comunidad indaya miguel

Las Tunas.- Cada mañana llega muy temprano en su moto eléctrica y camina por el barrio y todos la saludan. En el consultorio médico hay paz, aun cuando está lleno de embarazadas, niños lactantes y menores de 1 año de edad en espera de la consulta.

Está al tanto de cada detalle, como si aquel paraje le perteneciera: de las personas vulnerables, las madres con tres hijos o más en situación de desventaja social, las manifestaciones de alcoholismo, tabaquismo y de cualquier problema en el que pueda ayudar.

Odelaida Mora Rosales es especialista de Primer Grado en Medicina General Integral desde el 2011. Nació en Manatí, pero sus padres se divorciaron cuando ella tenía 7 años, y luego se mudó con su mamá a Vázquez, Puerto Padre. Ahora es la doctora del consultorio médico de Indaya, comunidad rural clasificada de vulnerable, próxima a la ciudad de Las Tunas.

“Aquí me gusta, es un lugar tranquilo a diferencia de años atrás, según me cuentan. Trabajo muy cómoda, y como vivo cerca, en Río Potrero, me es muy fácil entrar y salir en mi motorina. La gente es buena, noble en sentido general, y nos llevamos bien, muy bien.

“En estos momentos tengo que estar muy atenta a las seis embarazadas, 10 lactantes y un recién nacido. Ahí está el centro de interés de mi labor, aunque no descuide nada de lo que me corresponde”.

Después de graduada, trabajó en el policlínico 28 de Septiembre, de Vázquez. En el 2012 cumplió misión en el estado de Portuguesa, Venezuela y después en Brasil. Desde el 2016 es parte del colectivo del policlínico Gustavo Aldereguía; estuvo en Río Potrero, en un consultorio en el 2020 y a partir de marzo de este año en Indaya, donde atiende a una población de 347 familias y 767 habitantes.

“¿Parientes médicos?, no, para nada, yo soy la única. Tengo una familia de obreros agrícolas, siempre viví en la zona rural. Estudié becada en escuelas en el campo, inclinada constantemente hacia la Medicina, que me gustó desde que era niña. Cuando jugaba a las casitas, por supuesto, yo era la doctora y después fui a los círculos de interés de Salud.

“De mis satisfacciones como profesional considero que es haber logrado ser lo que soy, atender a personas pobres durante mis misiones en Brasil y Venezuela, compartir con pobladores humildes en el día a día del consultorio, llegar y que todos me saluden contentos. Me siento muy feliz y satisfecha”.

Mora Rosales tiene dos niñas, una de 4 años y otra de 14, estudiante de Preuniversitario. “Para ellas quisiera lo mejor, que estudien mucho para que sean alguien importante en la vida”.

El consultorio médico de Indaya es hoy lo más bonito que se ve por los alrededores, y su existencia resulta un anhelo cumplido de los vecinos que ahora tienen a la doctora allí mismo, para cualquier problema o preocupación. El inmueble es pequeño, pero funcional, con su salita y los espacios para la Enfermería y el reconocimiento.

Odelaida, con su sensibilidad a cuestas, se esmera con cada paciente, al que trata con todo el amor del mundo, porque sabe que de su gestión, junto a su compañero de batería, el enfermero Julio Escobar Comendador, depende, en buena medida, la salud de esa gente que la ve pasar y, desde los más variados gestos, la hace sentir bienvenida.

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