Las Tunas.- Confieso que me gustan más las imágenes de Fidel joven, y no digo las del veinteañero luciendo una chaqueta de esas que ahora llaman “cazadora”, las del mozalbete con el balón en las manos, presto a encestar la pelota; o las del muchacho en las calles revueltas de Colombia durante el Bogotazo.
La verdad, esas fotografías son únicas y sí, retratan la juventud de quien se adentraba en las tempestades de la política y ¡claro que son hermosas! Mas siento devoción por esas reproducciones que lo devuelven ya con unos años más y envuelto en la vorágine de una Revolución de innegable signo juvenil.
Entonces, el líder de la epopeya cubana ya avanzaba en las décadas de vida y a la luz del tiempo no era el mozo estudiante de Derecho que se volvió revolucionario en la colina universitaria, el muchacho del Moncada, el temerario del Granma o el guerrillero de la Sierra Maestra.
Así, lo veo detenido en el instante en que conversa con Raúl y el Che, tendrá unos 37 años, la misma edad de otra instantánea en la que participa de la inauguración de un campeonato de béisbol en La Habana.
En otro retrato almuerza con miembros del contingente Blas Roca y en esas fechas sobrepasa los 60 años. Fidel, varonil y vigoroso, lleno de vida, siempre Fidel. Son esas imágenes de barba ya encanecida las que acompañaron mi infancia y adolescencia. Pura poesía para quienes tuvimos el privilegio de compartir un espacio de época con este ser universal y superior.
A la altura de esas ocasiones, Fidel era aún un hombre joven, o mejor, un revolucionario eternamente joven. Y es que mientras el almanaque nos revelaba la evidente transformación física, las circunstancias nos devolvían la realidad de quien mantenía un pensamiento fresco, creador, lleno de vitalidad.
Fidel absorto en la lectura de un libro, en febril diálogo con los cubanos, pensativo, con su habitual gesto con las manos, sonriendo, dando indicaciones, cortando caña…; pocas veces posando y, en algunas, no muy conocidas, más íntimo y revelador. Fidel, anclado al presente y catapultado al futuro por virtud y obra de cineastas, camarógrafos, fotógrafos, historiadores, periodistas, escritores... un pueblo.