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Las Tunas.- Por su nombre, pocas personas conocen a Raúl Méndez Peña; incluso, en la comunidad de Barranca -donde vive- todos lo llaman por su primer apellido. Pero, en la ciudad, mucha gente lo identifica por su oficio, muy raro en estos tiempos.

Méndez es carretero y acostumbra a andar por la parte sur de la urbe, siempre en trajines de su cooperativa de créditos y servicios, la "Josué País", del municipio cabecera. En ese quehacer despierta la atención colectiva, la gente le hace fotografías y él sigue su útil paso.

Dice que lo conocen hasta en Rancho Boyeros, porque antes montaba toros y luego se convirtió en madrinero, el encargado de cuidar de los animales cuando concluyen las funciones. Sin embargo, es feliz en su terruño, junto a la familia y con sus bueyes.

“En casa tengo otros, aunque siempre me vean con seis por los caminos; les doy descanso, los roto y los que están adiestrados me sirven para enseñar a los que acabo de domar. Estos son Carnaval y Rosado, Venado y Palomo, Sereno y Rumbero.

“Hasta ahora, nunca he vivido una situación peligrosa con ellos. Son malos; pero sé andar con bueyes bravos. Durante el Período Especial me pasé 10 años domando esos animales para la Empresa de Cultivos Varios y algunos venían como el diablo.

“Me gusta trabajarlos y nunca me han dado golpes. Los enseño para que no me den problemas, porque ando por la ciudad, donde están la gente y los carros”.

Méndez prefiere hablar de sus animales antes que de sí mismo; sin embargo, al ser el único carretero que se conoce por estos lares, llama mucho la atención cuando se le ve cargado de leña hasta la ciudad, o con ganado para el matadero, y en otras funciones de la cooperativa.

“Soy campesino, propietario de tierras que fueron de mis bisabuelos, luego de mis abuelos y después de mi mamá. Tengo dos caballerías y media que dedico a la ganadería, la rama que me gusta. Además, la agricultura necesita mucho personal y la gente no quiere trabajar.

“No lo hago por necesidad sino por placer. Me levanto en las mañanas y ordeño unas 20 vacas. Entrego toda la leche y ya a las 7:00 tengo un diario que me da para vivir. Pero, cojo los bueyes, los enyugo y salgo a transportar cosas.Carretero

“Mientras que yo me sienta fuerte no dejo la cuadrilla, estoy enamorado de este trabajo. Trato de enseñar a mi nieto, que ya es bastante diestro en andar con los animales. Es el único heredero, porque tengo sobrinos y no les gusta”.

Casi todos los días viene a Las Tunas y camina por sus calles. Los niños se asombran y los adultos sonríen. Él no se inmuta, está acostumbrado a ser el centro de muchas miradas y sabe que su faena casi no se usa en el país ni en el mundo.

“Un día iba cargado de leña para el pueblo y me hizo señas el chofer de un auto de turismo. Era un alemán y me pidió permiso para hacer una fotografía. Luego conversamos un poco, me preguntó el nombre y cómo se llegaba a mi casa.

“A los tres años de aquello, él me sorprendió. Se le olvidó mi nombre; pero enseñó la foto y los vecinos lo fueron guiando. Llegó cuando yo estaba herrando una bestia, al fondo de la casa y se puso a mirar lo que hacía, porque dice que le gusta mucho la vida del campo.

“Me contó cómo es en Alemania, el proceder y el tipo de herraduras. Me entregó lo que prometió el día de nuestro encuentro, una hermosa fotografía que conservo con gratitud. En ese momento yo traía una cuadrilla de bueyes blanca como una paloma, las tres yuntas”.

Lo de Méndez con sus animales es asombroso. También le acompañan tres perros que caminan al paso de los bueyes, siempre debajo de la carreta. En casa cuida de 80 cabezas de ganado y ocho yeguas en corraletas bien hechas, por lo que nunca le han robado un animal.

Les siembra caña de azúcar y king grass para las noches, porque de día sus potreros dan suficiente alimento; a todos les pone nombre y, lo mejor, los considera parte de su familia, porque más que pan, le dan satisfacción. En eso piensa mientras desanda calles y caminos.

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