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Las Tunas.- Los recuerdos son hermosos, desde el primer día. El mayor pregón noticioso de la provincia continúa robusto en sus fortalezas 43 años después de aquel 26 de julio de 1978, cuando parecía imposible que Las Tunas tuviera su propio diario. Un aliento noble cargado de esfuerzos, sueños, lágrimas y risas.

Mucho hay que contar. Siento que unas líneas, por apretadas que vayan, no reflejan los aciertos y desaciertos de un colectivo en el que los periodistas, fotógrafos, correctores, diseñadores, redactores y editores jefes madrugan, no duermen, viven a prisa y buscan con olfato la novedad informativa. Realidad imposible de construir sin sumarle los brazos y el alma de choferes, secretaria, responsable del archivo, el administrador y hasta de esa imprescindible dama del café y la limpieza.

Antes, al principio, eran igual de valiosos los formatistas, linotipistas, rotulistas, emplanadores y “leones” de la vieja rotativa, donde cada madrugada sucedía el parto de papel y tinta, con muchas bobinas estrujadas entre las manos del otrora equipo, básicamente cuando la mole de hierros viejos se le antojaba tragar periódicos o sacarles pedazos, en sus incontroladas vueltas. Recuerdos del taller de la calle Colón, nuestra casa matriz en la década del 70 del siglo pasado. 

Vivencias incontables enriquecen su historia. Generaciones de reporteros que llegaron desde las aulas universitarias a buscar sus horizontes aquí, cuyo merecido título de Centro Docente le honra y lo impulsan los noveles colegas con su desempeño. Saltos en sus formatos. Primero aquel tabloide estándar, a siete columnas y 40 mil ejemplares. Luego, el 5 de marzo de 1991, circuló tres veces por semana, hasta que el viernes 3 de enero de 1992 sale a llevar el acontecer de los tuneros como semanario, ocho páginas y una tirada de 35 mil ejemplares.

Momentos, espacios, tensiones, desafíos, horas de análisis, más superación del personal periodístico. Una metamorfosis que engendró nuevos compromisos y retos. Otro logro de un colectivo que muy bien supo mantenerse sobre la cuerda floja del contexto social de la provincia y el país. El Período Especial lo reduce en 1993 a cuatro páginas y años después retoma su cuerpo inicial. La impresión offset le abre puertas al discurso gráfico.

Para entonces, Internet no estaba en los sueños posibles. ¡Y llegó! 26 suma a sus desvelos nuevos profesionales. La Redacción se ilumina con un webmaster, un informático y un traductor de inglés. El reto de la informatización de la prensa cubana sobre el corazón y la avidez de conocimientos. Las oficinas se convierten en aulas. El inglés llena los pasillos. Se estrenan vocablos propios de las nuevas tecnologías… HTML, ciberlectores, web.0…

Metas en medio de grandes batallas ideológicas: el regreso del niño Elián, retenido en Estados Unidos; la lucha por la liberación de los Cinco. Todo entre apagones que extendían la permanencia del colectivo en el periódico, la carencia de recursos, el aprendizaje y el avance cotidianos con aquello enorme apretando el pecho: 26 navegando por el mundo. El primero entre los periódicos impresos del oriente. Uno de los pocos de la Cuba socialista. El milagro sucedió el 15 de marzo del 2000.

Premios internacionales, valores agregados que enriquecen el diarismo digital, versiones en inglés. Esfuerzo de un gremio que nunca dice “no” a la exigencia, a la responsabilidad. Cuarenta y tres años en los que la palabra “cansancio” no ha podido entrar en las agendas de sus trabajadores. Pasión que no es ciega, aunque los lauros individuales y colectivos marquen titulares nacionales y locales.

Gente de pelea, dura, perenne, de la cual me siento orgullosa de ser parte, porque siempre van por más y luchan, entre clics y caminos empedrados, por ser voz de una provincia que es la auténtica protagonista. Un periódico que brinca las escaramuzas con amor, rectifica sus errores, emprende y da fuerza a esa regla de oro de la comunicación: escuchar a todos.

Y en este bienvenido aniversario está la historia y los recuerdos hermosos. Sí, 26 es el camino de los tuneros, con sus luces y sus manchas, con las caídas y las levantadas. Con más amor y sacrificio, con los “nuevos” y los “viejos” está, apostando siempre por la mañana de la Santa Ana, como el centinela que es. No importa que haya apretado estas líneas. Sus memorias siempre, con 43 y más, son el trueno y el relámpago. Nuestra razón y nuestro día. El andar de tinta y manos de pueblo.

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