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Las Tunas.- La Feria del Libro es un evento cultural complejo. Incluye organizadores, libreros, escritores, investigadores, públicos y otros protagonistas. Se debe diseñar un programa en el que nadie quede desamparado, se satisfagan diferentes gustos estéticos, que conste de variados espacios y que estos estén en armonía con el ambiente. Todo ello, sin descuidar la divulgación y la atención sistemática a sus artífices.

feria del libro 7En general, la reciente fiesta de las letras escribió capítulos hermosos. A diferencia de citas anteriores, mostró mayor organización, variedad y calidad. Los escritores se sintieron mejor atendidos y no pocos vinieron desde otras zonas de Cuba, prestigiosos autores como Rafael de Águila, Nelton Pérez, Obdulio Fenelo, Juan Carlos García Guridi y Lázaro Gómez.

Las grandes joyas del jolgorio fueron las sesiones teóricas que, diariamente, nos acercaron a tópicos como la relación entre la literatura y otras manifestaciones, la edición de poesía, la vida y obra de Guillermo Vidal, unido a problemáticas de la narrativa contemporánea cubana.

Desde el punto de vista de la visualidad, las áreas fundamentales mostraron pendones y otros materiales gráficos con diseños atractivos. Asimismo, las credenciales de los participantes, los uniformes de las libreras, los catálogos y demás elementos del diseño vislumbraron el cuidado del detalle.

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Vivimos la génesis de nuevas actividades (ejemplo: La Última Palabra, de la Asociación Hermanos Saíz) y se mantuvieron las habituales como Tesoro de Papel y Flores del Alma. Destacó, igualmente, Ciudad Virtual, que propició el acceso digital y gratuito a Matarile, la novela de Guillermo Vidal, obras de Andrés Casanova y textos de la editorial Sanlope. Además, se presentaron y donaron libros en sistema braille.

Asimismo, aparecieron nuevas extensiones como Acinox Las Tunas, diferentes instituciones tuvieron su estand y se retomaron convocatorias de concursos que otrora marcaron, desde aquí, un hito en el universo literario.

Un trato agradable de las libreras, sumado a la higiene de los establecimientos, aportaron una hermosa imagen al recinto ferial. Según expresó Acirys Espinosa, editora jefa de la Sanlope, se sobrecumplió el plan de venta, lo que -teniendo en cuenta el difícil panorama editorial de la Isla actualmente- es buena noticia. Sin embargo, toda obra humana es perfectible y, aunque algunas asperezas estén relacionadas con cuestiones económicas que rebasan la provincia, es válido dilucidarlas para futuras citas.

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Los tuneros quedaron con ganas de adquirir más literatura infantil; de hecho, los títulos más vendidos (En una maleta el mundo, Cartas de tu bebé y libros para colorear) iban dirigidos mayormente a ese grupo etario. Eso sin contar que se extrañaron clásicos como Había una vez, El Principito y Corazón. En ese sentido, una alternativa podría ser copiarlos digital, como se hizo con otros volúmenes. El estado económico del país también limitó la cantidad de novedades que salieron por el sello local (dos).

Por otro lado, la afluencia de público fue notable en las áreas para la comercialización de textos (parque Maceo y librería Fulgencio Oroz) y eso vislumbra un hábito de lectura todavía latente. Pero sigue siendo asignatura pendiente atraerlo hacia las iniciativas en sí, para que interactúen más con escritores, estudiosos y artistas participantes de otras manifestaciones.

En mi opinión, deberíamos pensar cómo divulgar mejor el programa, quizás creando un lugar in situ donde las personas puedan informarse diariamente de la programación, más allá de las redes sociales y, máxime, ante la difícil situación con los equipos de audio institucionales que tiene nuestro Balcón.

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Al ser una Feria Provincial, de pocos días para su realización, se desarrollaron numerosas acciones por jornada y de una variedad temática significativa. Aunque la apretada agenda siempre limite la participación en algunas propuestas (pues varias coinciden), es mejor tener qué escoger a carecer de opciones. Sin embargo, respetar los horarios debe ser siempre prioridad; si una actividad se atrasa limita la siguiente o su propia dinámica. Y no estamos hablando de la lluvia, que en ocasiones, hizo de las suyas...

Trasladar los libros en tiempo y hora hacia los respectivos estands es una necesidad, pues a veces había levantado un poco la mañana y aún se percibía cierta morosidad en ello. Nos sigue faltando lograr un ambiente de Feria en otras áreas del centro histórico (excepto el pendón identificativo colgado frente al Fondo Cubano de Bienes Culturales), pues -aunque el evento tenga sus sedes específicas- se trata de uno de los acontecimientos más importantes del año; por ende, hacer eco resulta imperioso.

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Sin embargo, reitero, este fue un inolvidable jolgorio. Se demostró que, a pesar de las carencias y la falta de apoyo de otras entidades, la voluntad y la entrega del personal del Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL), la Sanlope y otros actores relacionados se impusieron para regalarnos una cita digna, superior a anteriores calendarios.

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