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La Habana.- Fue muy especial la relación de Fidel con las nuevas generaciones porque "en esta juventud están puestas las esperanzas de la Revolución, en esta juventud están puestas las más legítimas esperanzas de nuestro pueblo…". Tan entrañable fue su intercambio con los niños, adolescentes y jóvenes que no fueron pocos los congresos, actos juveniles o estudiantiles, graduaciones, jornadas científicas, cumpleaños, juegos deportivos…, que los acompañó más allá de sus encargos políticos.

Precisamente, refiriéndose a los más pequeños de casa y cómo debían ser, afirmó: "…nosotros queremos que nuestros niños sean los niños más estudiosos, los niños que mejor se porten; nosotros queremos que nuestros niños sean los más organizados; nosotros queremos que nuestros niños sean los más felices; nosotros queremos sentirnos siempre orgullosos de los niños, ver que los niños comprenden, y ver que los niños están ayudando a hacer la Revolución, y que de verdad los niños son revolucionarios".

El eterno Caguairán confía en que Cuba sea atractiva para los jóvenes, los convierta en protagonistas por convicción. Tal certeza estuvo bien descrita cuando expresó: "¿Y qué juventud queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No!, sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento".

Fue con los propios jóvenes con quienes el Comandante en Jefe analizó las insuficiencias existentes en nuestra sociedad. Sucedió en aquel memorable discurso, del 17 de noviembre de 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, cuando criticó el robo, el desvío de recursos, los vicios y advirtió sobre los peligros que dimanan de los antivalores. Por eso, afirma que los adversarios no podrán destruir la Revolución, nosotros sí. Y vuelve sobre el tema y la necesidad de preservar las conquistas de nuestra sociedad.

"Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario?", aseguró aquel día memorable.

En varias ocasiones, Fidel dijo sentirse "orgulloso de nuestra juventud y niñez"!, y no dejó de educarla y aconsejarla para la vida. Le recomendó "exigencia máxima y disciplina férrea, sin ambición de poder, autosuficiencia, ni vanaglorias. Cuidarse de métodos y mecanismos burocráticos. No caer en simples consignas. Ver en los procedimientos burocráticos el peor obstáculo. Usar la ciencia y la computación sin caer en lenguaje tecnicista e ininteligible de élites especializadas".

Y fue un convencido de que "…cuando en el futuro se hable de esta obra revolucionaria, se hablará de una sola generación, porque en este minuto histórico se han unido todas las generaciones, en este minuto histórico somos una sola generación en pie de lucha, obligados todos a poner nuestro esfuerzo, obligados todos a hacer lo que esté al alcance de nuestras manos, obligados todos a luchar, porque se está defendiendo lo que ustedes quisieron hacer, se está defendiendo lo que quisieron hacer nuestros mambises, se está defendiendo lo que quiere hacer nuestra juventud".

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