
Las Tunas.- El Día Internacional de la Juventud llega como un recordatorio vivo del potencial transformador que tienen las nuevas generaciones. En Las Tunas, la fecha no se limita a un acto protocolar; es un espacio que vibra con energía, en el que la ciudad se llena de movimiento, color y compromiso.
Entre quienes viven intensamente esta fecha está Luis Alcides Vázquez González, médico recién graduado y miembro activo de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Su historia es una de esas que inspiran y confirman que la juventud cubana sigue siendo motor de cambios y sueños colectivos.
Luis Alcides se une a la organización siendo estudiante de Medicina, atraído por la posibilidad de participar en proyectos que van más allá de las aulas. Ocho años después, habla de la UJC como se habla de una casa a la que siempre se quiere regresar: con afecto, gratitud y la certeza de que allí se forman amistades que duran toda la vida.
Sus recuerdos están llenos de momentos intensos: jornadas de trabajo voluntario en comunidades rurales, debates sobre el papel de la juventud en el país, campañas de salud que lo llevaron a lugares recónditos y actividades recreativas en las que el entusiasmo colectivo se siente en cada gesto. “La UJC me enseña que la juventud no es solo una etapa de la vida, es una manera de estar presente y comprometerse con los demás”, afirma.
Una de sus experiencias más significativas es el ascenso al Pico Turquino, la montaña más alta de Cuba. “No fue solo una caminata -cuenta-, fue un reto físico, emocional y humano. Allí entendí que un grupo se mide más por cómo se apoya en las dificultades que por la rapidez con la que llega a la meta”.
En medio del ascenso, una de sus compañeras sufrió una lesión en el pie. Las condiciones eran difíciles y la cima aún quedaba lejos. Luis Alcides decidió ayudarla, cargando parte de su equipo y dándole apoyo para que pudiera continuar. Lo recuerda sin dramatismo, pero con orgullo: “Llegamos juntos. Ese momento me confirmó que la unidad no es una palabra vacía; es un gesto, una acción concreta que cambia el resultado para todos”.
La anécdota recorre los pasillos de la organización como ejemplo de solidaridad en tiempos difíciles. “A la UJC le debo aprender a mirar más allá de mí mismo. Cuando ayudas a otro joven a seguir adelante, no solo le abres un camino, también fortaleces el tuyo”, dice.
Hoy, Luis Alcides comparte su historia con jóvenes que se incorporan a la organización, transmitiendo la idea de que cada reto es una oportunidad para crecer. Lo hace con un lenguaje cercano, sin formalismos excesivos, mezclando anécdotas divertidas con reflexiones profundas.
Su mensaje es claro: “Tenemos que creer en nuestros sueños, pero también en los sueños de quienes nos rodean. Solo así construiremos un futuro que valga la pena vivir”.
El ambiente es una mezcla de fiesta y responsabilidad en días como este. Mientras unos compiten en torneos de dominó o baloncesto, otros participan en debates, intercambian ideas y proyectan iniciativas para fortalecer su papel en la comunidad.
Luis Alcides participa en varios de estos espacios, conversando con adolescentes, motivándolos a unirse a actividades solidarias y compartiendo la importancia de la unidad. “Es aquí, en estas plazas y parques, donde nace el compromiso real, son momentos sencillos que nos unen”, señala.
Cada jornada que pasa confirma que la juventud tunera mantiene intacta su capacidad de soñar y actuar. No se trata solo de celebrar una fecha, sino de asumir que cada día ofrece una oportunidad para dejar huella.
Las actividades continúan, y en cada una de ellas se siente la energía de quienes no esperan a que el futuro llegue, sino que salen a construirlo con sus propias manos. En Las Tunas, el Día de la Juventud no es un evento que se agota en el calendario: es una actitud que se renueva cada vez que un joven decide caminar junto a otro, hacia cualquier cima que la vida les ponga por delante, en pos de Cuba.

