mujeres clandestinidad

Las Tunas.- La victoria tuvo rostro y nombre de mujer; también la guerra. A plena luz del día, en el silencio y la oscuridad de la noche, en medio de la adrenalina del fuego y con las pasiones a mil revoluciones por minuto, con los miedos y el amor alzado, contra la injusticia y por la paz... las mujeres hicieron Revolución en la Sierra y el llano. Sin ellas, sin sus historias, es imposible contar nuestro devenir. En este recuento, cada vivencia, cada hazaña personal y colectiva, por minúscula que nos parezca; es simiente del presente.

    DIGNA, EN BUSCA DE LA DIGNIDAD

Digna Martínez Figueredo

Cuba era un hervidero. También las ideas en la cabeza de, la casi niña, Digna Martínez Figueredo. "Yo era joven, pero advertía todo lo que andaba mal y eso me inspiró a incorporarme al M-26-7, además, soy nieta de un veterano", comenta más de 60 años después desde la tranquilidad de su hogar.

"Al lado de mi casa había una célula del Movimiento y me sumé, así comencé como mensajera en el traslado de medicinas, ropas y alimentos hasta los campamentos rebeldes. Y así fue hasta que un conocido me alertó: 'No vuelvas pal' pueblo, porque te denunciaron y te van a matar'. Entonces yo me quedé en el monte hasta el triunfo de la Revolución".

Y aunque no combatió en la lucha armada directamente, sí perteneció a la columna de Marcos Carmenate y Jesús Bermúdez. Según cuenta, la casa de sus tíos Emilio y Armando Figueredo fue refugio y campamento de quienes bajaban hasta el llano.

"Conocí a muchos de los que llegaban desde la Sierra en la Columna 12 Simón Bolívar del Cuarto Frente nombrado también de esa manera y compartí con otras compañeras muy valientes e inolvidables para mí.

"El triunfo del Primero de Enero significó lo mejor de mi vida, y siempre digo que yo soy de las agradecidas de Fidel. Con la Revolución alcancé todo: estudio y trabajo, soy deudora de esta gran obra"; y justamente movida por esos sentimientos, Digna estuvo al lado del nuevo proyecto desde el primer día.

"Me incorporé a la Caravana y llegué hasta La Cabaña y recibí allí instrucciones de Teté Puebla; fui, además, fundadora de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), de las Milicias y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

"Admiro lo que entonces hicimos, pero admiro también a todas las mujeres que hoy hacen tantas maravillas en educación, salud, deporte… y siento orgullo de ellas. Nosotras hicimos, en nuestra época, lo que pudimos, pero pienso que ellas hoy hacen más y me siento feliz de que la Patria tenga mujeres tan fuertes y valerosas".

ANA CELIA BERMÚDEZ, UN JURAMENTO POR LA PATRIA

Ana Celia Bermúdez Rodríguez

Desafiando los convencionalismos y el terror del ejército de Batista, Ana Celia Bermúdez Rodríguez se incorporó a las acciones del M-26-7 en Las Tunas. Tenía entonces 21 años de edad y una rebelde inconformidad con la situación social y política del país, lo cual le sembró la certeza de que "había que luchar por la Revolución".

Muchas veces, a riesgo de su vida, trasladó alimentos, armas, dinero y medicamentos hasta los campamentos rebeldes. El asesinato de su hermano, Reynaldo Bermúdez, debido a una traición, la marcó profundamente y reafirmó su decisión de proseguir con la lucha.

"Juré que continuaría yo con todo lo que ellos no pudieron debido a ese crimen", sentencia hoy, al rememorar momentos de dolor y compromiso renovado con la causa libertaria a la que se entregó por completo antes de la alborada de Enero del 59 y después de esta como guía de pioneros, jefa de compañía, fundadora de las Milicias, los CDR y activa miembro del Partido Comunista, hasta la fecha.

ESTHER, ELECCIONES NO DOMÉSTICAS

Esther Hechavarría Yopis

Las tuneras, las cubanas en general, supieron darse, más allá de los peligros que entrañaba procurar conquistar una sociedad mejor. Sus historias discurren al influjo de décadas de construcción de una idea defendida con la alegría y el ímpetu de la juventud y también con la madurez y la sabiduría de los años. Sus elecciones desafiaron los cánones establecidos y las situó en la vanguardia, de frente y luchando.

Con 18 años de edad se incorporó Esther Hechavarría Yopis al Movimiento 26 de Julio; heroína de la Lucha Clandestina, burlaba la vigilancia del ejército de Batista para cumplir con las tareas encomendadas y revive ahora historias reveladoras en lo personal y en el gran capítulo de la Revolución.

"Cada cierto tiempo enviaban bonos del Movimiento; las muchachas de aquella época usábamos unas sayas que entonces llamábamos can-can y que eran muy amplias, de manera que, por dentro, mi madre les cosía unos bolsillos y así yo trasladaba los bonos para su venta o hasta otro sitio para su distribución".

En esas lides insurrectas conoció a su esposo y compañero de lucha, Francisco (Pincho) Gutiérrez, jefe de Acción y Sabotaje del M-26- 7 en la provincia. Junto a él, protegió a otros combatientes "quemados", entre estos a Antonio (Curro) Barrera, al que resguardaron, cuenta, en la casa de la colaboradora Alicia Salgado y quien, finalmente, fue vilmente asesinado por la tiranía.

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Como tantísimos otros, los nombres de estas tuneras están grabados en la historia local y nacional, ellas "se lo jugaron todo" y han vivido para contarlo; otras como Lidia Doce y Clodomira Acosta integraron el panteón de los mártires de la Patria. De conjunto, han sido y son mujeres valientes, rebeldes, transgresoras... revolucionarias.

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