
Las Tunas.- En el organopónico Las Brígidas, de esta ciudad de Las Tunas, los años han traído valiosas enseñanzas al joven Kendry Luis González Padrón, quien administra ese escenario productivo mediante un usufructo, con la voluntad de que siempre tenga plantaciones en diferentes etapas.
Tiene un colectivo de trabajadores que no teme al sol del mediodía ni al supuesto descanso que corresponde los fines de semana; y también aprovecha los conocimientos de su esposa, quien anteriormente se formó como técnico de Nivel Medio en Agronomía.
Gracias a todos ellos ha avanzado en la siembra de hortalizas, condimentos frescos y otros renglones, lo que propició que muy pronto se le entregue la Condición de Referencia Nacional del Movimiento de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar.

“Es un área pequeña, de apenas 1 hectárea de extensión, pero, bien aprovechada, rinde más. Eso es lo que hacemos, pues solo dejamos vacíos los espacios necesarios y en el caso de los 128 canteros se cosecha, se prepara la tierra y se vuelven a sembrar con rapidez.
“Por estos días solo tenemos tres cultivos, cebollín, frijolito de ensalada y ajo porro. Hubo bastante pepino que acabamos de recoger. Y ya se está preparando para sembrar más pepino, rábano y otras especies con las semillas que tenemos a nuestro alcance”.
En la unidad también hay plátano burro y fruta, guayaba, el nutritivo sagú, coco, aguacate, cilantro y girasol, entre otras variedades. Y, como algo novedoso en entidades de este tipo, desde hace unos meses se incursiona en la crianza de conejos para obtener proteína animal.

“Es una experiencia nueva que nos pone retos y ahí vamos, avanzando y aprendiendo. Tenemos un trabajador que los atiende directamente y les garantiza la higiene y los alimentos. De todas formas, aquí producimos parte de lo que consumen cada día.
“Ellos comen boniato que les sembramos, guayaba, mango, girasol, pepino y restos de las cosechas. Hemos vendido en la feria agropecuaria y a los obreros; además, los comercializamos en nuestro punto de venta y los consumimos en la casa, en familia”.
Kendry es muy joven y apenas tiene tiempo libre porque aprovecha cada minuto para atender el organopónico, lo mismo en el riego de los cultivos que en el enfrentamiento a las plagas de insectos perjudiciales, siempre con trampas de colores y productos naturales.
También se prepara con alegría para dos acontecimientos que definirán su vida. En el cercano septiembre irá con su esposa a un aula de la Universidad de Las Tunas para formarse como ingenieros en Agronomía y unos meses después, juntos, recibirán a un bebé que, quizás, con el tiempo, también se interese por la producción de alimentos.

