aquel B-26 que volaba en las cercanías del central Australia con las insignias de la Fuerza Aérea Revolucionaria.

‟Pensamos que era un avión nuestro. Empezó a dar vuelta por el central y luego abrió fuego. Tuvimos las primeras bajas y heridos. Luego ese avión fue derribado por las 'cuatro bocas', dirigidas por unos muchachos muy jovencitos que se habían entrenado en Pinar del Río”.

Después de la derrota, anduvo a la caza de mercenarios, con ellos compartió el agua de su cantimplora, porque la Revolución también le enseñó eso: respetar la vida, ser generoso ante el vencido, magnánimo en la victoria. Fidel había dado, al respecto, orientaciones claras y precisas; en Cuba no habría ultraje hacia los prisioneros. Esa sería, al decir de los historiadores, la segunda victoria de Playa Girón.

Playa Girón, el último reducto defendido por los mercenarios, cayó a las 5:30 de la tarde del 19 de abril. En menos de 72 horas, Cuba propinó al Imperialismo, su primera derrota en América Latina.

CERTEZAS, CONVICCIONES, TRASCENDENCIAS

Digno y Argelio son parte de la generación, diría yo, de la utopía. Una generación de cubanos que interpretó los anhelos acumulados por siglos, actuó en pos de estos y vive aún para contarlo. Cuando se conversa con ellos se siente el raro privilegio de tocar la historia; uno siente que puede atrapar una parte de lo que narran los libros. Es, sin dudas, una oportunidad única.

Sin el uniforme y el pecho coronado de medallas, es difícil imaginar que existe tanta hazaña detrás de esos rostros ya surcados por el tiempo. Quienes pelearon en Girón llevan consigo el heroísmo y la sencillez de todo un pueblo.

‟Los jóvenes de hoy pueden hacerlo mejor que nosotros, porque tienen escuela y estudios. Nosotros lo que teníamos era rigor en el monte, porque así nos lo impuso la vida. Hoy pueden combatir fuerte porque están mejor preparados”, afirma Digno Acosta Baldoquín.

Argelio Acosta tampoco vacila: ‟Quisiera que me diera la vida fuerza para que, si otra vez intentan volver aquí, repetir entonces lo que hicimos allí: ¡acabar con ellos!”.

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