museo provincial

Las Tunas.- La alegría de vivir y sobrevivir a las realidades inevitables, a las que pudieron ser mejor y no lo fueron, con culpas propias y ajenas, se dibujan de 12 colores en el nuevo almanaque. Termina el difícil y complejo 2021 y la esperanza del año entrante salta por todas partes… ¡Feliz 2022!, es más que una frase de cumplido y calor. Es la esperanza misma, la voluntad de unir sueños y avanzar, adelantar el camino, lograr metas, ser.

Siempre hay catarsis, tradiciones, costumbres muy íntimas, encuentros necesarios, citas sorpresas, añoranzas. Fe de que todo será para bien a partir de ese momento en el que un segundo mueve literalmente el mundo, a nosotros, más allá del tiempo y caprichosas manecillas de un reloj.

Abrazos de deseos, promesas, empeños, confianza, futuro, unión familiar, reconciliación y hasta esas heridas que se resisten a las más nobles y perseverantes suturas. Cambios en voz alta o el silencio cómplice de una canción, el baile, un poema. Serenatas del alma que iluminan como las luces de los fuegos artificiales y las 12 campanadas. Confesiones de amantes, amigos, afectos muy cercanos, de sangre. ¡Año nuevo, vida nueva!

Siempre es lindo, emocionante, humano. La cumbre del repaso secreto del día a día, 365 que se fueron y reciclan saturados de expectativas y retos, de pasos por rectificar y dar por hecho. El momento espiritual que esperamos con ilusiones visibles, alucinadas. El que rompe las esencias geográficas y las distancias cósmicas. El éxtasis del brindis, la alegría, el amor y esa intuición decidida a luchar por lo que amamos, necesitamos alcanzar y guarda desvelos, calmas, logros y fracasos.    

¡Bienvenido calendario 2022! Soñemos alto. Andemos con la fuerza que engendra la unión y la virtud, con pensamientos positivos. Muchas piedras debemos saltar cada instante de la vida, pero siempre el amanecer con sus soles y rocíos, con risas y lágrimas, será hermoso. Es el desafío de estar. Caminemos.

El mañana es un caudal de victorias. Quizás nunca podremos borrar las agridulces huellas del almanaque que ya le pusimos, por suerte, su última cruz, pero estamos acá para contar la historia y continuarla. Ennoblezcamos con luz buena los senderos. El milagro está ahí, en el mágico amor de la esperanza. En la rectitud de la palabra y la acción.

Recibamos con vibras buenas los 12 candelabros que, cual encantadas mariposas, nos esperan al filo de un suspiro. Somos. Levantemos las manos. Brindemos. La felicidad no es un mito. Es vivir. Dancemos… ¡Feliz año nuevo! ¡Venturoso llegue y siga este 2022!  

 

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