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Las Tunas.- Desde el año 2017 comenzó a ejecutarse en Cuba la Tarea Vida, el plan del Estado para el enfrentamiento al cambio climático. Nadie duda que, alrededor de él, orbitan muchos proyectos, alianzas valiosas y un engranaje que, en algunos sitios con más aciertos que en otros, se afianza.

En Las Tunas el trabajo también se ha ido enrumbando. Las pasarelas en Playa Guayabal y las que se ejecutan en las del norte de la provincia para proteger las dunas son ejemplos sólidos del trabajo, mientras otros proyectos avanzan.

En estas tierras resultan verdades los esfuerzos por concretar los parques solares y eólicos; se labora en la gestión de los recursos hídricos, la limpieza y embellecimiento de las bahías y la reforestación en sitios como los municipios de Jesús Menéndez y Puerto Padre, y en otros asentamientos para hacerlos más resilientes a estos desafíos.

También destaca la construcción de redes hidráulicas en municipios como Manatí, entre los más secos de Cuba, y las medidas para disminuir el consumo y malgasto del líquido en las instalaciones.

Para este año la provincia tiene previstas alrededor de 140 acciones en 37 entidades del territorio que favorecen directamente la esencia de la Tarea Vida; sin embargo, Yandira González Mejías, jefa del Departamento de Recursos Naturales, Ecosistemas Priorizados y Cambio Climático en la Delegación Territorial del Citma, sabe que no son suficientes.

Los temas asociados al cambio climático requieren mucho más porque su impacto es evidente en nuestra cotidianidad, y contrarrestar sus daños es, incluso, asunto de sobrevida. No por gusto suben las temperaturas, se salinizan las aguas y cada vez llueve menos.

"Ya entró en vigor la Ley del Sistema de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente (Ley 150 del 2021), y en su Artículo 133, por ejemplo, define las obligaciones comunes para los organismos y explica que deben incluir en la planificación las medidas de adaptación para garantizar la resiliencia", acota la experta.

También insiste en que "el Decreto Ley 86 del 2023 viene a enmarcar todo el contenido de esa Ley". La escuchamos a sabiendas de que no siempre se atienden a cabalidad estos temas en los organismos comprometidos.

Falta mucho por hacer y, en estos dislates, la sensibilidad y el conocimiento son verdades que no pueden quedar en un segundo plano. En Las Tunas perviven directivos y entidades que no planifican dinero para estas acciones, lo consideran ajenos a las prioridades de sus presupuestos; y conversas con algunos que no tienen siquiera dominio del efecto que ya es evidente en sus propias áreas de trabajo referidos al cambio climático.

Un asunto en el que igual pesan muchos temas como la inestabilidad de los cuadros de dirección y de los especialistas que atienden estos asuntos dentro de los centros laborales; "capacitas hoy, lleno de esperanza de que esa persona va a atender con rigor la tarea en un municipio, en una empresa de gran impacto ambiental, y te piden la baja una semana después, así no puede consolidarse nada", comentaba hace unos pocos días un buen tunero a 26.

Los bajos salarios, especialmente si los comparamos con los galopantes precios de hoy en día, condicionan las dinámicas laborales y esos son desvelos que se van sumando al entramado, de por sí complejo, del desempeño obrero y profesional en esas áreas, urgidas de tiempos mejores para consolidar su gestión.

Lo cierto es que, en Las Tunas, es preciso sembrar árboles y hacerlo con variedades que se adapten a las condiciones de la provincia; cambiar a led el alumbrado en un mayor porciento y entender, pero de verdad, que el cambio tiene que estar en cada lugar para que la vida se nos haga mejor y que los temas ambientales no son cosa de otra galaxia, tienen que ver con el churre en nuestras calles, la calidad del agua que tomamos y el estudio de los animales que nos circundan para que los murciélagos no se vuelvan plagas y los pajaritos del parque sigan siendo un asunto más de beneficio que de riesgo.

No cuenta Las Tunas con polos científicos y no alcanzan los estudios académicos que se generan en las universidades para cubrir todo lo que es preciso explorar y apuntalar desde la ciencia; sin embargo, si también desatendemos el camino que ya ha sido andado y los resultados que sí, está demostrado, requieren trasformaciones y atención, corremos el riesgo de hacer más duro el presente y comprometer el porvenir.

 

 

 

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