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Las Tunas.- Usted, amable lector, ¿habrá notado cómo en la Televisión se escuchan palabras mal pronunciadas, y en ocasiones así mismo escritas en la presentación de entrevistados o en el cintillo inferior de la pantalla? ¿Ha oído alguna vez por la Radio lecturas deficientes?

Estas interrogantes precisan mi objetivo: llamar la atención sobre la realización fonética en hablantes profesionales mediáticos, no importa el lugar de donde provengan, porque los conductores o locutores, periodistas, comunicadores en general y actores, no pueden imponer en los medios las características del habla de su comunidad lingüística originaria. Es decir, no les está permitido hablar "en habanero", "en santiaguero"… Permítame dejar este polémico asunto aquí, más adelante lo retomaré.

IMPORTANCIA DE LOS MEDIOS MASIVOS, SU INFLUENCIA EN LOS HABLANTES. REDES SOCIALES PARA BIEN Y PARA MAL

Nuestros multimedios estatales son, por su afiliación partidista, de bien público. Cumplen funciones informativas, ideológicas, políticas, correspondientes a contextos nacional e internacional. La Radio y la Televisión cubanas integran la artillería pesada para salvaguardar la soberanía y la independencia. Fomentan educación, cultura artística, literaria, y la general integral: ciencia, técnica, agricultura, economía, deportes, defensa militar, seguimiento a tormentas tropicales, huracanes, entre muchos contenidos más.

Ya la vida no se concibe sin satélites, radio, televisión, telefonía celular… Existen quienes sostienen que la Radio es la Internet de los pobres. Los canales informativos en las redes sociales (a veces antisociales) se utilizan para hacer el bien o el mal.

En estos años de guerra cultural y batallas simbólicas contra Cuba, la utilización de los medios masivos es indispensable para el enfrentamiento a los tanques pensantes que desde el exterior bombardean noticias falsas cada día, a toda hora, dirigidas a provocar la subversión interna, desacreditar dirigentes, fomentar el descontento y la desmotivación para no enfrentar problemas acuciantes, desestabilizar la tranquilidad ciudadana y hacer convocatorias a sus seguidores para derrocar la Revolución.

Poseedores de celulares, computadoras y acceso a Internet, estudian, trabajan a distancia, se comunican con la familia, comparten informaciones importantes, fotos, videos, ven películas, escuchan música, la radio… Otros dedican el tiempo y sus recursos financieros a difundir escandalitos barrioteros, chusmería, degradación humana, a reenviar cuanta banalidad reciben.

Aunque la Internet lo creó el ejército de Estados Unidos sus herramientas nos son útiles para dar la batalla contra el bloqueo, la subversión, el neoplattismo, la contrarrevolución financiada por el Gobierno yanqui, la guerra cibernética y el ciberterrorismo.

Desde que al planeta se le consideró "aldea global", donde los terrícolas se comunican por tecnología inteligente, sin que las enormes distancias constituyan obstáculo alguno, la comunicación interpersonal se ha afectado por la infoadicción. Un amigo periodista me contó acerca de una vecina suya: no lo saluda ni lo visita y le solicitó amistad por Facebook… Formar parte de la sociedad informatizada requiere inversiones económicas a título personal y conocimiento para operar en las redes y sus canales. En este contexto, junto a los nativos digitales, los migrantes analógicos defienden sus saberes y convicciones patrióticas, aprendidos en la era analógica, antes del descubrimiento y producción de los teléfonos satelitales.

Si nos dividieran en dos bandos: quienes tienen Internet y los equipos para comunicarse, y los que no, ¿quedarán en un limbo sin fondo?: los terrícolas sin alfabeto ni escritura, que no han desarrollado el lenguaje y se comunican con sonidos guturales onomatopéyicos, tambores, hogueras; viven en condiciones prehistóricas, superadas las edades de piedra, hierro, bronce, oro; sin acceso a la salud pública, no son anotados en libros de nacimiento y muerte, desconocen los censos, habitantes en zonas silenciosas, cero electricidad, alumbrados por el sol y la luna, adonde la Radio y la Televisión no han llegado, y aun así comparten con los superdesarrollados, que estudian la postverdad, los peligros del cambio climático, o el exterminio nuclear, si ocurriera la Tercera Guerra Mundial. ¡Qué mundo comparte la humanidad!

Por otro lado, los medios masivos no pueden satisfacer los gustos de todos sus consumidores, lo cual motiva inconformidades y críticas a sus propietarios, en el capitalismo, o a la institución estatal que los subvenciona y les orienta la política editorial, en nuestro caso trazada por el Partido.

La Radio y la Televisión cubanas, además de los programas de perfil político ideológico, promueven los de entretenimiento, con películas extranjeras en exceso, la mayoría producidas por Estados Unidos, cuyo Gobierno considera al nuestro su enemigo y sanciona al pueblo. Esta es una contradicción sostenida durante décadas de bloqueo, pues al utilizar la música y los filmes del Norte no se pagan derechos de autor ni de exhibición: no existen contratos legales en ninguna de las dos partes, impedidas de negociar al respecto.

Súmense las series y telenovelas, los dibujos animados y programas de diversas temáticas presentes en las parrillas, también pensados y producidos en Norteamérica y otras naciones. Las dificultades económicas que enfrentamos no facilitan la producción como industria para mantener en el aire a todas las televisoras y radioemisoras con obras originales. Los telecentros enfrentan sus propias carencias, las cuales limitan realizar más programas de interés para los públicos del Archipiélago.

Lo anteriormente esbozado ha puesto a prueba a los creadores audiovisuales. No obstante, la producción de cine cubano, telenovelas, radionovelas, policiacos, teleplays, cuentos dramatizados… compiten con productos foráneos y alcanzan preferencias por lo nacional.

El canal Educativo realiza una ingente labor en apoyo al perfeccionamiento educacional, demostrada a lo largo de su existencia. Es imprescindible para ascender a niños, jóvenes, familiares receptores de teleclases junto a ellos. Los teleprofesores deben ser paradigmas de voz y dicción.

¿Lo escrito hasta aquí pretende proclamar perfecta a la Televisión cubana? Se sabe que no lo es. Sí puede ser mejor porque las potencialidades de los realizadores son innegables. Pero no pueden olvidarse los costos para un minuto de transmisión al aire. En ocasiones la crítica ha cuestionado el monto invertido en una obra cuya calidad estuvo muy por debajo de otra que, con menos presupuesto, logró un audiovisual superior. Los guiones también deciden los resultados.

La Radio y la Televisión han contado -y cuentan- con excelentes locutores; salvo las inseguridades ante las cámaras y los micrófonos, quienes se inician, mientras alcanzan el dominio de las técnicas, tienen maestros calificados para lograr el perfeccionamiento.

Algunos periodistas escriben noticias o informaciones y las leen o exponen en lugar de los locutores, las reportan a distancia con sus voces en vivo y no todas son agradables, como las nasales. Incurren en el alargamiento de las vocales, lo cual se ha convertido en un vicio -no del idioma, sino de ellos-, porque lo hacen como si fuera un "estilo"; leen el telepromter a golpe de staccato, lo cual resta naturalidad y credibilidad acerca del dominio sobre el contenido. Además, en los estudios, comentaristas evidencian su necesidad de aire para terminar las frases sin "ahogarse". Desagradan las anticadencias, cómo descolocan la voz al finalizar las cláusulas y la emisión cambia como si padecieran ronquera.

Hasta donde sé, la asignatura Voz y Dicción no la imparten en las carreras de Comunicación Social y Periodismo. Más de un reportero tributa al Sistema Informativo de la Televisión Cubana. Nada de esto le es ajeno a la Uneac, en cuya Cátedra de Locución, el Encuentro de Locutores y el evento Caracol, se han criticado esas deficiencias, pero no se resuelven. La alianza entre el ICRT y la Uneac pudiera contribuir a revertir lo señalado.

Es justo reconocer la calidad de quienes, por la voz microfónica, la articulación sin incurrir en el atropello de sílabas para dar más información, la profesionalidad integral, gozan de la admiración popular, estos conforman la mayoría.

Los periodistas, conductores de programas, locutores, no pueden pronunciar incorrectamente en los medios, ¿y los actores sí?

La historia del teatro cubano recoge a incontables actrices y actores que han alcanzado lugares cimeros en tiempos pretéritos y presentes. Aparecen en teleteatros, documentales, series y miniseries, justamente reconocidos con los respectivos premios nacionales. Personajes memorables hacen sentir placer estético y orgullo por el desempeño magistral ante las cámaras. Pero las obras no se representan solo con maestros de actuación, voz y dicción.

La responsabilidad de quienes dirigen los castings es trascendente. No puede haber concesiones, la palabra es muy importante en la comunicación entre los emisores (los actores) y los receptores (los públicos). Se busca la excelencia en la actuación, mas no puede supeditarse el plano lingüístico, ni admitirse complacencia en los ensayos al pasar el texto, en el cual las palabras están bien redactadas por el guionista y luego se escuchan mal pronunciadas por los actores.

Los asesores deben exigir más el cuidado a la prosodia. Al editar la obra, si el director de casting no advirtió las deficiencias en la realización fonética, el director general asumió la pronunciación aprehendida como praxis coloquial cotidiana, sin importarle las individualidades del habla, difícilmente pueda volver a grabarla porque el presupuesto autorizado se ejecutó. Por lo que cuesta un minuto de televisión al aire, dada la difícil situación económica del país, la calidad del producto audiovisual no admite descuidos. La palabra mágica es ¡corten!, al cometerse el error: en el mismo capítulo un actor pronuncia discúlpame y otro discúppame… La actuación lleva implícita la pronunciación correcta.

¿DE DÓNDE SON LOS CANTANTES?

Los hablantes profesionales en los medios observarán la entonación neutra, independientemente de cómo se expresen en la comunidad lingüística de su procedencia. Ni con las cadencias oriental, central, occidental, solo si se tratase de una caracterización lingüística del personaje, según su origen. La variante cubana de la lengua española cuenta con estudios etnolingüísticos que recogen las características del habla en las diversas regiones del Archipiélago, sus modismos, seudodislalias culturales, curvas de entonación, inventarios de términos que les dan peculiaridad.

Si en La Habana pronuncian palabras de manera diferente a como ese mismo término se realiza fonéticamente por cubanohablantes en territorios del este o el centro, ello no constituye un elemento para generalizar y decir que así es como hablan los habaneros. ¿Acaso todos dicen cabbón, izquiedda, cebbeza…? Hablar "en habanero" no significa que la totalidad pronuncia como acabo de ejemplificar.

Así mismo ocurre en Santiago, donde la summa de santiaguerohablantes no dicen moca, aplata, Crito, con la omisión de la ese, que tanto se les critica en otros lugares donde también se omite al final de palabras y pronuncian incontables términos sin corrección. ¿Y los que omiten la erre, la ele, y duplican consonantes, todos son capitalinos de nacimiento y crianza? Sé de habaneros que jamás incurrieron en incorrecciones: enegía, enegético, acueddo, platafomma…, y de habitantes "del interior" que no olvidan "la tierra" donde pronunciaban mejor que ahora en el malecón aplatanado.

La identidad lingüística es un proceso acumulativo del devenir etnocultural, acaece durante siglos. La familia hereda el tesoro de la lengua materna para comunicarse, pero las seudodislalias culturales no tienen por qué eternizarse en la conciencia lingüística de una generación tras otra. Sobre todo, en un país donde el Estado invierte millones de pesos en los niveles de enseñanza hasta alcanzar la Universitaria. Y todavía existen los que pronuncian cinterna en lugar de cisterna, partalón por pantalón…

Los problemas con el habla comienzan muchísimo antes de la matrícula para estudiar Actuación. Por ejemplo, en la Primaria se enseña que la variante cubana del español mantiene una regla elemental de nuestro idioma: las palabras se pronuncian como se escriben, entonces, ¿por qué si en el guion está escrito "la curva" algunos actores dicen "la cubba"? Y: sodda, puetta, muetto, Andre', tadde, recueddo, poqque, poqqué, aggo, pobbo, ¿coggó o coggaste?, obvidar, meccado de atte… Pongo estos ejemplos porque son los que se escuchan frecuentemente en canales nacionales, copiados como los pronuncian actores, actrices, cantantes, deportistas, científicos, médicos, directivos, chefs de cocina, que tienen mayor acceso a los medios de alcance nacional, que otros de esa misma composición social; pero viven muy distantes de los estudios, que también los acogerían, aunque digan íbanos, veníanos, la mediodía, caco plático, dulce de fraco, etcétera. El día que en un programa dialoguen hablantes de las tres macrorregiones, y en la preparación del panel no se exija la debida corrección al hablar, escucharíamos una especie de torre de Babel a la cubana.    

¿Cómo exigirles la pronunciación correcta a entrevistados en las calles? He copiado otros ejemplos de la Televisión: inaurar, inauración, voy a dal lo mejol de mí, trabajal, fomma, puecco, sebbicio, transpotte, discucso, Humbetto, el tre, pensar como paí… ¡Hasta llegar a José Mattí y Pattido Comunista!

Dichos hablantes utitilizan frases comunes y muletillas en abundancia: Un poco. Un poco que. En este minuto. Decir que. Explicar que. Nada. Bueno, nada. Para nada. Y nada. Pues, nada. ¿Tú me entiendes?  

Cuando los adultos enseñan a hablar a los niños contribuyen a la construcción de la conciencia lingüística. Si durante la infancia los familiares le dicen Jogito, y así lo llaman en el barrio, en las escuelas los maestros y condiscípulos, transitará desde la adolescencia hasta la vejez y durante esas etapas le preguntarán cómo se llama y responderá Joge.

Los niños también aprenden a hablar mientras ven la Televisión o escuchan la Radio; a ellos no les causa pena la rectificación de sus palabras mal pronunciadas, preguntan qué es eso, cómo se dice, y agradecen, aunque no lo manifiesten. No deben creárseles confusiones.

Paciente lector, si usted y su familia están disfrutando la Televisión, y su nieto Jorge le pregunta cómo se pronuncia el primer apellido del Héroe Nacional, aclárele a Jorgito que no se dice Mattí sino Martí, y que Carlos Baliño y Julio Antonio Mella no fundaron un pattido, sino el Partido Comunista. Por favor, haga ese bien público.

Hasta aquí lo que me propuse exponer. Si alguien interesado en este asunto desea conocer otras opiniones, lo invito a buscar mi trabajo Divagaciones lingüísticas y comunicacionales.

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