 Los tuneros lamentamos el daño causado al entorno del emblemático sitio de la ciudad. |
Las Tunas.- Una pésima poda privó a Las Tunas del sauce llorón que, por más de 30 años, fue el orgullo de quienes rondaban la Fuente de las Antillas. En aquel momento a 26 le dieron varios argumentos que justificaban la medida. Algunos tan descabellados como que las raíces del árbol lastraban el cimiento de la mítica obra de Rita Longa, respuesta que fue debidamente desmentida por los artistas involucrados en la rehabilitación integral del conjunto escultórico.
Otras justificaciones rondaron el criterio, más acertado, de que se había "ido de tamaño" y las ramas chocaban el tendido eléctrico y restaban visibilidad a los choferes que venían de diferentes lares. Lo cierto es que, al paso de unos pocos años, lo que sí resultó una mentira colosal fue "la poda" anunciada entonces, porque no lo fue tal. La muerte del sauce (al que de hecho se le atribuyen propiedades terapéuticas y hasta mágicas en algunos lugares de Asia) todavía le duele a quienes viven en la zona y crecieron orgullosos de las quinceañeras y los novios que iban hasta allí para hacerse fotos, de esas que se lucen toda la vida.
Julio César Reyes Rivero es, desde hace 20 años, el delegado de la Circunscripción 7 del Consejo Popular 1. Y, por largo tiempo, vio a sus electores mitigar el calor de la tarde a la sombra de ese ejemplar, los acompañó allí y hasta alguna que otra buena idea nació entre la calma bienhechora de sus ramas.
Ahora habla del tema y todavía la tristeza en los ojos lo delata. "Es un árbol difícil, pero muy difícil de gozar. En cuanto me enteré de lo sucedido me dirigí al sitio, fueron mis vecinos quienes me lo comunicaron; y, por supuesto, no quedamos conformes con eso. La gente estaba indignada, incluso, aún lo está.
"Le aseguro que ni a la administración ni al sindicato de la heladería allí ubicada les informaron lo que iba a pasar, mucho menos a los residentes. Fue una poda brusca, se sabía que moriría desde el instante mismo en que lo cortaran. La molestia que eso causó en la comunidad fue enorme. Y, aunque nos dieron explicaciones, ya el daño estaba hecho, sin piedad".
Los elementos que comparte ahora Esteban Rojas Correa, subdirector de Flores y Plantas en la Dirección de Comunales en la provincia, son similares a los del delegado. "Se indicó desde el municipio cabecera hacer una poda de rejuvenecimiento, no fue un capricho, lo necesitaba porque esa especie crece mucho, alcanza gran altura y requiere control. Pero se hizo mal y falló, no se tuvieron en cuenta aspectos que eran determinantes para conservarlo.
"Lo principal que aconteció es que los especialistas no orientaron a tiempo cómo proceder, y es una realidad que no todos los trabajadores de una brigada saben dónde picar y el tipo de corte requerido en cada caso".
Por la voz del propio directivo conocimos que solo la localidad capital tiene completa su brigada de poda, la que tampoco posee escaleras para sus labores y faltan hasta las tijeras precisas. Nada de eso influyó en el "desastre del sauce llorón", pero sí condiciona el desempeño hoy.
"Actualmente estamos podando los ficus de la calle Vicente García y no contamos, por ejemplo, con algo tan necesario como la tijera de ramera, que es la de ramearle al árbol; no hay en el país. Estamos tratando de hacerla aquí, en empresas del territorio; mientras, usamos machetes.
"Si usted se para cerca de allí, verá que en algunos casos es criminal cómo se está trabajando. Las plantas se fueron de tamaño de forma periférica, hacia arriba, y como no pueden talarse desde abajo, hay que hacerlo tipo una copa, buscando que queden parejas. En distintas partes no se notan así y estamos en eso, corrigiendo, pero sin los recursos adecuados".
EN LAS TUNAS, ¿TODO FICUS?
Muchos recuerdan los árboles caídos cuando la Tormenta del Siglo o tras el paso del poderoso huracán Ike por estas tierras. El hecho de que fueran robles u otros de maderas preciosas, altos, fuertes, jóvenes, complejizó las labores, dañó bastante el cableado eléctrico y de las telecomunicaciones, y dejó una lección en quienes planean estos asuntos.
A raíz de eso se tomaron decisiones al respecto y la ciudad se nos ha ido llenando de ficus, una variedad resistente y noble en su cuidado a corto y mediano plazos.
Claro, el siempre trepidante ingenio popular ya anda diciendo (y hasta con algo de razón) que Las Tunas es solo ficus, solo verde, flores rojas y pequeñas. Rojas Correa sonríe cuando le comento y abunda. "Por acá llueve muy poco y tenemos que sembrar arbustos que sean resistentes a la seca. Estamos trabajando en un programa de reforestación que busca darle color a la ciudad y pretendemos extenderlo al resto de los municipios. En la división interprovincial, por ejemplo, nos encontramos realizando un trabajo con plantas de colores, pero menos vulnerables.
"Probamos con el crotón, que tiene tantas tonalidades; sin embargo, en cuanto viene la seca, se muere. Lo pueden ver en la rotonda de la entrada de Puerto Padre, que impulsamos un proyecto de jardinería y no prosperó, pues no poseemos riego para mantenerlo. Optamos mayormente por la ixora, que es la de las florecitas rojas (así le dice la gente) y por la buganvilia".
El directivo igualmente insiste en que nadie "siembra por sembrar" y tampoco "corta por cortar". En el Balcón de Oriente existen la Comisión Provincial de Reforestación y sus instancias municipales, que aprueban todos los arbolados y la cobertura en área.
Con él y otros expertos consultados conocimos que existe un porcentaje de perímetros verdes que deben ser cubiertos en cada urbe, dependiendo, entre otros temas, de la cantidad de habitantes que esta posea. Y eso incluye el completamiento de áreas en parques y espacios infantiles.
Asimismo, nos dicen que esos datos están obsoletos y en el mundo la tendencia es la concreción de ciudades verdes, sin medidas y límites al oxígeno y la frescura que da lo natural cuando se inserta bien, con tino, a la pulcritud y la belleza de los entornos. Ya existen experiencias aquí de patios en azoteas para el cultivo de plantas medicinales y aromáticas. De igual manera, resalta el acierto de nuestro Jardín Botánico, con investigaciones y especialistas de resultados evidentes y una experiencia académica desde la Universidad y otros centros que muy bien pueden animar el verde que nos ronda, afianzando alianzas, intercambiando saberes en función de la colectividad.
Es cierto que existen los mecanismos para estos diálogos y se realizan; pero también lo es que hace falta asumirlos de manera más sólida, constante e integradora.
Eso, para que nadie, nunca más, pueda picar un árbol pasando por encima de todos, desconociendo que algunas cosas son más que ellas mismas, alcanzan lo raigal, lo que perdura, lo que trasciende; lo que solo puede matar la vida misma porque nos habita.
