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Las Tunas.- El pequeño Carlitos, con el sombrero tejano de “abuelo Jorge”, no pondrá los pelos de punta a tía Lola cuando salga desmandado, al menor descuido, de las manos de mamá y haga del puente de El Cornito su pista de patinaje. La pandemia cuaja recuerdos y emociones “en vivo”, pero no puede ni podrá nunca alejar de Hispanoamérica, de los cubanos y los tuneros, de manera especial, los ardores de la poesía del bardo Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, y la fuerza de una tradición que mueve la décima y los amores del campo.

De manera virtual, este 28 de junio del 2021, esa amalgama de sentimientos y homenajes llenarán de gala a esta ciudad, presta a realizar la 54 Jornada Cucalambeana con la misma pasión que el poeta bucólico de Cuba le cantó a la campiña, con sus sonidos propios y ese amor patrio que destaca el criollismo como símbolo y hecho de la cultura nacional y el campesinado. La fiesta dio asomos de pertenencia y arraigo la noche de ayer domingo, con cápsulas virtuales del evento difundidas por el programa Palmas y cañas, el estelar televisivo del guateque en la Isla.

Nacido el primero de julio de 1829 en una familia de poetas, El Cucalambé se dedicó a la poesía popular y al cuento costumbrista. Su cuaderno Rumores del Hórmigo, publicado en 1856, califica como un clásico de décimas guajiras y distingue su peculiar talento literario.

Hijo de terratenientes, creció hasta los 29 años en el ingenio El Cornito, propiedad de sus padres en las afueras de la otrora Victoria de las Tunas. En ese lugar hoy se conservan las ruinas del mismo y se festejan estos convites populares locales, los cuales mueven al movimiento artístico del patio y, con el tiempo, se convirtieron en la convocatoria más notable entre los decimistas del país y los admiradores del verso improvisado y la espinela en Iberoamérica.

A su hermano Manuel debe Juan Cristóbal su iniciación en la poética y la retórica, y a su abuelo materno el conocimiento de clásicos como Homero, Virgilio y Horacio, así como la literatura de los poetas Zequeira y Rubalcava, lo cual influye en su notable paso por la cultura de la época y en ser un hito en el movimiento siboneyista. Eso lo demuestra con su colaboración en La Piragua, el periódico del grupo y en el que gana el derecho de representar por excelencia al criollismo en la poesía cubana.

Su magia innata para expresar la oralidad de la décima y narrar, en versos, toda la gracia y pluralidad de colores y encantos de la vida y los amores campestres enamora no solo la historia de la espinela, sino que por siglos mantiene vivo el apego de los tuneros a esta fuerte tradición; y alimenta ahora, de manera virtual por dos años consecutivos, esa pasión que desborda a la ciudad cuando se anuncia que desde hoy, y hasta el primero de julio, se desarrollará la 54 edición de la Jornada Cucalambeana.

Carlitos, como nos cuenta su hermana, no tendrá su “pista de patinaje” al compás de la música y las tonadas que hacen bailar al bambú en El Cornito; pero anoche no se perdió el guateque de Palmas y cañas, donde sonó el sabor de las fiestas tuneras. Ahora busca horarios para pegarse al celular del abuelo y seguirlas por Facebook, con el sombrero puesto y esta vez de yarey, “porque tía Lola le trajo uno”.

Así de grande es la pasión cucalambeana y el honor al bardo. Este sentimiento jamás podrá borrarlo la pandemia. Juan Cristóbal es nuestro y está vivo. Hoy, ahora mismo, canta un poeta y la vida despierta con las cuerdas del tres.

 

 

 

 

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