procrastinarLas Tunas.- "Hoy no me da tiempo, mejor lo dejo para luego". ¿Cuántas veces decimos esta expresión, cada vez que nos pesa hacer cualquier tarea y la vamos posponiendo para después?

Solo que el después se convierte en días, semanas, meses... Y luego nos percatamos de que obramos mal, debimos haberla realizado en el momento en que correspondía. ¿Le ha ocurrido? A mí sí.

Esta reflexión no versa sobre la vagancia, se trata de una tendencia que está afectando a gran parte de la sociedad y que nos lleva a desplazar acciones importantes y necesarias para darles paso a otras, a pesar de que reconozcamos que no está bien. Eso tiene un nombre: procrastinación. Del latín procastinare, el término significa pro (adelante) y crastinus (mañana).

Por tanto, nos referimos al hábito de aplazar, retrasar, posponer actividades o alguna situación determinada y en su lugar realizar otra menos emergente. Esta inclinación a demorar nuestras obligaciones es un mal que está cobrando vida en los días actuales.

Evadir aquello con lo que estamos comprometidos y sustitirlo por otra misión que no amerita la prioridad trae consecuencias negativas. Puede que en esa ocasión usted sienta un alivio momentáneo, pero luego viene el sentimiento de culpa, dejamos de aprovechar la oportunidad.

Según los neurólogos, no lo hacemos por pereza. Cuando nuestra mente está abarrotada de compromisos, preocupaciones, temores, el cerebro acude a un mecanismo de defensa. De este modo busca "liberarse" o eliminar todo lo que signifique carga o malestar. Es entonces cuando dudamos de nuestras habilidades o viene el miedo al avance; es una decisión totalmente emocional.

Ansiedades, estrés, recelos, nos pueden llevar a esto, y no se trata de flojera. Todas las personas de alguna manera lo hemos hecho. No es razón para que ahora nos asustemos, solo que existe una diferencia entre la dosis normal y una procrastinación preocupante que se interponga en nuestro crecimiento personal.

Varios estudios demuestran que alrededor del 20 por ciento de los adultos lo hacen de manera crónica, y esto sí es alarmante. No se trata de renunciar al descanso que como humanos merecemos. El esparcimiento, la relajación y las actividades placenteras son una necesidad que debemos saciar. Es imprescindible para nuestra salud mental distraernos y socializar. Solo que lo anterior se vuelve un problema cuando le damos la prioridad total por encima de otros asuntos que requieren nuestra atención.

Un artículo del rotativo The New York Times reveló que la procrastinación es producto del mal manejo de las emociones, y no de holgazanería, que es lo primero que nos inclinamos a pensar. Simplemente falta fuerza de voluntad y lo que tenemos por delante se nos torna abrumador, difícil, tedioso. Cualquier meta por alcanzar puede asustarnos y dar cabida a este mal. Tal vez en muchos aspectos estamos al día y a otros los hemos relegado a un segundo plano.

En algún momento de nuestras vidas hemos sido azotados por esta situación. Actualmente, la agitación de los días nos obliga a realizar varias actividades a la vez, y quisiéramos que la jornada tuviera más de 24 horas. Es normal que asalte el temor, sobre todo, si sabemos que lo que tenemos por delante requiere esfuerzo, dedicación y estudio.

La velocidad a la que vivimos nos lleva al punto de volver costumbre el ir aplazando cada vez más lo que nos toca hacer en el instante. Sin embargo, lector, esto no es saludable.

Le propongo pensar por un minuto en los estudiantes universitarios. Deben graduarse con la elaboración de una tesis de grado, y lo más recomendable es empezar su investigación con un lapso razonable de antelación. ¿Cuáles son las consecuencias de no aprovechar el tiempo y dejarlo todo para el final? El sabio acomoda inteligentemente sus horarios y, aunque a veces crea que no avanza, seguro obtiene mejores resultados.

Procrastinar parece ser la vía rápida, pero, al criterio de los especialistas, no es la solución. Ya lo dice un viejo refrán: No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy.

 

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