profesor rita longaLas Tunas.- Pedro Luis Álvarez tiene la certeza de que si queremos que la Revolución llegue lejos es necesario formar generaciones de maestros; maestros de vocación. Con esa convicción se mantiene en las aulas y desde la escuela pedagógica Rita Longa suma años a sus cuatro décadas de magisterio, desarrolladas en varias enseñanzas y disímiles responsabilidades.

Hace solo unos días, durante el acto de egreso de más de 300 pedagogos de ese centro docente, este educador, formado en el quinto contingente Manuel Ascunce Domenech, recibió la Condición Escultor del Futuro, lo hizo con la sencillez y la humildad de quien sabe que el mayor lauro es ver su entrega fructificar en rostros mozos que llegan, como él en su momento, a las aulas de la Cuba de hoy.

"Todavía pienso que no he hecho todo y que tengo bastante por entregar a la nueva generación, muchos valores que inculcarle para que sea continuadora de la obra de Martí y Fidel", manifestó en diálogo con nuestro medio este hijo adoptivo de Las Tunas; aunque los años han pasado, no olvida sus primeros tiempos en el oficio, allá por 1976, cuando se graduó de profesor de Secundaria Básica, y un tiempo después de licenciado en Educación.

"En el año 1991 me incorporé a una maestría en Didáctica del Español Literatura y en 1997 me gradué. Siempre ocupé responsabilidades a partir de la constancia en el estudio y la abnegación al trabajo, fui guía base, jefe de Departamento y de Cátedra y me incorporé a cada nuevo proyecto que la educación tenía en cuenta, siempre con las ideas expuestas por Fidel en el discurso de graduación del Contingente Pedagógico, cuando nos llamó a ser defensores de la Revolución, a mantener viva la obra de Martí, a buscar ser ejemplos en todas las circunstancias de la vida y formar maestros."

Para él, dice, ha sido un alto honor desarrollar esta labor y cumplir con esos principios fundacionales de la pedagogía revolucionaria cubana, heredera de la mejor tradición nacional al respecto. Esa visión del magisterio la compartió en la República Bolivariana de Venezuela, un país en el que difundió su larga experiencia acumulada y dejó una huella personal, martiana y cubana.

"Nuestros compañeros bolivarianos eran casi familia, allí mantuvimos la premisa de que toda nuestra sabiduría y conocimientos había que compartirlos con el pueblo de esa nación suramericana. La misión Ribas resultó una experiencia única en mis años de trabajo, no solo aportamos como educadores, sino que también formamos parte de otros proyectos impulsados en ese país."

Como buen sembrador, Luis sabe que no habrá porvenir si no abonamos el surco de la Patria, si no depositamos en él toda la gloria vivida y amasada en colectivo para llegar hasta aquí; aún hay mucho por ganar y cultivar. "Mientras tenga fuerzas, conocimiento y tesón seguiré aportando", afirma casi en la despedida de un diálogo breve en el que, minutos antes nos decía que no hay magisterio sin virtud, dignidad, estudio y sentido de cubanía.

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