abel giron

Las Tunas.- "Cuando no se olvida que no hay libertad regalada, sino tallada sobre el mármol y la piedra", se tiene que volver, una y otra vez, sobre los pasos de la historia. Y cuando los cubanos caminamos por ese sendero, lleno de sangre, dolor, gloria y amor, tiene que sentirse orgullo y la certidumbre de que este aliento de Revolución se sostiene con el sudor de la gente común en el común de su gente.

Girón tuvo muchos nombres, como los tiene este "barco-isla" que navega siempre a contracorriente sostenido por la resistencia de su pueblo. No fueron superhéroes quienes, en abril de 1961, hicieron frente a la invasión organizada por un imperio contra una islita emergente y pobre; fueron personas que envueltas en la vorágine de una Revolución sintieron que había que defender lo que se construía en colectivo. Los que pelearon en Girón llevan consigo el heroísmo y la sencillez de todo un pueblo.

Como miles de cubanos, en aquella fecha Abel Vázquez Caballero sintió bajo sus talones "el costillar de Rocinante"; mucho antes, en 1958 y con apenas 14 años de edad, esa "andadura" libertaria le había hecho "soltar las bridas de sus energías" e incorporarse al Ejército Rebelde.

"Le dije a mamá: 'Me voy', '¿Cómo que te vas?', 'Sí, me voy, voy a incorporarme al Ejército Rebelde'. Me dijo: '¡A ti no te van recibir!, ¿tú no ves la edad que tienes, muchacho?'. Le respondí: 'Está bien, si no me reciben viro para atrás; pero haré todo lo posible por quedarme'".

Y se quedó. Aprendió a manejar las armas, a interpretar los sonidos del monte, a aprovechar las propiedades de las plantas, a guerrear en sintonía con la naturaleza; y 11 días estuvo "faja'o con los guardias" en la Batalla de Guisa. Allí conoció de la sugerente poética de lo que debe ser honrado para siempre. Por eso, y tanto más que solo se sabe en la "hora de los hornos", se fue también a Girón, después de los bombardeos aéreos del 15 de abril y de la proclamación del carácter socialista de la Revolución.

"Cuando se efectúa el desembarco mercenario, de la Columna 1 se designan dos compañías; una de Cojímar, es decir la compañía número 2 y otra, la 3, que era en la que estaba yo. Entonces ahí, el compañero Paco Reyes y Álvarez Bravo iban al frente de nosotros. Cerca de la Virgen del Camino nos juntamos ambas compañías y cogimos la Carretera Central rumbo a Matanzas.

"La Brigada 2506 tenía un armamento muy preparado, el cual manejaban muy bien, pues habían sido entrenados, equipados y financiados por el Gobierno de Estados Unidos. Trajeron tanques, aviones, morteros, ametralladoras 50 y 30… granadas ¡aquello fue una barbaridad de granadas que luego tuvimos que recoger!

"Cuando llegamos al central Australia ya Fidel estaba allí y un compañero decía: '¡Si dejamos a Fidel allá, ¿en qué vino para acá?'; así era él. Inmediatamente, el Comandante empezó a dar órdenes y a hablar con todos".

Leer más: DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ACTO CENTRAL POR EL XXV ANIVERSARIO DE LA VICTORIA DE GIRON, EFECTUADO EN EL TEATRO "KARL MARX", EL 19 DE ABRIL DE 1986, "AÑO DEL XXX ANIVERSARIO DEL DESEMBARCO DEL GRANMA".

Recuerda, Abel, las indicaciones de Fidel para evitar la creación de una cabeza de playa y la instauración de un gobierno previamente designado por Washington, y que sería la antesala de una intervención de Estados Unidos a Cuba. Aquel acto de guerra estaba acompañado por otros de subversión interna, infiltraciones armadas, sabotajes y acciones criminales dirigidas a desestabilizar el proyecto naciente en el mar Caribe.

"Nos dijeron: 'Bueno, aquí hay que avanzar de lo que no hay remedio'", esa certeza, dice, prendió en los combatientes bisoños.

"Nos liquidaron cinco tanques, que para nosotros eran principales porque avanzaban mientras íbamos corriendo o caminando detrás. Al suceder eso, Fidel habló con Efigenio y le orientó que había que traer otros dos, rápidamente trasladan de Matanzas dos tanques Sherman y así empezamos a caminar". Repasa los acontecimientos y cae en cuenta de los aviones B-26 que, con las insignias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) causaron la muerte de varios compañeros, lo que implicó la decisión, en algún momento, de parar la aviación cubana a fin de evitar malentendidos y, en consecuencia, más bajas nuestras. En sus memorias, Abel también guarda el posterior derribo de un avión piloteado por estadounidenses, prueba material de la presencia yanqui en la invasión.

"Le tumbamos varios aviones, y al no volar más los de ellos comenzaron a hacerlo los nuestros. Enseguida le tiraron a los barcos que eran parte de la invasión. Ahí fue cuando perdimos al piloto cubano Luis Alfonso Silva Tablada y a otro compañero".

Con una escasa y vetusta técnica recuperada, la naciente Fuerza Aérea Revolucionaria logró desarticular el desembarco. De la actuación de la aviación cubana Fidel contaría después: "Los pilotos en un día pusieron fuera de combate, solo en el 'Houston', a un batallón completo de mercenarios que no pudo combatir, y le provocaron a los invasores numerosas bajas en el 'Río Escondido'; su flota completa estaba en fuga".

"En mi compañía mataron a siete hombres y yo fui herido. Cogí una mata que le llaman zorra, la pilé y con una manga de la camisa hice una especie de faja, así continué y llegué hasta Playa Girón". El último reducto defendido por los mercenarios cayó a las 5:30 pm del 19 de abril, comenta el hijo de Buey Arriba, en Granma, naturalizado tunero por fuerza de los años y de su entrega a esta provincia. En menos de 72 horas, Cuba propinó al imperialismo su primera derrota en América Latina.

"En septiembre cumplo 81 años y le digo que al pueblo hay que darle a conocer la historia de este país, lo que era Cuba cuando Batista, lo que hizo la Revolución, y lo que seguimos haciendo; eso hay que contarlo y hay que saberlo. Nuestra victoria en Girón fue ejemplo para toda América Latina", sostiene, con la seguridad de que "de amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas".

Como si solo estuviésemos a horas de aquellos sucesos, cada calendario los cubanos recordamos la victoria de Girón; pero lo cierto es que han pasado 61 años y quienes como Abel fueron testigos de aquella epopeya se acercan al inevitable eclipse biológico. Tenerlos es motivo de orgullo y una suerte al pasar de los años; ellos son historia viva, evidencia de la épica nacional y de una parte de nuestra historia. Es un viaje al pasado, inevitable si queremos preservar el futuro y cultivar la utopía que nos trajo hasta aquí y que prosigue de mano de las nuevas generaciones.

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar